Blas de Otero en mayo del 68
Cuarenta a?os no son dos veces nada. Hace cuarenta a?os los franceses tuvieron su mayo del 68 y nos lo han recordado, nos lo hemos recordado hasta la saciedad. El novelista Antonio Mu?oz Molina recordaba desde estas mismas p¨¢ginas que fue en Memphis (con Martin Luther King) y en Praga (con los j¨®venes a los pies de los tanques del Pacto de Varsovia) y no en Par¨ªs donde se batallaba de verdad por la revoluci¨®n. Mu?oz Molina recordaba que en mayo de 1968 el director de cine Milos Forman acababa de llegar a Par¨ªs. Hab¨ªa conseguido salir provisionalmente de Checoslovaquia, iba a escribir un gui¨®n junto a Jean Claude Carri¨¨re y se encontr¨® de pronto con el pollo franc¨¦s, con el pollo montado en las calles parisinas por una juventud que enarbolaba las mismas banderas y esgrim¨ªa los mismos s¨ªmbolos que para Milos Forman eran la representaci¨®n de la opresi¨®n pol¨ªtica, est¨¦tica y moral.
Una cosa es luchar por la revoluci¨®n (en Par¨ªs, Praga o Memphis) y otra cosa es luchar por la vida
El poeta bilba¨ªno Blas de Otero no se encontraba aquella primavera de hace cuarenta a?os ni en Praga ni en Par¨ªs, aunque en las dos ciudades hab¨ªa estado y vivido. El poeta bilba¨ªno Blas de Otero acababa de llegar a Madrid aquella primavera del 68. A finales de abril hab¨ªa aterrizado en Barajas, procedente de La Habana, con 52 a?os sobre sus espaldas, un divorcio, tres maletas, dos trajes, cuatro camisas y cincuenta y ocho libros, adem¨¢s de la jaba. El cubano, para quien no lo sepa, se compone de cabeza, tronco, extremidades y jaba. La jaba es esa bolsa que el cubano no suelta jam¨¢s porque puede servirle para todo, para dar y tomar, para esconder, mostrar y trasladar y trapichear, eso por descontado. Sobrevivir sin una jaba en Cuba no ser¨ªa posible. Blas de Otero volv¨ªa con su jaba de Cuba, adem¨¢s de con una m¨¢quina de escribir Hispano-Olivetti port¨¢til y un c¨¢ncer de test¨ªculo.
Una cosa es luchar por la revoluci¨®n (en Par¨ªs, Praga o Memphis) y otra cosa es luchar por la vida. En mayo de 1968 Blas de Otero luchaba por su vida. Y segu¨ªa escribiendo y escribi¨¦ndose. Hay poetas que escriben y poetas que se escriben. Otero pertenece a los segundos. A sus 52 a?os, escribe en un poema, sigue pensando lo mismo que a los siete. Eso dice. Y dice que se planta en medio de los hombres y les espeta que le enga?aron a los siete, a los 17 y casi a los 27. Y dice que no tiene bicicleta, ni televisor, ni ganas de dormir, ni cuenta vulgar y corriente. Y es verdad lo que dice.
El 18 de mayo de 1968, un d¨ªa antes de entrar en el quir¨®fano, el poeta bilba¨ªno asisti¨® al multitudinario recital que el cantante Raimon ofreci¨® en la Facultad de Ciencias Econ¨®micas de la Universidad Complutense de Madrid. Un recital que el cantautor de X¨¤tiva recordar¨ªa m¨¢s tarde en su canci¨®n 8 de maig a la Villa. La ciudad era joven. Blas de Otero ten¨ªa 52 a?os y un c¨¢ncer de test¨ªculo y una rara alegr¨ªa de vivir por encima de todo. La ciudad, realmente, parec¨ªa muy joven. Los caballos salieron a la calle aquel d¨ªa de mayo. Polic¨ªa a caballo, canciones coreadas por millares de j¨®venes y un poeta que se quita el jersey y se remanga la camisa blanca y pide lo que todos llevan a?os pidiendo. Por unas cuantas horas, escribir¨¢ Raimon, se sintieron libres, "y el que ha sentido la libertad tiene m¨¢s fuerzas para vivir".
El poeta se qued¨® en la llanura. Sinti¨® la libertad en la llanura. Volvi¨® a Bilbao para irse de Bilbao. La primavera del 68 se estir¨® hasta el verano del 79. Fue feliz en Madrid y no hubiera cambiado la Gran V¨ªa madrile?a por el Barrio Latino de Par¨ªs. A Par¨ªs se lo pasaba, dijo, por debajo del Puente Colgante. Fue un poeta profundamente vasco que se pas¨® la vida habl¨¢ndonos de Espa?a.
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