Mafia y pol¨ªtica en la Italia de Berlusconi
Los jefes mafiosos hacen tratos con pol¨ªticos sicilianos y napolitanos, que, a su vez, apoyan a los l¨ªderes nacionales. Y todos ellos comparten una lucha contra el aparato judicial. Pero, ?ay del que ose hablar de ello!
En 2001, un jefe de la Mafia de Sicilia llamado Giuseppe Guttadauro not¨® de pronto una cosa de aspecto extra?o en su sal¨®n, que result¨® ser un dispositivo electr¨®nico de escucha. "?O sea, que Tot¨° Cuffar¨° ten¨ªa raz¨®n!", exclam¨®. Fueron las ¨²ltimas palabras que la polic¨ªa oy¨® pronunciar a Guttadauro antes de que desconectara el micr¨®fono y, con ello, interrumpiera la investigaci¨®n. El nombre que hab¨ªa pronunciado era nada m¨¢s y nada menos que el del presidente de la regi¨®n de Sicilia, Salvatore Cuffar¨°, Tot¨° para sus amigos. La conversaci¨®n fue una de las pruebas fundamentales que han permitido condenar este a?o a Cuffar¨° por complicidad con varios mafiosos que estaban bajo investigaci¨®n penal.
Salvatore Cuffar¨°, condenado por complicidad con mafiosos, ha sido elegido senador
El clientelismo es la base de la vida pol¨ªtica, econ¨®mica y social del sur de Italia
Sin embargo, pese a esta condena, que en la actualidad est¨¢ recurrida, Cuffar¨° logr¨® ser elegido el mes pasado para el Senado italiano por el peque?o Partido Cat¨®lico, de corte centrista.
La escucha del sal¨®n de Guttadauro, antes de que ¨¦ste la desconectara, ofrece una imagen muy ¨²til de c¨®mo la Mafia piensa y habla de pol¨ªtica. "Tot¨° Cuffar¨° es lo mejor que pod¨ªamos pedir", asegura el interlocutor de Guttadauro, un m¨¦dico llamado Salvatore Aragona. "Confiemos en que gane la derecha", dice Guttadauro, "Berlusconi, para resolver sus problemas, tiene que resolver tambi¨¦n los nuestros".
Existen buenos motivos para creer que eso es cierto. Desde que lleg¨® al poder por primera vez en 1994, Berlusconi ha librado una campa?a implacable para debilitar los poderes del aparato judicial italiano, que le ha sometido a ¨¦l y a varios colaboradores suyos a diversos procesos por cargos que van desde corrupci¨®n y soborno hasta connivencia con la Mafia. Uno de los mejores amigos y antiguo jefe de campa?a de Berlusconi, Marcello Dell'Utri, de Palermo, fue declarado culpable de esto ¨²ltimo. Y despu¨¦s de que acusaran a Cuffar¨° de haber avisado a Guttadauro, el propio Berlusconi le llam¨® para mostrarle su solidaridad y decirle: "He hablado con el ministro del Interior y me ha dicho que est¨¢ todo controlado". En esa misma conversaci¨®n, Cuffar¨° le dijo a Berlusconi: "Ya sabes que te queremos y que est¨¢s en mis oraciones cada ma?ana".
Este pu?ado de conversaciones muestra c¨®mo la Mafia se ha insertado en la vida pol¨ªtica de Italia. Sus jefes locales tienen lazos con los pol¨ªticos sicilianos, a los que dan dinero y de quienes reciben favores, bien en forma de contratos p¨²blicos desviados hacia sus empresas o avis¨¢ndoles cuando est¨¢n bajo investigaci¨®n. Por su parte, los pol¨ªticos locales acumulan bases de poder importantes y gran n¨²mero de votantes leales, y los pol¨ªticos nacionales buscan esos contactos y, a su vez, les ayudan. Es un sistema basado en el clientelismo y el poder, que cuenta con el apoyo del crimen organizado.
Aunque hay testigos que sostienen que la Mafia ha hecho un pacto con Berlusconi, y que Marcello Dell'Utri es su intermediario, no hace falta creerles para comprender que se trata, en cualquier caso, de una relaci¨®n muy poco saludable. La Mafia, como dejan claras las afirmaciones del jefe Guttadauro, act¨²a a partir del principio de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Y tanto la Mafia como Berlusconi est¨¢n librando desde hace tiempo una guerra incesante contra el aparato judicial italiano.
