Cuando la payasada es una cosa muy seria
EL cr¨ªtico Roger Ebert lo bautiz¨® como el Laurence Olivier de las parodias. Apelando a la memoria cin¨¦fila, no ser¨ªa descabellado colocarle en el mismo ¨¢rbol geneal¨®gico que tuvo en Harry Langdon y Buster Keaton a sus frutos m¨¢s historiados y que, ahora mismo, tiene en Ricky Gervais o Steve Carell a sus frutas m¨¢s frescas: la dorada tradici¨®n de c¨®micos conscientes de que, a veces, menos es m¨¢s, de que congelar el m¨²sculo puede ser m¨¢s eficaz que exasperar la mueca. Leslie Nielsen es el gran patricio de la comedia chorra, alguien capaz de poner su porte circunspecto al servicio del caos controlado y del delirio deconstructivo.
Su pelo cano y su cara de telefilme es el icono m¨¢s perdurable de todo un cap¨ªtulo (no siempre excelente) en la historia de la moderna comedia americana. Que el Festival de Cinema de Comedia de Pe?¨ªscola le rinda homenaje es, pues, un acto cargado de justicia? aunque incluso el fan m¨¢s entregado se haya sentido a menudo expuesto a la verg¨¹enza ajena. El s¨¢bado 7 de junio acudir¨¢ Nielsen en persona a la localidad levantina a recoger un galard¨®n por toda su carrera.
Leslie, antes y despu¨¦s de Shirley
Cuando Jim Abrahams y los hermanos Jerry y David Zucker dieron forma a Aterriza como puedas (1980) —la madre del cordero de la parodia posmoderna—, el tr¨ªo ten¨ªa muy claro que no necesitaba exactamente c¨®micos para fundar un nuevo tipo de humor: el secreto de su f¨®rmula se basaba en descontextualizar rostros familiares que el espectador hab¨ªa visto una y otra vez en pel¨ªculas (en principio) serias. Lo importante era confundir al p¨²blico con nombres dignos de toda solvencia (y confianza) colocados en situaciones capaces de minar esa confianza: Peter Graves, Robert Stack, Lloyd Bridges y Leslie Nielsen se prestaron al juego, interpretando sus papeles con la convicci¨®n de quien est¨¢ encerrado en la atm¨®sfera fatalista de una convencional pel¨ªcula de cat¨¢strofes. Robert Stack fue el ¨²nico que no reincidi¨® en el registro, pero, de entre todos ellos, s¨®lo Nielsen decidi¨® defender con u?as y dientes su nueva condici¨®n de c¨®mico.
Como actor dram¨¢tico, Leslie Nielsen, que perdi¨® la oportunidad de ser el Mesala de Ben-Hur (1959), era lo m¨¢s parecido a un trozo de madera de pino: ten¨ªa una credibilidad a prueba de bombas para encarnar a polic¨ªas, abogados y dem¨¢s gente de bien, pero su capacidad de conmover resultaba m¨¢s bien escasa. Sus papeles m¨¢s recordados antes de su espectacular reformulaci¨®n profesional fueron los del comandante John J. Adams de Planeta prohibido (1956) y el capit¨¢n Harrison de La aventura del Poseid¨®n (1972). Pero, cuando todo hac¨ªa prever que Nielsen no pod¨ªa aspirar a otra cosa que momificarse en telefilmes de sobremesa, el tr¨ªo ZAZ acudi¨® al rescate con el proyecto de Aterriza como puedas bajo el brazo.
Hay una historia curiosa acerca de la transformaci¨®n de Nielsen en c¨®mico: su salto a la inmortalidad estuvo contenido en una sola frase? que se perdi¨® en la traducci¨®n. El bautismo de fuego de Nielsen estuvo en un juego de palabras intraducible que, en el doblaje espa?ol, fue sustituido por una frase completamente anodina.
Ocurr¨ªa en la escena en que el actor, en la piel del doctor Rumack de Aterriza como puedas, le preguntaba a Robert Hays si puede pilotar el avi¨®n y aterrizarlo. "Eso no me lo dir¨¢ en serio", replicaba Hays, que en el original dec¨ªa "Surely you can't be serious?", que ven¨ªa a ser m¨¢s o menos lo mismo. La fon¨¦tica de ese surely inspiraba el juego de palabras que convirti¨® la r¨¦plica de Nielsen en todo un cl¨¢sico: "I'm serious. And don't call me Shirley" ("Hablo en serio. Y no me llame Shirley"). En nuestro pa¨ªs, la frase fue sustituida por la funcional —y exenta de toda gracia— "Muy en serio. Si quiere, se lo repito". La r¨¦plica original ocupa el puesto n¨²mero 79 en la lista de las 100 citas cinematogr¨¢ficas m¨¢s c¨¦lebres elaborada por el American Film Institute en el a?o 2005.
