"Un rescate as¨ª es la grandeza absoluta"
Se puede entender la monta?a y valorar profundamente a un alpinista aun sin tener la fiebre de las cimas. Jorge Nagore no es un monta?ero. Ni falta que le hace. Este periodista de Pamplona era una de las personas m¨¢s unidas a I?aki Ochoa de Olza y, junto a Koldo Aldaz y Cris Orofino, integrante del n¨²cleo duro responsable de la coordinaci¨®n de un rescate que, si no lleg¨® a tiempo de salvar al navarro, ha dignificado valores como la amistad y la solidaridad. Nagore desvela los entresijos de seis d¨ªas de pelea y recuerda que ¨¦l es s¨®lo una m¨¢s de las numerosas personas que se volcaron para socorrer a Ochoa de Olza.
Pregunta. ?C¨®mo empez¨® todo para el peque?o grupo que ha coordinado las labores de rescate de I?aki?
"Catorce escaladores lucharon por socorrer a I?aki; ellos son los 14 ochomiles"
"?l habr¨ªa titulado la cr¨®nica de lo ocurrido a su manera punki: 'Pa habernos matau"
Respuesta. El martes, despu¨¦s del shock del lunes, Koldo Aldaz comprueba que no es operativo que cada uno de nosotros realicemos gestiones desde nuestras casas, con pocos medios. A pesar de que tanto a Horia Colibanasu como a I?aki se les terminan las bater¨ªas del tel¨¦fono sat¨¦lite y que desde el lunes a las seis de la tarde no sabemos nada de ellos ni de Alexei Bolotov, Koldo ve ese d¨ªa que es prioritario centralizar el esfuerzo. Por eso se pone en contacto con Diario de Navarra, copatrocinador de I?aki junto con Lorpen, le pide ayuda y el peri¨®dico se vuelca. Y, entonces, desde la madrugada del martes hasta el mi¨¦rcoles y hasta hoy, aqu¨ª estamos unos cuantos. Simplemente, ha coincidido que somos diez o doce. Podr¨ªamos haber sido varios miles. Pero no hab¨ªa una sala tan grande. Tambi¨¦n hay que decir que, sin la incre¨ªble ayuda de los equipos que en casa ten¨ªan todos los escaladores, de los gestores de la p¨¢gina web mounteverest.net y de much¨ªsima m¨¢s gente, habr¨ªa sido inviable.
P. Hace apenas diez a?os no exist¨ªan los tel¨¦fonos v¨ªa sat¨¦lite. ?Qu¨¦ habr¨ªa sido de I?aki sin la posibilidad de este tipo de comunicaci¨®n?
R. Habr¨ªa muerto posiblemente de inmediato, quiz¨¢s el jueves, porque no habr¨ªa tenido la dexametaxona y el corticoides que Ueli Steck le inyect¨® ese d¨ªa. ?Qui¨¦n sabe? Horia habr¨ªa bajado despu¨¦s de haberle cuidado como lo ha hecho ahora, pero con mucha m¨¢s angustia porque no habr¨ªa tenido la ayuda moral que ha tenido y el conocimiento de lo que se estaba organizando y de la gente que ven¨ªa. Tal vez tambi¨¦n habr¨ªa muerto.
P. ?C¨®mo explicar el gesto de Colibasanu, el regreso sobre sus pasos de Alexei Bolotov o la carrera monta?a arriba de Steck y Dennis Urubko?
R. Amistad, compromiso, cari?o, admiraci¨®n por I?aki, sembrar y recoger, respeto... La grandeza absoluta. No hay palabras. Es que no las hay. Cualquiera que sepa lo que supone la cara sur del Annapurna y esa ruta estar¨¢ de acuerdo.
P. ?Cu¨¢ntas veces se sinti¨® impotente pese a semejantes esfuerzos?
R. Tantas como feliz y profundamente emocionado cada vez que cada una de las cientos de peque?as m¨ªnimas gestiones sal¨ªan bien o mal, algo se retrasaba o algo no encajaba. Pero, ante todo, estaba impresionado por lo que hac¨ªa esa gente all¨¢. Lo dijo Gregorio ?riz: "Ha sido una pir¨¢mide perfecta". Todo estaba planeado al mil¨ªmetro por ellos para que el viernes a I?aki le llegara el ox¨ªgeno de Urubko, que la c¨¢mara hiperb¨¢rica llegase al campo 3... Entre Steck, Urubko y Don Bowie, algo m¨¢s retrasado que Urubko pero que tambi¨¦n habr¨ªa llegado al campo 4, tratar¨ªan de bajar a I?aki como pudieran hasta el campo 3 o lo m¨¢s cerca posible.
