El ex portavoz de la Casa Blanca acusa a Bush de enga?ar sobre Irak
McClellan dice en un libro que el presidente prim¨® la propaganda sobre la verdad
Fue el ni?o mimado del presidente George W. Bush. Uno de sus m¨¢s j¨®venes y leales colaboradores, importado a Washington desde Tejas. La mayor¨ªa de los colegas esperaba que tras su retiro y el anuncio de un libro sobre la Administraci¨®n para la que sirvi¨® como secretario de prensa entre 2003 y 2006, Scott McClellan asestara alg¨²n que otro golpe para subir las ventas.
"Estaba atado por mi lealtad", se justifica ahora el ex secretario de prensa
Pero no el ruido que ha provocado. McClellan, que cumpli¨® 40 a?os el pasado febrero, acusa al presidente de Estados Unidos de "organizar una campa?a de propaganda pol¨ªtica" en lugar de ofrecer la verdad sobre los motivos de la invasi¨®n de Irak. La guerra "descarril¨® terriblemente" a la Administraci¨®n republicana, asegura el ex portavoz de la Casa Blanca.
En el libro, a la venta en Estados Unidos este domingo y que lleva por t¨ªtulo Lo que pas¨®: dentro de la Casa Blanca de Bush y la cultura del enga?o en Washington, McClellan cuenta que el presidente "tom¨® la decisi¨®n de alejarse de la sinceridad y la buena fe justo en el momento que m¨¢s necesit¨¢bamos esas cualidades". Va m¨¢s all¨¢ al decir que "en una ¨¦poca de permanente campa?a electoral, hubo que manipular las fuentes de la opini¨®n p¨²blica en beneficio del presidente". Y a?ade: "La guerra de Irak era innecesaria. Un grave error".
El ¨²ltimo de los Bruto que ataca a Bush, que vivi¨® entre bambalinas los momentos cumbres de la invasi¨®n y el desarrollo de la guerra en Irak defendiendo todos y cada uno de los puntos estrat¨¦gicos de sus superiores, no aprovecha, sin embargo, ninguna de las 341 p¨¢ginas de su libro para hacer autocr¨ªtica. M¨¢s bien todo lo contrario.
Seg¨²n su relato de los hechos, ¨¦l mismo era una de las pocas personas con buena fe dentro de la Administraci¨®n del presidente Bush. "Algunos de mis argumentos fueron fruto del enga?o", escribe.
"Se demostr¨® que algunas de las palabras que pronunci¨¦, creyendo que eran ciertas, eran falsas. Yo estaba atado por mis obligaciones y mi lealtad al presidente, sin posibilidad de matizar".
En un relato ¨¦pico y una justificaci¨®n para comercializar el libro, McClellan asegura que prometi¨® "a los reporteros y al p¨²blico que alg¨²n d¨ªa contar¨ªa la historia". Apelando a sus "fuertes creencias cristianas", no se queda a gusto con criticar a los pol¨ªticos, sino que arremete contra los mismos periodistas, a los que acusa de "complicidad" con aqu¨¦llos por difundir sus argumentos sin oposici¨®n.
En la ciudad en la que todo el mundo lleva una grabadora en el bolsillo o un libro de notas preparado para recoger aquellas palabras que en el futuro puedan venderse al mejor postor, el siempre convulso y envidioso mundillo pol¨ªtico y period¨ªstico de Washington viv¨ªa ayer uno de sus d¨ªas de gloria.
Los ex compa?eros de trabajo de McClellan no ahorraron calificativos. De "egoc¨¦ntrico, deshonesto y poco profesional" le tild¨® la ex jefa de la oficina antiterrorista de la Casa Blanca Frances Townsend.
Karl Rove, ex asesor presidencial y hombre de confianza de Bush, dijo que "si ten¨ªa tan altos valores morales deber¨ªa haberse atenido a ellos hace a?os. No le recuerdo hablando de estas cosas cuando trabajaba con nosotros, francamente".
Como era de suponer, en la Casa Blanca no daban cr¨¦dito. Sobre todo porque cuando el 19 de abril de 2006 McClellan compareci¨® ante el presidente para renunciar formalmente a su cargo, dijo a los medios de comunicaci¨®n que Bush "hab¨ªa logrado mucho a lo largo de los a?os con su equipo". "Me siento honrado y agradecido de haber formado parte de este excelente equipo repleto de buenas personas", dijo.
El presidente le devolvi¨® los halagos, recalcando que representaba "lo mejor de su familia, de nuestro Estado y de nuestro pa¨ªs". "Uno de estos d¨ªas nos vamos a reencontrar en nuestras mecedoras en Tejas, hablando de los viejos tiempos", a?adi¨® Bush. Hoy parece poco probable ese escenario.
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