?Qu¨¦ significa innovar?
Vivimos en una sociedad inmersa en un proceso de globalizaci¨®n creciente. Y en ese proceso han jugado un papel clave las nuevas tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y la comunicaci¨®n, que han facilitado relaciones nuevas y distintas a las trazadas por las rutas y fronteras tradicionales. Si la riqueza en la sociedad preindustrial era la de los recursos naturales, y en la industrial la del capital manufacturado, la riqueza de la sociedad posindustrial se basa en el conocimiento, en la imaginaci¨®n, en el capital humano.
Esta nueva sociedad ya no es ni la de la tierra, ni s¨®lo la de las f¨¢bricas, sino la de los individuos. Son ellos los que adquieren un protagonismo mayor gracias a que el uso de nuevas tecnolog¨ªas de f¨¢cil acceso y baratas les permiten impulsar proyectos por s¨ª solos, sin necesidad de que tengan que ser grandes corporaciones las que los sustenten. Un ejemplo son los peri¨®dicos digitales que, con muy pocos recursos, pueden generar un impacto, a veces, de m¨¢s calado que los peri¨®dicos impresos.
La pol¨ªtica debe apoyar a los que quieren idear c¨®mo se vivir¨¢ dentro de cuatro o diez a?os
Innovar es acelerar para ser el primero, para llegar antes a soluciones nuevas
Frente al gigantismo y la burocracia del modelo anterior, basado casi siempre en grandes tecnolog¨ªas e infraestructuras, el nuevo modelo de actuaci¨®n admite la importancia de lo peque?o. Tras una econom¨ªa basada en los productos, en lo tangible, la nueva se organiza alrededor de los servicios. Cualquier persona, desde cualquier sitio, puede generar riqueza. Y en este nuevo escenario de lo intangible cobra una especial importancia la innovaci¨®n como motor econ¨®mico. Una innovaci¨®n que se alimenta de la creatividad de individuos y colectivos interactuando en red.
Y la innovaci¨®n es cambio. Admitir y propiciar el cambio frente a esos factores de resistencia que son la inercia, el miedo o la ignorancia. En el momento en el que vivimos, los cambios no son s¨®lo inevitables, sino que se producen cada vez con m¨¢s rapidez. El v¨¦rtigo es una sensaci¨®n l¨®gica en unos tiempos en que cualquier idea o artefacto puede ser vanguardista hoy y caduco ma?ana. Cuando algunos comenzamos a gobernar hace 20 a?os, no exist¨ªan los tel¨¦fonos m¨®viles ni Internet. Google s¨®lo tiene diez a?os, un poco menos que la apuesta que hicimos en Extremadura por la implantaci¨®n de software libre. Hace ocho a?os no exist¨ªan los blogs, ni sab¨ªamos lo que era un SMS. Hace s¨®lo cuatro se cre¨® YouTube o herramientas de redes sociales como MySpace o Facebook. Y s¨®lo hace un a?o existe Twitter. Gobernar hoy o dirigir cualquier iniciativa sin tener en cuenta esta nueva realidad es fracasar.
Se est¨¢ reinventando todo: las fronteras, las empresas, las identidades, las organizaciones... Conceptos como el de pro-piedad, el de realidad, el de mercado o el de participaci¨®n est¨¢n d¨¢ndose la vuelta. Hasta lo m¨¢s f¨ªsico o tangible como los territorios o los ciudadanos se ha vuelto poroso, se ha convertido en redes o nodos. Las relaciones en la red est¨¢n creando un murmullo digital que convierte en global tanto a la sociedad como a los mercados. Y la red de hoy nos dice c¨®mo ser¨¢ la realidad de ma?ana.
Un ejemplo de todo esto, muy cercano a nosotros, es lo que ha pasado con la m¨²sica. El negocio antiguo de un CD en una caja de pl¨¢stico en la que a veces s¨®lo una canci¨®n nos gusta, y por la que la industria nos hace pagar 18 euros, se est¨¢ desmoronando por completo. La industria discogr¨¢fica que no acept¨® los cambios de la sociedad digital est¨¢ sucumbiendo de manera inevitable a las nuevas f¨®rmulas de obtener m¨²sica por Internet. Pero al mismo tiempo, se est¨¢n desarrollando numerosas empresas que, comprendiendo las nuevas reglas de juego, est¨¢n innovando y est¨¢n sabiendo ver nuevas oportunidades y asumir los riesgos de adentrarse en un nuevo mundo.
