"No se puede vetar a los turistas vulgares"
Ha estudiado el impacto del turismo sobre las ciudades y ha empleado con frecuencia conceptos como la conversi¨®n de los centros hist¨®ricos en "parques tem¨¢ticos", la actitud aborregada de algunos visitantes, la MacDonaldizaci¨®n de las ciudades y las que se convierten en "postales de s¨ª mismas". Sin embargo, resulta chocante que la catedr¨¢tica de Urbanismo de Harvard Susan Fainstein (Ohio, 1938) no considere estos fen¨®menos negativos, sino algo intr¨ªnseco al turismo. Es lo que hay en el mundo globalizado, viene a decir. Y tambi¨¦n tiene efectos positivos, agrega. Fainstein particip¨® hace unos d¨ªas en una jornada sobre el Modelo Barcelona, celebrada en el Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona.
"Vosotros no vais a La Rambla y yo, que vivo en Nueva York, no voy a Times Square"
Pregunta. En una ciudad de ¨¦xito, ?es posible lograr un equilibrio en la convivencia entre sus ciudadanos y los turistas?
Respuesta. S¨ª. El turismo provoca en las ciudades fen¨®menos como la commodification; sus focos de inter¨¦s se convierten en bienes de consumo, en mercanc¨ªas. Pero, por otra parte, el turismo es una importante industria y fuente de creaci¨®n de empleo.
P. Otra cosa es la calidad de esos puestos de trabajo.
R. Eso es un problema, suelen ser empleos poco cualificados, mal pagados y estacionales. En realidad, muchas ciudades ahora tur¨ªsticas han reciclado a los trabajadores menos cualificados que trabajaban en las f¨¢bricas, y tambi¨¦n emplean a los inmigrantes.
P. ?La presi¨®n del turismo puede llevar a una ciudad a morir de ¨¦xito?
R. Hay ejemplos como Venecia o quiz¨¢ Las Vegas, que han llegado a ser postales de s¨ª mismas. Pero grandes ciudades como Nueva York, Par¨ªs, Londres y seguro que Barcelona son capaces de absorber y gestionar los efectos del turismo. Entre otras cuestiones, porque dependen de ¨¦l.
P. En Barcelona, los ciudadanos hemos acabado por aborrecer y evitar los focos de mayor atracci¨®n tur¨ªstica, como La Rambla. ?No es una pena?
R. Vosotros no vais a La Rambla y yo, que vivo en Nueva York, no voy a Times Square. Pero, todav¨ªa hay otras muchas zonas a salvo. Adem¨¢s, que los turistas se concentren tambi¨¦n tiene ventajas, as¨ª est¨¢n m¨¢s controlados.
P. ?Y qu¨¦ piensa de la expulsi¨®n de los vecinos de las zonas de ¨¦xito por la subida de los precios?
R. No creo que sea realmente preocupante; la mayor parte de las ciudades tur¨ªsticas siguen estando al margen del turismo. Adem¨¢s, ¨¦ste tambi¨¦n ofrece a las familias locales oportunidades para crear peque?os negocios, como restaurantes o apartamentos y pensiones. No s¨®lo las grandes cadenas resultan beneficiadas.
P. ?Ha estudiado el caso de Barcelona?
R. No. Conozco m¨¢s los casos de Londres y Amsterdam. S¨ª me consta que la ciudad despeg¨® a partir de los Juegos Ol¨ªmpicos, sobre todo en Europa, y que despierta inter¨¦s por su cultura y cuenta con mucho turismo de negocios. Tambi¨¦n s¨¦ que la gente ha comenzado a quejarse por la invasi¨®n de turistas de fin de semana que llegan en vuelos ch¨¢rter o de bajo coste, que no necesariamente se alojan en hoteles y que pasan el d¨ªa en la calle. Suelen ser gente de clase baja, beben, visten pantal¨®n corto...
P. ...comen en McDonalds y toman caf¨¦ en Starbucks, como en su casa. En Barcelona este turismo da miedo.
R. Claro. Pero, ?qu¨¦ se puede hacer? No lo s¨¦. Lo que no se puede hacer es ser elitista y vetar a los turistas vulgares. Si quieres ser dem¨®crata, tienes que aceptar un turismo democr¨¢tico. La gente tiene sentido de la propiedad sobre su ciudad, cuando deber¨ªa ser m¨¢s flexible. No s¨®lo los vecinos tienen derechos sobre sus ciudades, tambi¨¦n hay usuarios de las ciudades.
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