P. ?C¨®mo y d¨®nde han vivido estos seis ¨²ltimos d¨ªas?
R. En la arista este de la cara sur del Annapurna con miles de personas m¨¢s que conoc¨ªan y quer¨ªan a I?aki antes de esto y millones m¨¢s que le han conocido ahora y se han impresionado por el drama y por el incre¨ªble gesto del que creemos que es el primer rescate de esta envergadura en la historia: s¨®lo dos de los 14 escaladores que han participado estaban en esa monta?a cuando se produjo el accidente. Si se refiere a d¨®nde f¨ªsicamente, en una sala del Diario de Navarra casi las 24 horas, aunque hemos hecho turnos para no derrumbarnos. Respecto al c¨®mo, con una mezcla de realismo y, al tiempo, optimismo, asombro, tensi¨®n absoluta y emoci¨®n infinita. A todos se nos saltaban las l¨¢grimas cuando nos enter¨¢bamos de que Bogomolov sub¨ªa y Bolotov sufr¨ªa, pero resist¨ªa para apoyar e incluso subir al campo 3. Han estado 14 escaladores y desde ahora para nosotros los 14 ochomiles son ellos.
P. Fallecido I?aki, apenas se concedieron unos minutos antes de ponerse manos a la obra para garantizar la seguridad de las 14 personas diseminadas por la monta?a. No tuvo que ser f¨¢cil cambiar de registro...
R. Decir lo contrario ser¨ªa mentir. Pero este grupo lo bueno que ha tenido es que todos somos diferentes. Cada uno aportaba ideas distintas, frialdad, emoci¨®n, todo lo que ten¨ªa... En ese momento la frialdad de Juan nos lo hizo ver claramente. Lo vimos al instante, a los 15 minutos de escuchar la noticia de los labios de Horia y de que Pablo llamara a la familia. Era crucial trabajar para que se enteraran los escaladores lo antes posible y regresaran lo m¨¢s bajo que pudieran. Y era vital que los helic¨®pteros siguieran all¨¢ ante la posibilidad de que el tiempo empeorara. Todo el viernes el tiempo fue malo y para ayer y hoy las previsiones todav¨ªa eran peores. Afortunadamente, nuestros particulares h¨¦roes ya est¨¢n a salvo gracias exclusivamente a su talento, fuerza y t¨¦cnica. Desde aqu¨ª s¨®lo se ha intentando presionar, informar y avisar. Poco m¨¢s. Todo el m¨¦rito es de ellos.
P. Ayer, uno de los hermanos de I?aki pudo al fin hablar con Colibasanu. ?C¨®mo fue?
R. Sab¨ªamos durante toda la noche que cada minuto que I?aki aguantaba era un milagro, dado que su edema pulmonar avanzaba y que cada vez la respiraci¨®n era m¨¢s acelerada y fuerte. Pablo hablaba con Horia y con Nancy [compa?era de I?aki, presente en el campo base] cada vez que pod¨ªa. Aunque el resto estuvi¨¦ramos en otras cosas, conten¨ªamos la respiraci¨®n, le mir¨¢bamos, esper¨¢bamos. Enseguida nos hac¨ªa gestos para tranquilizarnos y segu¨ªamos. La ¨²ltima vez no fue posible. Escribi¨® RCP, reanimaci¨®n cardiopulmonar; dibuj¨® una cruz y nos quedamos en silencio. Duro, muy duro. Ver llorar como un ni?o a un m¨¦dico intensivista como Koldo Mart¨ªnez, que nos acompa?¨® los dos ¨²ltimos d¨ªas y noches, que las ha visto de todos los colores en medicina y que no conoc¨ªa de nada a I?aki, plasma el nivel de tensi¨®n y compromiso que hab¨ªa.
P. Seguramente, I?aki habr¨ªa escrito una cr¨®nica fant¨¢stica con todos estos sucesos...
R. Que nadie lo dude. La habr¨ªa titulado a su manera punki, Pa habernos matau, o as¨ª. No sabemos si echaremos m¨¢s de menos al I?aki que escrib¨ªa, al que daba charlas fant¨¢sticas, al que sub¨ªa o no sub¨ªa monta?as o a qu¨¦ I?aki. Es, al margen de lo personal, una p¨¦rdida enorme para el himalayismo mundial. Esas 14 personas tambi¨¦n lo entendieron as¨ª, al igual que otros muchos escaladores que se ofrecieron, pero que no llegaron a tiempo a los vuelos.
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