Corbacho mete la directa
En el Ministerio de Trabajo e Inmigraci¨®n siempre hay una luz encendida hasta altas horas de la noche. Es la de la vivienda que ocupa su titular desde hace poco m¨¢s de un mes, el ex alcalde de L'Hospitalet de Llobregat, Celestino Corbacho, de 58 a?os. El ministro, con casa en la segunda ciudad de Catalu?a y en Comarruga, al borde del Mediterr¨¢neo, no ha pensado en buscar otro domicilio en la capital de Espa?a. Con la cautela y el sentido pr¨¢ctico que le atribuyen los que le conocen bien, ha preferido atrincherarse en la mole gris de su ministerio, en torno al que va a girar su vida los pr¨®ximos a?os. Otros aportar¨¢n al Gobierno glamour, m¨¢sters y t¨ªtulos acad¨¦micos. Corbacho, como ¨¦l mismo cuenta, se dispone a dedicarle las 24 horas del d¨ªa a su nueva tarea, "aplicando siempre el sentido com¨²n". Y parece que no se trata de una mera frase. Salvo las obligadas visitas a La Moncloa o al Congreso, y una escapada, el d¨ªa de Sant Jordi, al centro cultural catal¨¢n en Madrid, el ministro no ha salido de su despacho, y no ha dejado de llevarse trabajo a casa. Montones de informes; toneladas de papeles sobre las materias clave de su competencia, que ha estudiado con la obsesi¨®n de un opositor. Estad¨ªsticas, estudios, an¨¢lisis aburrid¨ªsimos que se ha bebido como si fueran novela negra.
Como ministro gana la mitad de los 160.000 euros anuales que percib¨ªa por sus dos cargos en Catalu?a
"Es un hombre tenaz y trabajador. Persigue sus objetivos como el perro a la liebre", dice el ex concejal Ram¨®n Luque
Y eso que, como dice ¨¦l, "los pol¨ªticos deben ser polivalentes y la gesti¨®n de un departamento hay que hacerla desde la pol¨ªtica". Aun as¨ª, ten¨ªa prisa por hacerse una idea de los temas de su competencia para saber si ser¨ªa capaz de superar la prueba. "Ahora s¨¦ que la responsabilidad que me han encomendado no va a dominarme, porque la tengo casi dominada". Corbacho lo cuenta con su punto de orgullo. ?l, un hombre hecho a s¨ª mismo, un autodidacta sin pedigr¨ª acad¨¦mico, se maneja sin problemas entre expedientes, informes y textos legales. Son muchos a?os ya ejerciendo cargos p¨²blicos, viajando en coche oficial, asistiendo a reuniones de alto nivel, como para asustarse por las dificultades de una tarea que le colma de felicidad. Ser ministro es "un orgullo", y un salto en el escalaf¨®n que llega en el momento justo. "Corbacho era una isla potente en Catalu?a", dice un adversario pol¨ªtico, "m¨¢s cercano a los alcaldes que a los altos cargos de la Generalitat". Y en su propio partido hay quien considera que "hab¨ªa tocado techo".
En L'Hospitalet, el nombramiento no ha sorprendido. "Se rumoreaba desde hace tiempo. Es un hombre tenaz y trabajador. Persigue sus objetivos como el perro a la liebre", dice Ram¨®n Luque, ex portavoz de ICV-EUiA en ese Ayuntamiento. Luque le recuerda como un arrogante concejal en los a?os ochenta. "Ven¨ªa sobrado, un poco como todos los socialistas, eran los tiempos de los triunfos masivos de Felipe Gonz¨¢lez". Luego, "los palos que da la vida y la pol¨ªtica" le han hecho m¨¢s humilde. Tambi¨¦n m¨¢s desconfiado.
"Soy muy celoso de mi espacio privado. Creo que llegu¨¦ a ser un alcalde popular, pero odio el populismo", admite el ministro. De su aspecto s¨®lo destaca una llamativa corbata con rayas negras. Tiene un rostro moreno, de espa?ol corriente, que resulta casi familiar. Ni alto ni bajo, ni delgado ni grueso, ni guapo ni feo, parece instalado en una media estad¨ªstica que le permitir¨ªa pasar inadvertido en cualquier sitio, incluido el ministerio. Claro que las apariencias enga?an, porque Corbacho ha ocupado ya una larga lista de cargos tanto en su partido, el PSC-PSOE, como en las instituciones catalanas.
Ha tenido en sus manos el control del aparato territorial de los socialistas en Catalu?a, ha sido diputado en el Parlament y ha controlado con mano f¨¦rrea el partido en L'Hospitalet. En 2004 asumi¨® la presidencia de la Diputaci¨®n de Barcelona. Un puesto excelentemente pagado al que aspira cualquier pol¨ªtico catal¨¢n. Cuando Zapatero le llam¨® para venir a Madrid, Corbacho ingresaba 160.000 euros al a?o. "Como ministro gano la mitad, pero no se puede estar en pol¨ªtica por dinero".
