Casi todos hablan con Dios en Estados Unidos
En la pol¨ªtica del gran pa¨ªs norteamericano, el fundamentalismo religioso tiene una influencia sin parang¨®n en cualquier otra naci¨®n avanzada. La religi¨®n vuelve a ocupar un gran papel en la campa?a electoral
De una u otra manera, la religi¨®n ha impregnado el tejido social norteamericano desde que los peregrinos puritanos llegaron al pa¨ªs. Si bien el lema Confiamos en Dios que figura en la moneda norteamericana fue inspirado por el presidente Lincoln en la segunda mitad del siglo XIX, 30 a?os antes Alexis de Tocqueville ya se manifestaba asombrado por la "intensa religiosidad que todo lo invade" en aquellas tierras. Y la modernidad ha conocido desde el formidable discurso del presidente Kennedy en 1960 sobre la separaci¨®n de poderes entre Iglesia y Estado hasta el relato de Kevin Phillips en su libro American Democracy, que describe a George W. Bush como "fundador del primer partido religioso norteamericano". En realidad, Bush ha creado una presidencia basada en la fe.
"Se?or presidente, cuando Dios le pidi¨® que invadiera Irak, ?le dio alguna idea sobre c¨®mo salir de all¨ª?"
Obama cita la religi¨®n como instrumento para luchar contra la pobreza, el sida y la violencia
John Kennedy ten¨ªa base suficiente para mostrarse tajante en este asunto, pues los Padres Fundadores hab¨ªan establecido una clara l¨ªnea divisoria entre Estado e iglesias, pero, aunque en teor¨ªa dicho principio ha sido aceptado por todos, es motivo de controversia. Como recuerda John Gray, si bien constitucionalmente est¨¢n separados (adem¨¢s ni la religi¨®n ni Dios figuran en la Constituci¨®n), el fundamentalismo religioso tiene una influencia normativa en la pol¨ªtica sin parang¨®n en cualquier otro pa¨ªs avanzado. En la campa?a electoral de estos meses la religi¨®n, en lugar de desvanecerse o retirarse al ¨¢mbito privado, ha ocupado el n¨²cleo de la pol¨ªtica.
Uno de los m¨¢s relevantes fundadores de la Rep¨²blica, Thomas Jefferson -cuyo activismo pol¨ªtico no consist¨ªa en potenciar a Dios sino en negar la autoridad del rey de Inglaterra, y que cuando defend¨ªa los derechos inalienables del naciente pueblo republicano lo hac¨ªa al margen de cualquier creencia religiosa-, se habr¨ªa quedado at¨®nito ante la invasi¨®n de la pol¨ªtica por la religi¨®n durante las ¨²ltimas d¨¦cadas. Es cierto que la Constituci¨®n, precisamente por exigir la separaci¨®n, ha protegido a las iglesias de cualquier acto invasivo del Estado, pero hay que recordar que la idea de libertad individual no naci¨® de la religi¨®n sino precisamente de la lucha contra ella. De ah¨ª que convenga resaltar que cuando los cristianos fundamentalistas norteamericanos se sirven de la teocracia b¨ªblica como de un manual de pol¨ªtica contempor¨¢nea, atentan contra la libertad y los principios democr¨¢ticos.
Llama la atenci¨®n en Europa que s¨®lo el 26% de los norteamericanos piense que sus dirigentes pol¨ªticos expresan en demas¨ªa sus creencias religiosas personales o que tres de cada cuatro estimen que el presidente ha de tener fuertes sentimientos religiosos. En definitiva, la mayor¨ªa de los ciudadanos exige la presencia de la religi¨®n en la pol¨ªtica. Parece que ello ha llevado al candidato republicano McCain, anglicano que siempre ha pensado que la religi¨®n es asunto privado, a sacar partido de la circunstancia. En l¨ªnea similar se ha movido Obama y, por supuesto, Clinton.
No obstante, los liberales en sentido yanqui han comenzado a trillar ese campo como reacci¨®n a la ofensiva de la derecha. En 1960, el mismo a?o del discurso de Kennedy, ya el predicador fan¨¢tico Billy Graham -del que Bush se dice seguidor- se dirig¨ªa por correo a dos millones de familias adoctrin¨¢ndoles para que en sus eventos dominicales indicaran a los cristianos la direcci¨®n de su voto.
M¨¢s que nunca, en esta larga campa?a electoral -y aunque Dios no deber¨ªa ser ni dem¨®crata ni republicano- todos los candidatos conectan con ¨¦l. Las citas textuales as¨ª lo ilustran. El presidente Bush tiene especial protagonismo y relaci¨®n con la divinidad a prop¨®sito de Irak. Est¨¢ claro que desde el principio persigui¨® disfrazar de fe religiosa la invasi¨®n de Irak. Con soltura, en octubre de 2005 dijo que Dios le hab¨ªa pedido acabar con la tiran¨ªa en Irak. Con id¨¦ntico desparpajo, dos meses despu¨¦s, declar¨® a Fox News: "De alguna manera, Dios dirige las decisiones pol¨ªticas adoptadas en la Casa Blanca". En un chiste memorable publicado en The New York Times, un consejero dice a Bush: "Se?or presidente, cuando Dios le pidi¨® que invadiera Irak, ?le dio alguna idea sobre c¨®mo salir de all¨ª?".
