Identidad
Un hombre, Juan Manuel Pi?uel, muere asesinado por una bomba de ETA, y otro hombre, Juan Jos¨¦ Ibarretxe, la m¨¢xima autoridad pol¨ªtica de la tierra en que este hombre pierde la vida, analiza el asesinato lament¨¢ndose del terrible da?o que hacen los terroristas con cada acto criminal a aquellos que desean profundizar en la identidad vasca. Leo semejante an¨¢lisis en Internet, desde este otro pa¨ªs en el que vivo, y esas palabras se me representan como lo que son, una expresi¨®n imp¨²dica de inhumanidad. Los furiosos defensores de lo identitario sostienen que s¨®lo aquellos que aman a su pa¨ªs m¨¢s que a s¨ª mismos pueden opinar sobre estos asuntos. Los dem¨¢s, los que no tenemos esa tendencia rom¨¢ntica, estamos deslegitimados. Mentira. No hay nada m¨¢s sano que alejarse para contemplar el nubarr¨®n de tufo ideol¨®gico. Conviene irse a M¨¢laga, por ejemplo, la ciudad a la que lleg¨® el cad¨¢ver del guardia civil que trabajaba duro en otra tierra para volver a esta suya alg¨²n d¨ªa; conviene leer la frase, por ejemplo, en el barrio de El Palo para darse cuenta de lo que significa que un responsable pol¨ªtico analice una muerte en relaci¨®n a la p¨¦rdida o ganancia que supone para su maldito proyecto. Conviene mirar la frase desde lejos, analizarla sin que est¨¦ adornada por todos los delirios locales. La frase sola, en crudo. A ver qui¨¦n es capaz de digerirla. Pero nos puede la costumbre. La frase es una de tantas. El muerto, un guardia civil. No es ese atentado contra el pol¨ªtico o el periodista que saca a un pueblo entero a la calle. Cierto es que, como dijo el otro d¨ªa el guardia civil Leoncio Sanz, del desamparo que sufrieron anta?o a los funerales de ahora hay un trecho. Pero a¨²n queda un largo camino. Queda que el pueblo que rodea al lehendakari le afee su frase, que le deje claro que la ¨²nica identidad sagrada es la de la vida.
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