?Que vienen los 'tories'!
La pol¨ªtica brit¨¢nica cambia de rumbo y David Cameron se perfila como el favorito para primer ministro en 2010
La pol¨ªtica brit¨¢nica ha cambiado de rumbo. Tras nueve meses de desplome laborista, el conservador David Cameron, de 41 a?os, es el gran favorito para ser elegido primer ministro en las pr¨®ximas elecciones generales, que se esperan para mayo de 2010. Los comicios del jueves para cubrir el esca?o dejado libre por la muerte de una diputada laborista proporcion¨® al Partido Conservador su primera victoria en 26 a?os en unos comicios parciales y la primera en 30 a?os directamente a costa de un diputado laborista. Es la coronaci¨®n de un mes que empez¨® con el triunfo de Boris Johnson en las elecciones a la alcald¨ªa de Londres. La coronaci¨®n de un curso pol¨ªtico que hab¨ªa arrancado con Gordon Brown decidido a convocar elecciones anticipadas para aprovechar el ef¨ªmero momento de popularidad que acompa?¨® su llegada a Downing Street, a¨²n no hace un a?o, sustituyendo al devaluado Tony Blair.
El l¨ªder conservador es hijo de rico, nieto y yerno de barones y estudi¨® en Eton
Los 'tories' han necesitado ocho a?os y tres ef¨ªmeros l¨ªderes para volver
El 'n¨²mero dos' del partido, George Osborne, ha sido clave en el cambio
Cameron se parece tanto a Blair que m¨¢s bien parece que le imita
La rapidez del cambio y la intensidad de los vaivenes de la opini¨®n p¨²blica son ya la ¨²nica esperanza que les queda a los laboristas para evitar la derrota en las pr¨®ximas legislativas, para evitar el retorno de los tories: confiar en que el p¨¦ndulo vuelva a oscilar. Lo que es seguro es que de poco les va a servir la apelaci¨®n al voto del miedo, el grito de "?que vienen los tories!". Porque los tories que vienen no son, o al menos no parecen, los mismos que se fueron del Gobierno en 1997, tras haberlo acaparado durante 18 a?os de la mano de Margaret Thatcher y John Major.
La pol¨ªtica brit¨¢nica est¨¢ viviendo un fin de ciclo. David Cameron lo certific¨® el viernes al proclamar "la muerte del Nuevo Laborismo", el movimiento de renovaci¨®n impulsado por Tony Blair y Gordon Brown, que arrastraron al centro al viejo Partido Laborista y lo convirtieron en una m¨¢quina de ganar elecciones. Hasta ahora.
No es absurdo pensar que el ciclo laborista tendr¨ªa que haber durado otra legislatura. A¨²n es posible que as¨ª sea y probablemente eso ser¨ªa una certeza si Tony Blair no se hubiera enfangado en la guerra de Irak y si Gordon Brown no le hubiera hecho la guerra a Blair. Blair qued¨® marcado para siempre por Irak: le rest¨® energ¨ªa y credibilidad para siempre y despert¨® el ojo cr¨ªtico del pa¨ªs sobre el resto de las tareas de Gobierno. Y Brown qued¨® marcado por su propia ambici¨®n de derrocar a Blair; ?para qu¨¦?, se preguntan ahora muchos a la vista de su decepcionante papel como primer ministro.
Los nuevos l¨ªderes pol¨ªticos suelen surgir de la nada y llegar en el momento oportuno. Los tories han necesitado ocho a?os y tres ef¨ªmeros l¨ªderes para encontrar al adecuado, pero ¨¦ste ha llegado justo a tiempo. David Cameron no surgi¨® exactamente de la nada, sino de la necesidad. Tras perder tres elecciones generales consecutivas (1997, 2001, 2005) Cameron era el ¨²nico candidato para liderar el partido que significaba una ruptura con el pasado inmediato. Lo dem¨¢s eran demasiado viejos, o demasiado derechistas, o demasiado europe¨ªstas.
En cierta forma, la irrupci¨®n de Cameron es una consecuencia del ¨¦xito del Nuevo Laborismo. Del mismo modo que el ¨¦xito de Margaret Thatcher oblig¨® al laborismo a abandonar las trincheras ideol¨®gicas, el del Nuevo Laborismo ha obligado a los tories a centrarse para volver a ser un partido elegible. Y Cameron sintetiza todas las virtudes del buen centrista, o del buen centro-derechista...
