Felices y libres en un planeta racional
Cuando uno se encuentra con libros como ¨¦ste, escritos por un pensador y acad¨¦mico justamente reconocido y respetado, con los que te topas de sopet¨®n en los primeros estantes a la entrada de los locales de los mayores trusts libreros bajo el ep¨ªgrafe de "novedades", best sellers incoados, con una presentaci¨®n material de lujo, de dise?o consumista est¨¢ndar, piensa varias cosas encontradas, que no hace falta decir, porque son ¨¦sas "en que todos pensamos". Esa expresi¨®n la utiliza el autor refiri¨¦ndose a las excepciones anacr¨®nicas a la convergencia cultural universal de hoy. Y esta peregrina asociaci¨®n de ideas m¨ªa lleva, a contrario, a que ¨¦ste es un libro actual de verdad, un libro de esa convergencia, con las caracter¨ªsticas en este sentido oportunas: divulgaci¨®n, ideas simples y muy claras (para zanjar el despiste generalizado posmoderno), literariamente directo, bien pensado y bien escrito, iron¨ªa leve, agradable, gracia intelectual, lectura f¨¢cil, l¨®gica cristalina del sistema que armoniza todo el discurso (reciamente liberal, en este caso).
La cultura de la libertad
Jes¨²s Moster¨ªn
Espasa Calpe. Madrid, 2008
350 p¨¢ginas. 21,90 euros
Si lo que se puede decir se puede decir claramente y lo que no se puede decir claramente no hay que decirlo porque no se dice nada intent¨¢ndolo, aparentemente este libro, por su claridad mental y discursiva, cumple a la perfecci¨®n esta m¨¢xima anal¨ªtica. Pero hay muchas cosas que se pueden decir claramente adem¨¢s de las dichas en este libro; eso es obvio, pero no tanto que no se digan cuando son decibles y afectan intr¨ªnsecamente al contexto tem¨¢tico del libro.
El asunto est¨¢ claro: cuanto m¨¢s rica y variada sea la oferta cultural a la que tengamos acceso, tanto mayor ser¨¢ la probabilidad de que en ella encontremos la manera de ejercer nuestra libertad y atrapar nuestra felicidad. Esas condiciones se dan en el mundo globalizado de hoy como jam¨¢s se han dado. ?sta de hoy es, pues, la cultura de la libertad (y de la felicidad) por antonomasia. Veamos.
Los problemas, necesidades y objetivos vienen dados por los genes, por nuestra naturaleza; las soluciones de los primeros, los m¨¦todos de satisfacci¨®n de las segundas y los medios para obtener los ¨²ltimos, por la cultura y sus memes (unidades de informaci¨®n cultural). A mayor abundancia de memes, pues, mayor libertad de elecci¨®n racional de medios de satisfacci¨®n b¨¢sica. La felicidad no consiste m¨¢s que en eso, en vivir lo mejor posible. Y eso es algo que tiene que ver simplemente con valores que promueven la salud, el bienestar econ¨®mico, la paz, la libertad, el conocimiento y la conservaci¨®n del medio ambiente. Todo bien claro: secuencia de bases de ADN en el genoma y pautas de conexiones neuronales en el cerebro. Natura y cultura: una natura que reclama una felicidad b¨¢sica y una cultura que es medio b¨¢sico de satisfacci¨®n suya. Genes y memes. En su profusi¨®n y dial¨¦ctica encontraremos la good form para afrontar los retos de hoy, b¨¢sicos tambi¨¦n, tan b¨¢sicos como obvios, tan globales que no pueden alcanzar otra perspectiva m¨¢s amplia, m¨¢s alta: crisis ecol¨®gica, energ¨¦tica, explosi¨®n demogr¨¢fica, nuevas pandemias, cambio clim¨¢tico, terrorismo, flujos migratorios.
La tendencia actual irresistible a la convergencia cultural universal dar¨¢ como resultado "un sistema cultural con una enorme variedad de memes hom¨®logos o alternativos para cada funci¨®n, con multitud de lenguas, de religiones, de teor¨ªas, de t¨¦cnicas, de tradiciones gastron¨®micas, folcl¨®ricas, indumentarias, productivas y reproductivas entre las que elegir". Toda esta enormidad electiva reclama el libre mercado como modelo supremo. Pero como el libre mercado no funciona en todos los ¨¢mbitos, sobre todo en el de la elecci¨®n pol¨ªtica, reclama tambi¨¦n una democracia subrogada, por supuesto liberal, en la que la mayor¨ªa no perjudique demasiado los intereses individuales.
A sobra de metaf¨ªsicas trasnochadas, se perfila un mundo ideal de expertos "de competencia indiscutible", sin pol¨ªticos "marrulleros y corruptos", sin peligrosos Estados nacionales soberanos, que hay que reducir a meras corporaciones administrativas. Un orden pol¨ªtico global, con completa libertad de comercio, comunicaci¨®n y migraci¨®n, donde el ¨²nico criterio de ciudadan¨ªa ha de ser la residencia de hecho; con instituciones de gobernanza (management) mundial, con un sistema judicial y legislaci¨®n mundiales, polic¨ªa global, que garantizar¨¢n idealmente las libertades y derechos humanos. En el que, junto con territorialismos, nacionalismos y estatalismos, la democracia y las prestaciones del Estado de bienestar "acabar¨¢n siendo menos importantes". Un mundo ut¨®pico, aunque el autor lo llame racional y realista (que ut¨®picamente lo es), como el que dibuja en las p¨¢ginas finales este libro. Un mundo de ensue?o, tarea de una so?ada racionalidad colectiva, "que no es sino una extensi¨®n de muchas racionalidades individuales. La racionalizaci¨®n del mundo pasa por la racionalizaci¨®n de cada uno de nosotros". ?Es esto realismo?
Cuestiones parejas de las que no habla el libro, pero claramente decibles, planteables con sentido y, por tanto, con una posible respuesta si se quiere pensar en ellas: c¨®mo racionalizar el dominio de los expertos, de los media, evitar el pensamiento ¨²nico, salvar las culturas minoritarias, hacer real la igualdad de oportunidades, ordenar al bienestar colectivo el creciente individualismo actual, definir las relaciones entre racionalidad colectiva y racionalidad individual y su sentido, entre el s¨ª-mismo y su cuerpo social; c¨®mo despedirse sin duelo alguno (y sin hambre) del Estado social benefactor cobijante, c¨®mo no ver en los medios culturales, m¨¢s bien que instrumentos de felicidad, mecanismos de sublimaci¨®n y racionalizaci¨®n del malestar humano; y un problema de futuro no citado: la diferencia creciente entre ricos y pobres. C¨®mo hacer que el pensamiento de Moster¨ªn "no se quede en papel mojado", como dice ¨¦l, con buena voluntad, de otras cosas.
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