Nuria Mar¨ªn, su sustituta en el Ayuntamiento de L'Hospitalet y una de sus mejores amigas, confiesa que dud¨® hasta el final de que entrara en el Gobierno, por la dificultad de encajar tantos nombres. Otra cosa es que su cargo sea un regalo. "Por desgracia, le ha tocado un ministerio dif¨ªcil en estos momentos", reconoce Bartolom¨¦ Jimeno, alcalde socialista de Valverde de Legan¨¦s (Extremadura), donde naci¨® el ministro. La mesa de trabajo de Corbacho quema, con estad¨ªsticas que hablan de destrucci¨®n de empleo mes tras mes; del desplome de la construcci¨®n, que empleaba a cientos de miles de esos inmigrantes que ahora empiezan a agolparse en las oficinas de paro. Un verdadero marr¨®n, en palabras de otro de sus colaboradores, aunque Corbacho parece decidido a coger el toro por los cuernos.
El ministro viene precedido por una fama de duro que ha confirmado ya, en parte, en sus primeras declaraciones como titular de Trabajo e Inmigraci¨®n. "No estoy a favor de papeles para todos", dice, y ¨¦l mismo cuenta la sorpresa de los periodistas que le preguntaban, esta semana, si seguir¨ªa aumentando el paro. "Les dije que s¨ª. Hay que hablarle claro a la gente. Yo no sirvo para disimular. Es evidente que el paro va a seguir aumentando. Y en cuanto a la inmigraci¨®n, es un fen¨®meno r¨¢pido y masivo y no es neutro. Hay que gobernarlo. Cuando usted entra en un pa¨ªs de libertades y derechos, no s¨®lo goza de esas ventajas, tiene tambi¨¦n las mismas obligaciones que los dem¨¢s. Lo que este pa¨ªs tiene lo han conquistado sus habitantes con su esfuerzo y su sudor, sea un parque, sea lo que sea. Un pa¨ªs, un barrio, una escalera nunca pueden gobernarse con las normas del ¨²ltimo que llega".
?Ser¨¢n s¨®lo palabras, o el ministro tiene intenciones claras de darle un vuelco a la pol¨ªtica de su antecesor, Jes¨²s Caldera? Corbacho insiste en que no habr¨¢ ruptura con la pol¨ªtica de Caldera, y niega que vaya a congelar las ayudas de emergencia a los parados. Se limitar¨¢ a seguir "un procedimiento para profundizar esas medidas, para llevarlas a la comparecencia en el Congreso y a la conferencia sectorial que ya est¨¢ convocada, para el 26 de junio. A partir de ah¨ª, las medidas entrar¨¢n en fase de aplicaci¨®n".
Es dif¨ªcil pillarle en un renuncio pol¨ªtico, porque conoce el suelo que pisa. Corbacho ingres¨® en el PSOE en 1976, nada m¨¢s iniciarse la transici¨®n pol¨ªtica. "El partido fue siempre mi referente pol¨ªtico por lo que hab¨ªa representado en el pensamiento obrero". En realidad, Corbacho era un peque?o empresario para esas fechas. El menor de los seis hijos de Celestino y Mar¨ªa, jornaleros extreme?os, naci¨® el 14 de noviembre de 1949 en Valverde de Legan¨¦s, cerca de Badajoz. Celestino era un chico despierto y a los 14 a?os se instal¨® en Barcelona, donde ya viv¨ªan dos hermanos mayores. All¨ª encontr¨® su camino. Acudi¨® a las clases de pol¨ªtica que impart¨ªa la UGT, aunque no fue aceptado en el sindicato porque no era un trabajador. "Ten¨ªa una empresa dedicada al tema de la organizaci¨®n de oficinas", dice. Para entonces, Corbacho era ya un hombre casado. Su mujer, desde el verano de 1973, es Carmen Mosquera, barcelonesa, nieta de aragoneses, y persona clave en su vida. La pareja no tiene hijos.
Mosquera, secretaria del Instituto del Teatro, dependiente de la Diputaci¨®n de Barcelona que presid¨ªa su marido, ha pedido una excedencia para estar junto a ¨¦l. "Se admiran mutuamente", dice un amigo de L'Hospitalet. Al ex concejal de izquierdas Ram¨®n Luque le parece muy meritorio lo que ha conseguido Corbacho. "Es un animal pol¨ªtico, un autodidacta que se ha labrado su propia biograf¨ªa". No siempre lo pareci¨®. Empez¨® siendo secretario de finanzas de la agrupaci¨®n socialista de Esquerra del Eixample, en Barcelona, y hasta 1983 no fue concejal de L'Hospitalet.
Seg¨²n Luque, es un pol¨ªtico a la antigua, uno que dice cosas, a veces, duras, "nada que ver con el socialismo light de Zapatero". ?C¨®mo se explica entonces tanta sinton¨ªa con el presidente? La suerte, un ingrediente clave en la pol¨ªtica y en la vida, parece haberle sonre¨ªdo siempre. A Zapatero lo conoci¨® en 2000, cuando el presidente era s¨®lo un aspirante a la secretar¨ªa general del PSOE, tras la renuncia de Joaqu¨ªn Almunia. Corbacho formaba parte de la gestora que se encarg¨® de llevar las riendas del partido bajo la presidencia de Manuel Chaves. "All¨ª conoc¨ª a Trini , que quer¨ªa presentarme a toda costa a Zapatero. Un d¨ªa me visitaron los dos en L'Hospitalet. Tuvimos una entrevista larga en mi despacho y luego, en el reservado de un restaurante, comimos los tres con Pepe Montilla, que no conoc¨ªa a Zapatero".