Breve historia de la parodia
A pesar de que la cr¨ªtica no suele dispensar grandes honores al subg¨¦nero, conviene no subestimar a las parodias cinematogr¨¢ficas porque su evoluci¨®n ha ido construyendo un discurso capaz de cuestionar los m¨¢s erosionados lugares comunes del s¨¦ptimo arte. Si bien tomarle el pelo a las pel¨ªculas grandilocuentes es tan viejo como el mismo cine —de hecho, la magistral Tres edades (1923) de Buster Keaton bien podr¨ªa interpretarse como parodia de Intolerancia (1916) de D. W. Griffith—, los primeros que adoptaron la chanza del celuloide serio como se?a de identidad fueron Abbot y Costello, que, en su muy reivindicable Contra los fantasmas (1948), de Charles T. Barton, ya convocaron a Bela Lugosi, Lon Chaney Jr. y Glenn Strange para reciclar en clave rid¨ªcula los arquetipos que hab¨ªan inmortalizado en el cine de terror. Quentin Tarantino no duda en defender la pel¨ªcula como la primordial fuente de inspiraci¨®n de sus c¨®cteles multigen¨¦ricos.
Con Sillas de montar calientes y El jovencito Frankenstein (ambas de 1974, menudo a?o), Mel Brooks logr¨® erigirse en el aut¨¦ntico tit¨¢n de la especialidad: se revelaba capaz de imitar cualquier textura cinematogr¨¢fica, aunque en su formulaci¨®n del g¨¦nero los c¨®micos de raza le robaban el territorio a los actores dram¨¢ticos descontextualizados que los ZAZ elevar¨ªan a categor¨ªa. No podemos olvidar en esta historia comprimida a John Landis, que debut¨® enfundado en disfraz de gorila en El monstruo de las bananas (1973) y les dio la alternativa a los ZAZ en la hoy olvidada, pero influyente Made in USA (1977) —su atinado t¨ªtulo original, The kentucky fried movie—. Aterriza como puedas abri¨® la edad de oro del subg¨¦nero que encumbr¨® a Leslie Nielsen. La ca¨ªda libre empez¨® con el relevo generacional que protagonizaron Jason Friedberg y Aaron Seltzer: su reciente Casi 300 encarna el grado cero de la comicidad, pero, a la vez, es claro reflejo de una ¨¦poca donde la mitolog¨ªa cinematogr¨¢fica ha perdido su posici¨®n de privilegio para competir con las culturas del reality, YouTube, el videojuego o la fama autocombustible de las Britney Spears y Paris Hilton de este rid¨ªculo mundo en que vivimos.
El 20? Festival de Cinema de Comedia de Pe?¨ªscola se celebra del 31 de mayo al 7 de junio. www.cinedepeniscola.com
NIELSEN TOCA LA GLORIA
Incontables gags lo han tra¨ªdo hasta aqu¨ª, pero unos pocos momentos de la carrera de Leslie Nielsen han trascendido el g¨¦nero humor¨ªstico para convertirse en parte del imaginario colectivo. ?stos son nuestros cinco esenciales.
Aterriza como puedas (1980). Permanecer imperturbable en las circunstancias m¨¢s peregrinas: ¨¦sa es la regla de oro de Nielsen cuando se sube al vuelo de desprop¨®sitos de su primera pel¨ªcula c¨®mica. Su mutis por el foro cuando sorprende a la azafata Julie Hagerty suministr¨¢ndole sexo oral al piloto autom¨¢tico hinchable es soberbio. Hubiese sido maravilloso descubrir que Nielsen cre¨ªa estar actuando en una pel¨ªcula de cat¨¢strofes en serio.
Police squad (1982). Leslie Nielsen nunca ha estado mejor como comediante que en la ef¨ªmera serie televisiva que vio nacer al teniente Frank Debrin. Como en un telefilme de los setenta, el actor se abr¨ªa paso en una jungla de lugares comunes, sin renunciar al apunte surreal: he ah¨ª ese combate con un despiadado dentista experto en ortodoncia que aparec¨ªa en el primer episodio de este cl¨¢sico de culto sin risas pregrabadas.
Ag¨¢rralo como puedas (1989). Mijail Gorbachov, Idi-Amin Dad¨¢, el ayatol¨¢ Jomeini, Yasser Arafat y Gadafi no son amenaza suficiente para Frank Debrin que, en la secuencia precr¨¦ditos de esta puesta de largo del personaje en la gran pantalla, demostr¨® que los nuevos ¨®rdenes mundiales pueden trazarse de golpe¡ y porrazo. Nielsen empezaba a ser consciente de sus capacidades c¨®micas y eso empez¨® a restarle encanto y a sumarle inoportunas muecas.
Ag¨¢rralo como puedas 2 ? (1991). ?Qu¨¦ ser¨ªa de Frank Debrin sin sus interludios rom¨¢nticos? El gal¨¢n patoso y la no menos delirante Priscilla Presley parodian aqu¨ª la escena de alfarer¨ªa er¨®tico-casera de Ghost (1990), pel¨ªcula en la que uno de los Zucker (Jerry) intentaba afirmarse como cineasta sensible. Cabe pensar que, en el fondo, Ghost no fue m¨¢s que una estrategia para suministrarle carnaza parodiable al otro Zucker (David).
Dr¨¢cula, un muerto muy contento y feliz (1995). El que s¨ª estaba contento era Nielsen con su inesperada carrera como c¨®mico. De ah¨ª que, a la larga, tanto le diera ocho que ochenta y se prestase a hacer cucamonas en todo tipo de comedias, como esta crepuscular parodia del maestro Brooks que contiene, eso s¨ª, una imagen para el recuerdo: el murci¨¦lago con la cabecita de Leslie Nielsen insertada digitalmente.
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