La revisi¨®n del Plan General
Definir el futuro de la ciudad a trav¨¦s de un plan urban¨ªstico representa un momento important¨ªsimo en la historia de una ciudad. No parece, sin embargo, que esta circunstancia est¨¦ generando el nivel de informaci¨®n y debate que merece.
La revisi¨®n del Plan General que el Ayuntamiento de Valencia ha sometido a informaci¨®n p¨²blica, no parece la m¨¢s adecuada para los nuevos tiempos. Con una sociedad poco motivada, el gobierno local ha encontrado el ambiente adecuado para limitar la informaci¨®n a lo estrictamente requerido por el tr¨¢mite. Ni debate, ni est¨ªmulo a la participaci¨®n.
El planteamiento oficial de la propuesta es muy simple: Hay que revisar el plan de 1988 para ajustarse al nuevo marco legal -muy complejo, por cierto- y porque la ciudad necesita m¨¢s suelo para satisfacer la nueva demanda de vivienda.
Hay otro urbanismo que recupera los mejores valores del reformismo de los a?os setenta
M¨¢s suelo que, como el lector puede imaginar, sale de la huerta: unas 300 hect¨¢reas, una superficie dos veces la del centro hist¨®rico. Para justificar la ocupaci¨®n, el documento se?ala zonas de huerta que califica como deterioradas.
Con un crecimiento demogr¨¢fico muy moderado y con un potencial de oferta de vivienda y suelo sin agotar, dif¨ªcilmente se puede argumentar que hace falta ocupar m¨¢s huerta. Incluso si la finalidad es dedicar una parte a la vivienda social, asunto por cierto en el que los anteriores gobiernos locales no han puesto el inter¨¦s que la magnitud del problema requiere.
Siguiendo con la propuesta, digamos que de paso, el Ayuntamiento saca del caj¨®n viejos proyectos viarios -engordados y con sobrepeso- para recuperar el plan desarrollista de 1966 que so?aba con una huerta atiborrada de asfalto, rondas y t¨²neles. Aunque ya casi lo hemos conseguido, todav¨ªa falta un empuj¨®n m¨¢s.
Este escrito no da para una cr¨ªtica m¨¢s profunda del proyecto, pero s¨ª para hablar en positivo de la ciudad que no aparece por ninguna de las p¨¢ginas de los documentos ahora expuestos a la informaci¨®n.
Frente al urbanismo expansivo, tan de actualidad en Espa?a, hay otro urbanismo que recupera los mejores valores del reformismo de los a?os setenta e incorpora los excelentes avances de fin de siglo: la recuperaci¨®n de la ciudad europea, austera a la hora de consumir recursos, generosa a la hora de habilitar barrios acogedores, participada, con buena arquitectura, libre de ruidos, de coches, de contaminaci¨®n; llenas de vegetaci¨®n, espacios p¨²blicos recuperados para las personas y una apuesta solidaria por la integraci¨®n de quienes vienen de fuera. Y para garantizar la identidad urbana de quienes no desean bajo ning¨²n pretexto grandilocuente, abandonar el barrio de toda su vida.
Frente a la ret¨®rica de la ciudad competitiva, frente al reclamo de los grandes eventos para atraer turistas y capitales, est¨¢ la ciudad que debe pagar la deuda de las dos ¨²ltimas d¨¦cadas para con los suyos.
Frente a la tentaci¨®n de unos pocos para apropiarse de los mejores activos urbanos -la playa, la d¨¢rsena del puerto, el centro hist¨®rico- tenemos la ciudad que convierte esos recursos en la mejor compensaci¨®n para sus habitantes. Para los que trabajan, para los parados, para los ni?os, para los mayores... para todos, sin que haya que pagar entrada, sin que algunos barrios se acaben convirtiendo en exclusivos: repartiendo equipamientos y servicios de manera igualitaria, barrio a barrio.
Frente al insoportable argumento de la degradaci¨®n para reconvertir la huerta en nuevos bloques de viviendas, la apuesta por rehabilitar toda la huerta actual y recuperar parte de la ocupada. Frente a la ciudad de los promotores, la ciudad de los ciudadanos.
Frente a la ciudad del autom¨®vil, la ciudad para pasear, para caminar, para la bicicleta, para un transporte colectivo en superficie, fiable, moderno, ecol¨®gico...
Frente al lacerante abandono de la pol¨ªtica p¨²blica de vivienda, un programa decidido para solucionar esta lacra social.
?Una ilusi¨®n, una utop¨ªa?... Bastar¨ªa con echar un vistazo a algunas ciudades europeas y tomar nota, ciudades que desde hace tiempo, cambiaron el paso para abandonar sue?os de grandeza y acomodarse a las necesidades de la vida cotidiana de sus habitantes.
Creo, por tanto, en la necesidad de establecer unos objetivos diferentes de los declarados en la revisi¨®n del Plan General de Valencia. Son tiempos de apostar por otras formas de crecimiento urbano, basadas en el urbanismo de la transformaci¨®n, en la mejora de la ciudad actual, recuperando definitivamente el centro hist¨®rico (asunto que no aparece ahora, como si ya estuviera resuelto) y fijando de manera definitiva los l¨ªmites de la ciudad, preservando definitivamente de cualquier tentaci¨®n especulativa la huerta que nos queda.
Para ello, resulta imprescindible frenar dr¨¢sticamente otra de las grandes amena-zas, el incremento de la red viaria. Resulta imprescindible, en un modelo de movilidad como el que padecemos, cortar el c¨ªrculo vicioso "m¨¢s viario-m¨¢s atracci¨®n de tr¨¢fico-m¨¢s congesti¨®n-m¨¢s viario..." reclamando un plan de movilidad (plan que por cierto exige la nueva normativa) que ponga coto a la invasi¨®n motorizada de la ciudad e introduzca medidas efectivas para que los desplazamientos a pie, en bicicleta y en transporte colectivo sean las opciones preferidas por los ciudadanos.
Finalmente, hay que abandonar las declaraciones vac¨ªas sobre la sostenibilidad para fijar una serie de directrices encaminadas a garantizar el uso racional de los recursos, como el suelo, el aire, o el agua. Apostando de manera decidida por las energ¨ªas limpias, fijando ordenanzas modernas para el uso del espacio p¨²blico y la creaci¨®n de redes verdes a lo largo y ancho de la ciudad. No es ya momento para planteamientos urban¨ªsticos superados. Las nuevas exigencias ambientales y sociales no deben considerarse como un estorbo a superar, sino la oportunidad para crear una ciudad m¨¢s habitable... para todos.
Joan Olmos, ingeniero de Caminos, es profesor de Urbanismo de la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia.
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