No era la primera vez que el destino pon¨ªa a Corbacho en el sitio justo en el momento apropiado. Cuando su vida pol¨ªtica parec¨ªa haber entrado en una v¨ªa muerta, en L'Hospitalet, a la sombra de Juan Ignacio Pujana, un alcalde enormemente popular, el destino vino en su ayuda. En 1994, Pujana fue imputado por tr¨¢fico de influencias. La justicia demostr¨® que hab¨ªa cobrado comisiones por la construcci¨®n de un aparcamiento. Fue el primer alcalde de la democracia condenado por un asunto tan feo. Y Corbacho, primer teniente alcalde, le hered¨®. "Aquello fue muy duro. Para el partido y para m¨ª. La gente se preguntaba c¨®mo era posible que yo, siendo concejal de Urbanismo, no estuviera enterado de nada", dice. Para eliminar cualquier sombra de duda sobre su honestidad decidi¨® irse a un notario y levantar acta de sus bienes y de los de su mujer, as¨ª como de los respectivos saldos bancarios. "Hice 90.000 fotocopias del documento, y las mand¨¦ echar en los 90.000 buzones de L'Hospitalet".
Aquel detalle de transparencia conquist¨® a los vecinos. Aunque no a todos. "Cualquiera sabe que una persona puede desviar sus bienes a sociedades tapadera", dice un hospitalense al evocar el episodio. La gente le vot¨®. Tuvo mayor¨ªa absoluta en las elecciones de 1995, la repiti¨® en 1999, en 2003 y en 2007.
"Ser socialista en Catalu?a es un seguro pol¨ªtico", apunta Juan Carlos del R¨ªo, portavoz municipal del PP en L'Hospitalet. "El PSC gana en estas zonas haga lo que haga. Se puede caer la Sagrada Familia y seguir¨¢n ganando. Se hundi¨® el Carmel y sacaron mayor¨ªa". Del R¨ªo critica con dureza la gesti¨®n municipal de Corbacho. "Ha sido puro escaparate. En L'Hospitalet se han creado aut¨¦nticos guetos de inmigrantes. Hay barrios como Torrasa con un 30%, y eso hace que en las escuelas pueda haber hasta un 80% de ni?os inmigrantes". Seg¨²n Del R¨ªo, faltan plazas en residencias de ancianos, hay m¨¢s pobres, y aunque la poblaci¨®n sigue creciendo (261.000 habitantes), "no deja de descender la cifra de votantes, porque los espa?oles se van".
Otros le contradicen. La propia alcaldesa, Nuria Mar¨ªn, y Ram¨®n Luque, cuyo partido (ICV-EUiA) ha gobernado los ¨²ltimos a?os con el PSC, pese a la mayor¨ªa absoluta socialista, creen que Corbacho ha sido esencial en esa ciudad. "L'Hospitalet era poco m¨¢s que un arrabal de Barcelona, una ciudad sin nombre, y Corbacho lo ha puesto en el mapa", dicen. Su pol¨ªtica urban¨ªstica tiene, no obstante, claroscuros. Consigui¨® coser una ciudad rota por las v¨ªas f¨¦rreas, que Fomento se ha comprometido a soterrar. Una obra que se ha hecho ya en la Gran V¨ªa, la antigua carretera que un¨ªa L'Hospitalet con Barcelona, donde hoy se ubican la Fira, centros comerciales y hoteles de lujo.
Aun as¨ª, hay quien le reprocha haber hecho un urbanismo "de nuevo rico", gastando grandes sumas en edificios de firma que no satisfacen las necesidades de una ciudad obrera que se proletariza cada vez m¨¢s, por la llegada masiva de inmigrantes.
Corbacho se aferra a los elogios que le han hecho grandes arquitectos y urbanistas, convencido de que gracias a ¨¦l, "y a los colaboradores excelentes" de los que se ha rodeado, L'Hospitalet ha experimentado la mayor transformaci¨®n de su historia.
Quiz¨¢ no sea tan f¨¢cil darles la vuelta a las cifras de paro, ni coser la fractura econ¨®mica que se est¨¢ abriendo ahora entre los inmigrantes, primeras v¨ªctimas de la crisis, y el resto de los trabajadores espa?oles, pero ¨¦l est¨¢ dispuesto a dar la batalla. "Probablemente resolver¨¦ menos problemas de los que me gustar¨ªa y, al final, probablemente, los dem¨¢s consideren que acabo resolviendo pocos", dice. "No voy a ser ministro para toda la vida, esto es coyuntural. Lo que s¨ª voy a ser para siempre es militante socialista". -
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