Almas en busca de cuerpo
Como viene sucediendo en los arranques de las ¨²ltimas semanas, la ofensiva desencadenada dentro del PP contra Mariano Rajoy para provocar su renuncia a ser reelegido presidente del partido por el XVI Congreso de Valencia depar¨® el pasado lunes una sorpresa may¨²scula. Tras los gestos hostiles o las declaraciones reticentes de Esperanza Aguirre, Francisco ?lvarez-Cascos, Eduardo Zaplana, ?ngel Acebes, Mar¨ªa San Gil y Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, el turno correspondi¨® esta vez a Gabriel Elorriaga, diputado por Madrid, secretario ejecutivo de comunicaci¨®n del PP y portavoz en la Comisi¨®n de Ciencia e Innovaci¨®n de la C¨¢mara. A diferencia de otras voces cr¨ªticas de la coalici¨®n negativa formada contra Rajoy, Elorriaga rest¨® importancia a las discrepancias ideol¨®gicas entre liberales, democristianos y centristas (subsumidas desde el XIII Congreso de 1999 bajo el r¨®tulo de centro reformista), invit¨® a debatir sobre estrategia y propugn¨® "un liderazgo renovado, s¨®lido e integrador": "Algo que, aunque me pese, Rajoy no est¨¢ en condiciones de ofrecer".
La frialdad expresiva, la contenci¨®n emocional y el alejamiento del doctrinarismo de este antiguo fontanero de Aznar (fue subdirector del gabinete de la Presidencia en 1996), ex secretario de Estado de Ordenaci¨®n Territorial y director de la campa?a electoral del PP en 2004, se corresponden con la mentalidad de muchos altos funcionarios que se profesionalizaron como pol¨ªticos durante el mandato del PP. Los adversarios de Rajoy que hab¨ªan venido desfilando hasta ahora por la pasarela son de una familia distinta. Aunque las guerras sin cuartel dentro de los partidos nazcan de las derrotas electorales y persigan la conquista o la conservaci¨®n del poder, el horror de la naturaleza pol¨ªtica al vac¨ªo ideol¨®gico suele segregar doctrinas y pasiones justificadoras a posteriori de las batallas emprendidas.
Esas coartadas ennoblecedoras de las luchas por el poder no son necesariamente fruto de un c¨¢lculo fr¨ªo y c¨ªnico. Los enfoques monocausales de corte reduccionista esgrimidos en las peleas intrapartidistas para desprestigiar a los adversarios y atribuirles razones bajunas o inconfesables (desde el rencor y el despecho hasta el desequilibrio y la corrupci¨®n) tienen un corto recorrido explicativo. P¨ªo Cabanillas senior sol¨ªa referirse al sindicato de cabreados que todos los Gobiernos y los partidos alimentan de forma continua con sus ceses y pretericiones. Ahora bien, los psic¨®logos sociales tambi¨¦n ense?an que el comportamiento humano se halla impulsado por un gran n¨²mero de motivaciones variopintas, sin que resulte siempre f¨¢cil establecer el orden de eficacia de los factores.
En cualquier caso, la incoherencia, confusi¨®n y vaguedad de los argumentos cruzados en la supuesta batalla de ideas que acompa?a a la guerra por el poder dentro del PP muestra su condici¨®n meramente ancilar. Cualquier especialista en historia del pensamiento se tomar¨ªa a beneficio de inventario las autoadscripciones ideol¨®gicas reivindicadas por los supuestos liberales, democristianos, centristas y conservadores que combaten en cualquiera de los bandos.
Una variante de las justificaciones dadas a las luchas por el poder dentro de los partidos es la existencia en la organizaci¨®n de dos almas o dos sensibilidades en perpetuo conflicto. Esa explicaci¨®n tiene cierto respaldo emp¨ªrico en las formaciones nacionalistas como el PNV o Converg¨¨ncia, oscilantes siempre entre el autonomismo y el independentismo. En el movimiento obrero anterior a la Segunda Guerra Mundial tambi¨¦n ten¨ªa fundamento hablar de las dos almas enfrentadas de la socialdemocracia reformista y el socialismo revolucionario. Dentro del PP podr¨ªa trazarse con criterios hist¨®ricos una l¨ªnea divisoria entre los militantes procedentes de la derecha autoritaria de Alianza Popular y de la derecha civilizada de UCD.
El transcurso del tiempo, sin embargo, ha complicado las cosas: aunque la ferocidad de los enemigos medi¨¢ticos de Rajoy atrincherados en El Mundo y la radio de la Conferencia Episcopal -sus m¨¢s babeantes aduladores hasta el 9-M- har¨ªa inclinar la balanza de la moderaci¨®n en favor de los defensores del presidente del PP, con toda certeza hay representantes de ambas sensibilidades en los dos bandos.
?Lograr¨¢n coexistir esas dos almas dentro del PP o ser¨¢n impulsadas por los demonios del mediod¨ªa a encarnarse en dos cuerpos diferentes? ?Servir¨¢ a los dirigentes de la derecha espa?ola la experiencia de su larga traves¨ªa por el desierto tras la muerte de Franco para psicoanalizar sus odios personales y frenar en seco una enloquecida espiral de descalificaciones mutuas y agravios personales? En el sistema espa?ol hay espacio para que dos partidos de ¨¢mbito estatal compitan por representar a la derecha, al igual que la izquierda est¨¢ dividida -aunque desigualmente- entre el PSOE e Izquierda Unida. ?Y si las alianzas posibles entre esas varias almas encarnadas por separado en cuatro cuerpos diferentes centrasen la vida pol¨ªtica?
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