Europa debe producir m¨¢s alimentos
La deducci¨®n m¨¢s inmediata de la opini¨®n p¨²blica cuando se habla de crisis alimentaria es sencilla: hambre. Si faltan alimentos es que hay hambre en el mundo. Nada m¨¢s cierto y m¨¢s falso al mismo tiempo.
Hace 20 a?os hab¨ªa tanta o m¨¢s poblaci¨®n desnutrida en el planeta, pero nadie hablaba de crisis. En Europa se frenaba la producci¨®n de alimentos o proced¨ªamos a su destrucci¨®n utilizando recursos p¨²blicos, simplemente para mantener unos precios m¨ªnimos que hicieran viable el mantenimiento de nuestra agricultura. ?No hab¨ªa hambrientos en el mundo? Claro que los hab¨ªa, pero eran tan pobres y tan mal gobernados que no ten¨ªan capacidad para pagar los precios que el mercado les exig¨ªa. En t¨¦rminos econ¨®micos no generaban demanda. No exist¨ªan como clientes, s¨®lo eran objeto de ayudas humanitarias en las que adem¨¢s el valor de la materia prima era casi irrelevante, costaba m¨¢s el almacenamiento, el transporte y la distribuci¨®n que los propios alimentos. (El comentario popular siempre se expresaba con cierto esc¨¢ndalo: "Si sobra tanta comida, que se la regalen a los que no la tienen". Evidentemente, no s¨®lo era regalarla, hab¨ªa que ponerla all¨ª donde estaba la necesidad, y eso resultaba muy caro).
Es una paradoja. China o Vietnam nos venden alta tecnolog¨ªa y Europa paga con trigo o ma¨ªz
Siempre hab¨ªa exceso de oferta. No exist¨ªa "crisis alimentaria", se reduc¨ªa la producci¨®n o se articulaban sistemas imaginativos y a menudo aberrantes para hacer desaparecer los excesos de stocks (hidrogenar la mantequilla para convertirla en margarina, algo as¨ª como transformar oro en plomo, la alquimia al rev¨¦s, o destilar vino para vender el alcohol resultante a la d¨¦cima parte de su coste, fueron unas de las tantas genialidades que se utilizaron en su momento). Las mismas burocracias arbitristas y similares grupos de intereses han conseguido poner en marcha la producci¨®n de energ¨ªa a base de alimentos, justo en el momento en que la carencia de una parte importante de los antiguos fam¨¦licos ha pasado de demanda potencial a demanda real.
Millones de pobres cada vez son menos pobres y ya disponen de recursos econ¨®micos para ir al mercado y comprar. Y lo primero y m¨¢s urgente es la comida. Y empieza la crisis. Los stocks se hab¨ªan mantenido bajos y las producciones contenidas por falta de expectativas, y de pronto "se ha juntado el hambre con las ganas de comer", con el a?adido casi estramb¨®tico, aunque no determinante, de los biocombustibles.
Se presenta un escenario nuevo en el que la vieja Europa va a tener que incrementar su producci¨®n para alimentar a pa¨ªses pobres, b¨¢sicamente de Extremo Oriente, que est¨¢n dispuestos a pagar las materias primas por encima incluso de lo que nosotros mismos las compr¨¢bamos. Es una paradoja que nunca se hab¨ªa contemplado ni como posible ni como plausible, China o Vietnam vendi¨¦ndonos productos industriales incluso de alta tecnolog¨ªa y Europa pagando con trigo o ma¨ªz. A la vista de lo que est¨¢ sucediendo, ser¨ªa sumamente arriesgado especular sobre el futuro de los intercambios. Dado el poco ¨¦xito de anteriores previsiones, es probablemente m¨¢s prudente afrontar el corto plazo.
De momento es evidente que la Uni¨®n tiene una capacidad y una tecnolog¨ªa agraria en todos los tramos del proceso productivo que puede abastecer una gran parte de la demanda insatisfecha, teniendo en cuenta los niveles de precios alcanzados en el mercado mundial, aun asumiendo el aumento de los costes vinculados al petr¨®leo, desde el gas¨®leo a los fertilizantes. Los t¨¦rminos actuales de la pol¨ªtica agr¨ªcola de la Uni¨®n deber¨¢n modificarse en algunos casos sustancialmente. De hecho, ya se est¨¢ haciendo, aunque el bagaje hist¨®rico de los excedentes puede pesar a¨²n en los an¨¢lisis de la Comisi¨®n Europea.
La industria transformadora tendr¨¢ que incrementar su productividad y ajustar los m¨¢rgenes para reducir en lo posible el impacto sobre los consumidores. Dada la alt¨ªsima calidad de la alimentaci¨®n espa?ola, es perfectamente posible que se produzca una reducci¨®n de los vol¨²menes y de la tipolog¨ªa de los productos para poder asimilar un excesivo incremento de precios, y eso evidentemente no ser¨ªa positivo para un sector industrial como el alimentario, que es uno de los m¨¢s potentes de nuestro pa¨ªs y con mejores perspectivas de futuro.
En este contexto, la agricultura, ya de por s¨ª empleadora de un gran n¨²mero de mano de obra inmigrante, estar¨¢ en condiciones de absorber una parte del contingente excedentario procedente de la construcci¨®n, lo que vuelve a convertir al sector primario en un factor estabilizador.
Ser¨ªa innecesario insistir en que cuando tan necesitados estamos de un desarrollo urgente de las pol¨ªticas de I+D+I, tanto el sector estrictamente productivo, agricultura, ganader¨ªa, acuicultura, as¨ª como el transformador de alimentos, son en Espa?a un magn¨ªfico ejemplo de sabia y eficaz colaboraci¨®n entre el sector p¨²blico y los agentes privados que han producido resultados espectaculares. Colaboraci¨®n y resultados que tanto echamos de menos en muchos otros sectores en donde batimos el r¨¦cord de falta de patentes producto de un uso poco eficaz de los recursos. Hay crisis que ayudan a resolver otras crisis.
Vicente Albero es ex ministro de Agricultura.
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