La peor crisis en la historia del tribunal
La pugna por la renovaci¨®n de cuatro magistrados afronta un giro inesperado
Con cuatro magistrados pendientes de ser sustituidos porque se les agot¨® el mandato hace cinco meses y otro recientemente fallecido, el Constitucional se encuentra varado en la crisis m¨¢s profunda de su historia, cuando tiene pendiente la deliberaci¨®n del Estatuto de Catalu?a, el texto m¨¢s controvertido de la pasada legislatura y del que dependen en buena medida las alianzas de la presente.
Un a?o y medio de presiones pol¨ªticas ha erosionado el prestigio del tribunal
Todo queda como empez¨®: cinco jueces de cada lado y el voto de la presidenta
La pugna por la renovaci¨®n de los cuatro magistrados que nombra el Senado en el Tribunal Constitucional, ¨²ltimo episodio de la larga batalla por la que atraviesa la instituci¨®n, ha tenido un giro insospechado: mientras los magistrados afines al PP dominaban la escena en el recurso contra el Estatuto de Catalu?a, la renovaci¨®n era algo epis¨®dico, a cumplimentar s¨®lo cuando la mayor¨ªa conservadora hubiese eliminado los aspectos esenciales del Estatut. A partir del fallecimiento del magistrado Roberto Garc¨ªa-Calvo el pasado domingo, las tornas han cambiado. Ahora es el PP el que exige la sustituci¨®n inmediata del magistrado fallecido, con el indisimulado prop¨®sito de mantener su mayor¨ªa ante el Estatuto catal¨¢n. Pero el mango de la sart¨¦n lo tiene el PSOE.
El fallecimiento de Garc¨ªa-Calvo ha alterado el fr¨¢gil equilibrio que imperaba en el Constitucional: seis magistrados conservadores frente a seis progresistas, con el te¨®rico voto de calidad de la presidenta progresista, Mar¨ªa Emilia Casas, en caso de empate. Un voto de calidad de enorme potencial en un tribunal absolutamente polarizado, pero tan te¨®rico que Casas no lo ha ejercido nunca en un caso relevante.
Quiz¨¢ esa pudorosa reticencia a utilizar esa prerrogativa en provecho de su sector es lo que llev¨® a Mar¨ªa Emilia Casas, catedr¨¢tica de Derecho del Trabajo, jurista de prestigio y conocedora del Alto Tribunal hasta sus ¨²ltimos entresijos, a convertirse en el objetivo de una operaci¨®n sin precedentes, urdida para descabalgarla de la presidencia. La presidenta en s¨ª no era el enemigo a batir, pero si la presidencia cambiaba de manos y, con ella, su voto de calidad, podr¨ªa quedar al alcance del sector conservador la legislatura de Zapatero al completo.
La batalla por la presidencia del Constitucional acab¨® con el aval a la pr¨®rroga de la presidenta, pero casi acaba con el Tribunal, sometido durante a?o y medio a fuertes presiones pol¨ªticas y a un inusitado acoso medi¨¢tico que han dejado graves secuelas en el prestigio de la instituci¨®n.
La presidenta Mar¨ªa Emilia Casas ha capeado la crisis con nervios de acero y ha conseguido apoyos coyunturales del vicepresidente Guillermo Jim¨¦nez o del magistrado Vicente Conde para superar la fractura del Tribunal y, al menos, salvar las leyes. Aunque sin amplias mayor¨ªas al final de su gesti¨®n, ha sacado adelante el Estatuto de Valencia, la ley de Violencia de G¨¦nero, la reforma del Tribunal, la ley de Igualdad, las cuestiones planteadas contra las bodas homosexuales...
Garc¨ªa-Calvo se puso al frente de la operaci¨®n para tumbar la reforma de la ley org¨¢nica y batall¨® duramente para conseguirlo. Pero nada hac¨ªa sospechar el repentino infarto que le ha costado la vida.
Pese a su dureza en los debates, Roberto Garc¨ªa-Calvo no carec¨ªa de humor y era el m¨¢s vitalista e inquieto de todos los magistrados. Aficionado a la caza mayor, hab¨ªa pasado el puente de mayo matando urogallos en los Balcanes. Todos sab¨ªan que andaba "de m¨¦dicos", pero eso es algo frecuente en el Tribunal Constitucional, dada la edad de la plantilla.
Los doce jueces constitucionales siempre deliberan en torno a una amplia mesa en la que ahora ha quedado vac¨ªa "la silla de Roberto". Por encima de los fragores de los ¨²ltimos tiempos, todos han sentido sinceramente la desaparici¨®n del compa?ero y todos han lamentado el tratamiento informativo de su muerte, contabilizada bajo el prisma especulativo de lo que supone para el Estatuto de Catalu?a.
Tampoco los pol¨ªticos se han quedado atr¨¢s. Federico Trillo, adalid de la operaci¨®n contra P¨¦rez Tremps, exig¨ªa la inmediata sustituci¨®n de Garc¨ªa-Calvo por otro juez a designar por el PP, cuando a¨²n no hab¨ªa sido inhumado el cad¨¢ver del magistrado. Despu¨¦s de tantas molestias para incendiar el Tribunal, la muerte de Garc¨ªa-Calvo ha echado por tierra toda su estrategia y ha dejado la situaci¨®n como al principio: un pleno de cinco magistrados de cada lado, con voto de calidad de la presidenta.
Tras la batalla queda en el paisaje el hueso del Estatuto de Catalu?a, mientras magistrados y facultativos miran de reojo a los pol¨ªticos que negocian la renovaci¨®n.
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