Todo esto puede parecer incomprensible a muchos europeos, pero no a muchos norteamericanos, incluida la mayor¨ªa de las iglesias evang¨¦licas (un cuarto del electorado) que siguen al partido republicano, que han seguido a Bush y que manifiestan: "Nuestro presidente es un aut¨¦ntico hermano en Cristo y puesto que ha llegado a la conclusi¨®n de que la voluntad de Dios es que nuestra naci¨®n est¨¦ en guerra con Irak, con gusto cumpliremos".
El actual presidente ha querido resaltar esa relaci¨®n especial: "El rezo y la religi¨®n me sostienen. No veo c¨®mo se puede ser presidente sin una relaci¨®n con Dios". O tambi¨¦n: "Estados Unidos promueve el papel de la fe en la plaza p¨²blica". Y la comunidad evang¨¦lica tiene un notable activismo pol¨ªtico: "Dios est¨¢ a favor de la guerra", citando ?xodo 15-3, o "Yav¨¦ es un fuerte guerrero". "La invasi¨®n americana de Irak crear¨¢ nuevas y excitantes posibilidades de convertir a los musulmanes", dijo impert¨¦rrito Marvin Olasky, entonces consejero de Bush para "una pol¨ªtica basada en la fe".
Y a todo esto, ?qu¨¦ es de los dem¨®cratas? En 2004, John Kerry opt¨® por decir que hab¨ªa sido monaguillo -"la verdad es que la fe afecta a todo lo que hago", dec¨ªa mientras visitaba iglesias y citaba la Biblia-. Un asesor lleg¨® a decir que "el senador Kerry se siente cada vez m¨¢s c¨®modo hablando p¨²blicamente de Dios y su fe".
De Hillary, sus bi¨®grafos dec¨ªan en 2007 que es la dem¨®crata m¨¢s religiosa desde Carter, pero que no va con la religi¨®n por delante. Sin embargo, tal como est¨¢ el patio, en un reciente debate con Obama sobre Fe y valores, manifest¨® que desde ni?a sent¨ªa "la presencia de Dios en su vida".
Ya en 2007, Obama decidi¨® que no ten¨ªa m¨¢s remedio que entrar en el juego. Manifest¨® entonces que "la derecha religiosa ha secuestrado la fe y dividido al pa¨ªs". A?adi¨®, empero, que la religi¨®n tiene un papel que cumplir en la pol¨ªtica, aunque -intentando fundir religi¨®n y progre-sismo- elogi¨® a los creyentes que "usan su influencia para unir a los americanos contra la pobreza, el sida y la violencia en Darfur".
En los ¨²ltimos meses se est¨¢ iniciando en la derecha religiosa evang¨¦lica una significativa movida que reflejan oportunamente las encuestas. Seg¨²n las mismas, una parte muy importante -aunque todav¨ªa no mayoritaria- de los electores evang¨¦licos est¨¢ evolucionando de forma radical. Una de ellas asegura que un tercio de los evang¨¦licos opina ahora que el activismo pol¨ªtico es da?ino. Los directores de dicho sondeo interpretan que los encuestados han comenzado a percatarse de que la fusi¨®n de Bush y Jesucristo "perjudica a la cristiandad". Otra encuesta concluye que el 75% de los j¨®venes no religiosos y la mitad de los que van a misa manifiestan que las iglesias cristianas est¨¢n hoy en d¨ªa "demasiado implicadas en la pol¨ªtica". Adem¨¢s, el 20% de los evang¨¦licos sondeados piensa que haber asumido el programa pol¨ªtico conservador "ha contribuido a destruir la imagen de Jesucristo".
Hablando de j¨®venes y de Jes¨²s, Relevant, una revista dedicada a los evang¨¦licos menores de 25 a?os, pregunt¨® en febrero a su audiencia por qui¨¦n votar¨ªa Jes¨²s en los comicios de noviembre. La mayor¨ªa respondi¨® que por Obama. Y a?adi¨® que estaba en contra de la guerra de Irak.
A¨²n m¨¢s sintom¨¢tico: otra encuesta de marzo descubre un creciente inter¨¦s del mundo evang¨¦lico por los temas sociales y concluye (otras fuentes son menos contundentes) que hoy en d¨ªa el tema de mayor relevancia moral no es el aborto, sino la desigualdad socioecon¨®mica entre Estados Unidos y Europa, de un lado, y el mundo subdesarrollado, de otro. Tal vez Obama se apoya en todo esto cuando elogia a los creyentes que usan su influencia para unir a los americanos contra la pobreza.
En cualquier caso, ?ser¨¢ verdad que Europa y Estados Unidos comparten valores comunes? ?Es cre¨ªble este contradictorio conglomerado de impresiones, valores y creencias? En EE UU lo es y desde luego muchos parecen hablar con Dios. En Europa somos m¨¢s humildes y ni siquiera lo intentamos. Muchos vivimos como Edward, ese personaje de Ian McEwan en Chesil Beach que manifestaba estar agradecido de vivir en una ¨¦poca (la Inglaterra de McMillan en los a?os sesenta, los Estados Unidos de Kennedy) en que la religi¨®n se hab¨ªa vuelto, en general, irrelevante.
Emilio Men¨¦ndez del Valle es embajador de Espa?a y eurodiputado socialista.
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