Cameron se parece tanto a Blair que m¨¢s bien parece que le imita. No s¨®lo poniendo el acento m¨¢s en las formas que en el fondo, sino apelando a muchos de los componentes nucleares del blairismo. "No soy una persona profundamente ideol¨®gica. Soy una persona pr¨¢ctica", dijo nada m¨¢s ser elegido nuevo l¨ªder conservador, en diciembre de 2005. Blair desvincul¨® al laborismo de la lucha de clases de la misma manera que Felipe Gonz¨¢lez desvincul¨® al PSOE del marxismo. La derrota de los laboristas en las elecciones de esta semana se debe a muchas causas de fondo, pero tambi¨¦n al error de plantear la batalla contra el candidato tory como una guerra ideol¨®gica contra el regreso de los toffs, la clase alta.
Es un aviso para la campa?a de 2010. David Cameron es un toff que a duras penas puede vestirse de clase media. Hijo de rico; nieto y yerno de barones; educado en las escuelas m¨¢s elitistas del pa¨ªs: Heatherdown, Eton, Oxford; acostumbrado a utilizar en su beneficio su amplia red de contactos familiares y personales. Pero ni ¨¦l se comporta como un verdadero toff ni el Partido Conservador es ya toff por definici¨®n: Margaret Thatcher era la hija de un tendero y John Major de un artista de variedades.
Lo que ha hecho Cameron es alejar a los tories de las obsesiones que han atenazado al partido desde 1997: ha borrado la palabra Europa del debate pol¨ªtico para evitar fracturas internas, aunque ¨¦l mismo es profundamente contrario a la construcci¨®n europea; ha moderado la obsesi¨®n de los conservadores por la inmigraci¨®n y los demandantes de asilo, aunque es un tema que suele entrar en la agenda pol¨ªtica en momentos clave por decisi¨®n de los tabloides, no de la clase pol¨ªtica; ha apostado abiertamente por la inversi¨®n en los servicios p¨²blicos, sacrificando la tradici¨®n conservadora de adelgazar al m¨¢ximo el Estado y apostar por reducciones de impuestos por encima de todo; ha renunciado a uno de los principios tradicionales del conservadurismo: la selecci¨®n como clave del sistema educativo; ha apostado abiertamente por la lucha contra el cambio clim¨¢tico, pese a que eso puede ir en contra de los intereses empresariales a corto plazo; ha hecho bandera de la lucha por la igualdad hombre/mujer, por los derechos de las minor¨ªas ¨¦tnicas, por los homosexuales, en contraste con el apego a la familia tradicional.
Pero su posici¨®n en el partido es m¨¢s fr¨¢gil de lo que puede parecer a simple vista. Lo que ha dado fortaleza a su liderazgo no son sus ideas, sino la evidencia de que puede llevar de nuevo al Partido Conservador al poder. Su fortaleza en el partido est¨¢ directamente relacionada con la evoluci¨®n del voto conservador en las encuestas. Cuando ¨¦stas no le han sido favorables, los nervios y las dudas han aflorado de inmediato. El electorado parece m¨¢s convencido que el propio Partido Conservador de que el viaje al centro que propone Cameron es una receta imprescindible para volver al poder.
En oto?o pasado, hace tan s¨®lo nueve meses, Cameron estaba en la cuerda floja. Gordon Brown gozaba de una inesperada oleada de popularidad desde su llegada a Downing Street en junio de 2007. Su reacci¨®n a los fallidos atentados terroristas en Londres y Glasgow, a una nueva crisis de fiebre aftosa en la ganader¨ªa y a las inundaciones en el oeste de Inglaterra fortalecieron mucho m¨¢s de lo esperado al nuevo primer ministro. El l¨ªder conservador, en cambio, cometi¨® errores de bulto, como mantener un viaje a ?frica cuando su propia circunscripci¨®n de Witney, en Oxford, estaba bajo las aguas del T¨¢mesis.
Bastaron esos momentos de ca¨ªda en las encuestas para que los conservadores se pusieran nerviosos y empezaran a o¨ªrse apelaciones a favor de un regreso a los valores b¨¢sicos del partido y cuestionando la deriva centrista del joven l¨ªder. El congreso conservador de oto?o pasado parec¨ªa destinado a cuestionar el liderazgo de David Cameron. Pero Gordon Brown quiso utilizar su fortaleza coyuntural y la debilidad del rival para convocar elecciones y acab¨® saliendo trasquilado: los tories se unieron como una pi?a ante el p¨¢nico a unas elecciones. Se unieron en torno a Cameron, pero se unieron tambi¨¦n en torno a una propuesta fiscal del n¨²mero dos del partido, George Osborne, al que muchos ven destinado a convertirse para Cameron en lo que Brown fue para Blair. Luego lleg¨® la crisis financiera, las dudas sobre el sector inmobiliario, la espiral de subida de precios en la gasolina y los alimentos. Y los vientos cambiaron de nuevo en la pol¨ªtica brit¨¢nica, augurando el regreso de los tories de la mano de David Cameron.
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