Es el momento de actuar
Al finalizar esta semana sabremos si buena parte de los Estados (en concreto 116, los reunidos en Dubl¨ªn con motivo de la conferencia sobre bombas de racimo) optan por dar prioridad a la defensa de la vida humana sin excusas, o por el contrario prefieren defender algunos modelos de bombas de racimo. Esta es, en el fondo, la dial¨¦ctica de la reuni¨®n.
Porque, ciertamente, nos enfrentamos a problemas muy complicados que exigen soluciones complejas y a largo plazo, y ante los cuales las decisiones que tomar no son f¨¢ciles ni siempre claras. Pero, a veces, los problemas son m¨¢s concretos y evidentes, y sus soluciones, bastante di¨¢fanas. Este es el caso de las bombas de racimo. Una bomba que cuando es lanzada disemina su contenido (hasta cientos de cargas explosivas) en un radio muy amplio de modo que causa un gran, severo e indiscriminado impacto humano.
El Parlamento de Catalu?a se ha sumado a la campa?a contra las bombas de racimo
No son pocas las personas, especialistas y organizaciones que est¨¢n convencidas que la seguridad, hoy, no pasa por la variable militar, sino precisamente por su reducci¨®n y limitaci¨®n, as¨ª como por la potenciaci¨®n de muchas otras dimensiones de la seguridad que, normalmente, quedan en un segundo plano: seguridad ecol¨®gica, migratoria, econ¨®mica, social, cultural, etc¨¦tera.
Pero no hace falta compartir estas perspectivas para entender algunas obviedades. Toda guerra es un desastre, efectivamente. Y las armas sirven para lo que sirven. Pero hay algunas armas que, en el contexto actual de los conflictos armados, son especialmente sanguinarias. Y el deber de los Estados, oficialmente comprometidos con la promoci¨®n de la seguridad, la defensa de los derechos humanos y el respeto a los principios del derecho internacional humanitario, es evitar al m¨¢ximo esas nefastas y devastadoras consecuencias de las bombas de racimo. Y actuar a tiempo, no lamentarse de ello al cabo de muchos a?os.
Porque las guerras, hoy, no son como antes. La gente no las sufre inform¨¢ndose por radio o prensa de lo que acontece en los campos de batalla donde se dan cita unos ej¨¦rcitos regulares. No. Hoy los conflictos armados son mantenidos por un sinf¨ªn de actores armados de confusa identidad y frontera, y cuyos destellos violentos impactan principalmente en la poblaci¨®n civil. Por ello, armas como las bombas de racimo son altamente asesinas.
Cuando ya hace 11 a?os del acuerdo contra las minas antipersonales en Canad¨¢, un aut¨¦ntico hito en la historia del control de armamentos y de los esfuerzos de la sociedad civil global para conseguirlos, tenemos ahora otro reto y otra oportunidad colectiva: prohibir las bombas de racimo, culminando con ¨¦xito el proceso de Oslo, iniciado en febrero pasado y que termina ma?ana en Dubl¨ªn.
La posibilidad de llegar a un tratado de prohibici¨®n es alta. Pero tambi¨¦n lo es que, a diferencia de lo que sucedi¨® con el acuerdo contra las minas antipersonales, se apruebe un tratado con excepciones (que algunas bombas de racimo no sean prohibidas) o retrasos (que el tratado no inicie su andadura hasta al cabo de varios a?os).
En una lecci¨®n de lo que deber¨ªa ser la adopci¨®n de medidas a favor de la paz y los derechos humanos, la Comisi¨®n de Cooperaci¨®n del Parlament de Catalunya aprobaba, el pasado 13 de mayo, por unanimidad de los seis grupos de la C¨¢mara, una resoluci¨®n en la que se apoyaba la campa?a contra las bombas de racimo y se ped¨ªa que los gobiernos adoptaran en la conferencia una actitud constructiva y dieran prioridad "a los aspectos humanitarios, posicion¨¢ndose por la prohibici¨®n sin excepciones".
Desgraciadamente, una parte de los gobiernos europeos -entre ellos el espa?ol- no est¨¢n liderando la bandera de la prohibici¨®n total, sino que buscan grietas que permitan la supervivencia de algunos modelos de bombas de racimo. Modelos que algunas empresas ya est¨¢n dispuestas a fabricar.
En pol¨ªtica, entre el momento del descubrimiento de un problema y el de las lamentaciones por no haber actuado a tiempo, hay un momento para la toma de decisiones. Por lo que respecta a las bombas de racimo, ahora es este momento.
Jordi Armadans es director de la Fundaci¨® per la Pau.
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