"Yo tuve dos granjas"
En Dinamarca, a mitad de camino entre Copenhague y Elsinor, hay una casa que fue una granja. Y en este lugar a orillas del ?resund, el estrecho que separa Dinamarca de Suecia y comunica el mar del Norte con el B¨¢ltico, naci¨® Karen Blixen el 17 de abril de 1885. Su padre hab¨ªa comprado las diecis¨¦is hect¨¢reas de Rungstedlund (El Sotillo de Rungsted) poco despu¨¦s de regresar de Estados Unidos, en donde seg¨²n su hija "vivi¨® con los indios del Medio Oeste, a los que vend¨ªa las pieles de los animales que cazaba y despu¨¦s, con los beneficios, les hac¨ªa regalos. Luego, cuando regres¨® a casa, escribi¨® sus libros". A rengl¨®n seguido a?ad¨ªa: "Nada m¨¢s natural que yo, hija de aquel hombre, me marchase a ?frica, viviera all¨ª con los nativos y volviese a casa para escribirlo".
Sin embargo, las circunstancias de su regreso a casa fueron algo peores de lo que ella las pint¨®. Se hab¨ªa visto obligada a malvender la famosa plantaci¨®n de caf¨¦ en el ?frica Oriental Brit¨¢nica -hoy Kenia-, donde vivi¨® entre 1914 y 1931. Separada de su marido, el bar¨®n Blixen, acababa de perder en un accidente de aviaci¨®n a quien llevaba a?os siendo su compa?ero, el cazador Denys Finch Hatton. Para colmo de males, los dolores que le produc¨ªan el mercurio y el ars¨¦nico que le hab¨ªan administrado para combatir la s¨ªfilis eran cada vez m¨¢s agudos. Regresaba a Dinamarca con 46 a?os, derrotada, enferma y sin ingresos.
Al menos tendr¨ªa el consuelo de volver a Rungstedlund y vivir con su madre. Adem¨¢s, iba a contar con el mecenazgo de su hermano mientras preparaba Siete cuentos g¨®ticos, algunos de los cuales tra¨ªa a medio escribir de Kenia. Y sobre todo, volv¨ªa habiendo aprendido a contar historias: "All¨ª me encontr¨¦ con el p¨²blico ideal. Los blancos ya no saben escuchar cuentos. Se distraen o se aburren, pero los nativos ten¨ªan o¨ªdo". Blixen se instal¨® en el estudio que hab¨ªa sido de su padre, la llamada habitaci¨®n Ewald, escribi¨® Siete cuentos g¨®ticos y no tard¨® en publicarlos en Estados Unidos. Despu¨¦s de aquel primer ¨¦xito vino una larga lista de obras, casi todas escritas en Rungstedlund, y entre ellas la archiconocida Memorias de ?frica, con su portentoso inicio: "Yo tuve una granja en ?frica, a orillas de los montes Ngong".
Lo m¨¢s probable es que Karen Blixen regresara a su casa por la carretera de Copenhague. El camino para acceder a la casa-museo no es el mismo de entonces, pero es muy posible que el coche hiciera crujir la grava elegantemente, como sigue haci¨¦ndolo hoy. Despu¨¦s de aparcar nos acercamos a la granja de paredes blancas y tejas rojas, con su suave pendiente hacia la carretera, el puerto deportivo y el mar. Entramos en el ala oeste, de colores matizados y dise?o pulcro, para comenzar la visita por la exposici¨®n permanente del primer piso. Recorrimos los paneles que narraban su vida con palabras y fotograf¨ªas, observamos los objetos que atesoran las vitrinas, vimos parte de los libros que hab¨ªan sido de ella y ediciones de sus obras en decenas de lenguas. Por fin, a las once en punto nos hicieron pasar a la casa, que ocupa el ala norte.
Vimos una sala dedicada a la ornitolog¨ªa, despu¨¦s un documental, y luego caminamos por las habitaciones abiertas al p¨²blico. En los alf¨¦izares de las ventanas crec¨ªan los jacintos, hab¨ªa c¨®modas recias, estufas como templos y en el estudio de la escritora, con la panoplia de armas africanas, reinaba el mismo aire antiguo y un poco hier¨¢tico del resto de la casa. Junto al vivero de flores y la huerta, recordamos que hab¨ªan tachado su obra de artificial y que le reprocharon el no ambientar sus historias en el presente. A lo primero respondi¨® que el arte de contar historias era, por su naturaleza, artificial, y respecto a lo segundo dijo: "El presente siempre es incierto; nadie ha tenido tiempo de observarlo con tranquilidad".
Cuando muri¨® su madre, en 1939, los dem¨¢s hermanos permitieron que la escritora siguiese all¨ª y en 1958, gracias a su empe?o, se cre¨® la Fundaci¨®n Rungstedlund para establecer una reserva ornitol¨®gica en las tierras y que la casa se dedicase a fines culturales. Sin embargo, la fundaci¨®n no hizo m¨¢s que endeudarse hasta que lleg¨® la varita m¨¢gica del cine. En 1985, Memorias de ?frica recibi¨® siete oscars, lo que supuso un relanzamiento de las obras de Blixen e hizo posible la rehabilitaci¨®n de los edificios y la inauguraci¨®n del museo.
Por las sendas de Rungstedlund, dejando atr¨¢s los estanques, se llega a un mont¨ªculo desde el que se divisa el mar y donde Karen Blixen mand¨® levantar una estela en homenaje a Johannes Ewald. Ella descansa bajo un haya a los pies de esta elevaci¨®n, cobijada por un poeta del pasado en la tierra donde naci¨® y vivi¨®, y donde hall¨® la muerte esta mujer que fue tantos escritores como nombres us¨® para publicar, Isak Dinesen, Pierre Andr¨¦zel, Tania Blixen..., que en cierta ocasi¨®n dijo tener 3.000 a?os, record¨® haber cenado con S¨®crates y siempre se defini¨® como una cuentista. Todav¨ªa parece que habla, sonr¨ªe y dice: "Yo tuve una granja en Dinamarca, a orillas del ?resund".
www.karen-blixen.dk
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