Para aprovechar los cambios en esta nueva econom¨ªa, no queda otro remedio que revisar el concepto de riesgo de la sociedad anterior. Saber separar los conceptos de riesgo y consecuencia. Cuando un joven se monta en una motocicleta sin casco, percibe un nivel de riesgo muy bajo, y es poco probable que tenga un accidente. Sin embargo, las consecuencias de ese riesgo pueden ser dram¨¢ticas. Por el contrario, plantearse poner en marcha una aventura empresarial se percibe como un riesgo muy grande: es muy probable que fracase, aunque las consecuencias de ese fracaso, en la nueva sociedad, no sean tan dr¨¢sticas como en la econom¨ªa tradicional. Es m¨¢s, es probable que ese fracaso pueda suponer el aprendizaje necesario para poner en marcha un nuevo proyecto de ¨¦xito arrollador.
Oyendo los discursos pol¨ªticos actuales, parece que todo el mundo ha entendido que la innovaci¨®n es la palabra clave de la nueva sociedad. Pero la innovaci¨®n no depende de los presupuestos en la misma medida que dependen las infraestructuras. La innovaci¨®n no es consecuencia directa del tama?o de una partida presupuestaria. Aquellos que llevan toda la vida haciendo lo mismo no van a innovar por mucho que se incremente al doble una partida presupuestaria destinada a ello. Cuanto m¨¢s dinero se les d¨¦, m¨¢s veces van a ir al mismo sitio porque, con toda seguridad, les va a faltar lo que siempre les falt¨®: el riesgo y la imaginaci¨®n.
Innovar es acelerar para ser el primero, para llegar antes que los dem¨¢s a soluciones nuevas. La innovaci¨®n s¨®lo se puede hacer acelerando, intentando hacer hoy lo que se har¨¢ dentro de unos meses. Porque si s¨®lo se hace lo que hoy se necesita, no se est¨¢ innovando. Alguien ha dicho, y tiene raz¨®n, que s¨®lo quien se pregunta c¨®mo adelantarse a los dem¨¢s est¨¢ capacitado para innovar. En eso debe consistir la tarea del nuevo Ministerio de Ciencia e Innovaci¨®n: en estimular, comprender y apoyar a los que quieren hoy idear la vida tal y como se vivir¨¢ dentro de cuatro o diez a?os. Y eso tiene poco que ver con aumentar m¨¢s o menos el presupuesto de I+D+i.
Es evidente que la innovaci¨®n puede tener un rechazo social en un primer momento. Siempre ha pasado lo mismo. La suerte es que ahora en Espa?a a nadie lo van a meter en la c¨¢rcel o lo van a quemar en la hoguera por querer adelantarse a su tiempo.
Todo ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil de entender y de explicar si seguimos manejando conceptos de la sociedad anterior o debatiendo sobre propuestas ya caducas. Teniendo 600.000 millones de p¨¢ginas en Internet, que crecen exponencialmente a?o tras a?o, resulta absurdo debatir sobre la gratuidad o no de los libros de texto o sobre la emigraci¨®n de los j¨®venes universitarios a otros territorios de aquellos en que nacieron y se formaron. ?Qu¨¦ tiene que ver un joven digitalizado y viviendo en un mundo globalizado con aquellos emigrantes de los a?os sesenta y setenta que ofrec¨ªan fuera de su tierra la fuerza de su trabajo que nadie les compraba dentro?
Hoy se cruzan dos miradas en la sociedad, en la econom¨ªa, en la educaci¨®n, en la pol¨ªtica... O hacemos que la mirada anal¨®gica se oriente en la misma direcci¨®n que la mirada digital de nuestros j¨®venes o estaremos perdiendo definitivamente el futuro. Innovar es arriesgar. Todos tenemos la obligaci¨®n de actuar en consecuencia.
Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra ha sido presidente de la Junta de Extremadura.
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