Con cierta ayuda del centro-izquierda, hay que reconocerlo, la coalici¨®n de Berlusconi ha reescrito la legislaci¨®n penal de tal manera que ahora es infinitamente m¨¢s dif¨ªcil condenar a acusados de todo tipo, incluidos los mafiosos. La longitud de los juicios se ha duplicado y los cambios legales ofrecen mil oportunidades de retrasar o revocar procesos bas¨¢ndose en peque?os detalles t¨¦cnicos, con el resultado de que, para entonces, ya ha transcurrido demasiado tiempo desde que se cometi¨® el delito. En casi todos los pa¨ªses, el calendario de prescripci¨®n se detiene en cuanto se inician las acciones judiciales, pero en Italia no es as¨ª y, por consiguiente, muchas condenas se eluden simplemente gracias a los retrasos. Asimismo, el Parlamento italiano ha eliminado las c¨¢rceles especiales para los jefes mafiosos m¨¢s peligrosos, que les imped¨ªan casi por completo comunicarse con sus organizaciones, y ha reducido las ventajas para los testigos que cooperen. Adem¨¢s, el Gobierno de centro-izquierda de Romano Prodi, con el respaldo entusiasta del centro-derecha, aprob¨® una amnist¨ªa que permiti¨® la salida de 26.000 presos; impidi¨® que el principal abogado de Berlusconi, Cesare Previti, condenado por sobornar a jueces, fuera a prisi¨®n, y puso en la calle a varios acusados de pertenencia al crimen organizado.
Todo esto no s¨®lo es moralmente repugnante, sino que es crucial para el mandato del nuevo Gobierno de centro-derecha. Entre los temas m¨¢s importantes de la reciente campa?a electoral estuvieron la criminalidad y la seguridad. Para ocuparse de ellos, el Gobierno tendr¨¢ que cambiar de pol¨ªtica respecto a la justicia penal. Como dijo hace poco Antonio Manganelli, jefe de la polic¨ªa italiana, "gran parte de lo que hacemos resulta in¨²til por el funcionamiento judicial. Tenemos un sistema de justicia lento y complicado que hace que la polic¨ªa se esfuerce en vano". Adem¨¢s, la coalici¨®n de Berlusconi est¨¢ basada en una profunda contradicci¨®n. Por un lado, tiene mucha fuerza en el norte, donde est¨¢ aliada al grupo autonomista Liga del Norte. Por otro, tiene mucha fuerza en el sur, donde el centro-derecha se apoya en un sistema de clientelismo que ha beneficiado enormemente a los grupos del crimen organizado. La Liga del Norte, principal ganadora en las elecciones del mes pasado, est¨¢ en contra de que el dinero de los impuestos del norte se utilice para sostener un Estado de bienestar en el sur.
Otro gran tema de campa?a fue el desastre de las basuras que se acumulan en las calles de N¨¢poles y otras ciudades cercanas. En el sur de Italia, la recogida y eliminaci¨®n de basuras est¨¢ en gran parte en manos del crimen organizado. Por tanto, para limpiar N¨¢poles, el Gobierno debe hacer frente a la Camorra, la versi¨®n napolitana de la Mafia. Y la presencia de numerosos pol¨ªticos (muchos m¨¢s de los que he mencionado aqu¨ª) que tienen lazos amistosos con personajes del crimen organizado sit¨²a al Gobierno actual en un rumbo de colisi¨®n entre el mandato de cambio que le otorgaron los electores y el arraigado sistema de clientelismo en el sur del pa¨ªs, del que la Mafia es un pilar fundamental.
A pesar de ello, la presencia de numerosas figuras con v¨ªnculos conocidos con el crimen organizado en la lista electoral del centro-derecha no fue un tema del que se hablara en campa?a. La coalici¨®n de Berlusconi incluy¨® a su buen amigo Marcello Dell'Utri, pese a su condena por relaciones con la Mafia, y, en plena campa?a, Dell'Utri hizo unas extra?as declaraciones en las que se refiri¨® a un mafioso llamado Vittorio Mangano -condenado entre otras cosas por asesinato y tr¨¢fico de hero¨ªna- y le calific¨® de "h¨¦roe". Dell'Utri hab¨ªa contratado en los a?os setenta a Mangano para trabajar para Berlusconi, entre otras cosas para que llevara y trajera a sus hijos del colegio. Mangano sigui¨® en n¨®mina incluso despu¨¦s de que le detuvieran y su largo historial criminal saliera a la luz. En la campa?a, Dell'Utri elogi¨® a Mangano por haberse negado a testificar contra ¨¦l y contra Berlusconi y haber preferido la omert¨¤ tradicional del mafioso. Berlusconi, en vez de distanciarse de los elogios que hab¨ªa hecho Dell'Utri de un asesino y narcotraficante, sum¨® su voz a las loas del "h¨¦roe" Mangano.
El nuevo presidente de la C¨¢mara Baja del Parlamento, Renato Schifani, tuvo relaciones de negocios con dos hombres que posteriormente fueron declarados culpables de pertenencia a la Mafia, y recibi¨® un lucrativo contrato para modificar la calificaci¨®n de unos terrenos en una ciudad siciliana cuyo ayuntamiento fue disuelto en dos ocasiones por estar bajo el control de la Mafia. Sin embargo, cuando el periodista italiano Marco Travaglio mencion¨® estos datos -que fueron desmentidos- hace unos d¨ªas en televisi¨®n, se desat¨® el caos. Pero la ira y la indignaci¨®n no se desencadenaron contra el pol¨ªtico por sus liaisons dangereuses, sino contra el periodista y quienes le hab¨ªan permitido hablar en televisi¨®n.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Alexander Stille es profesor de la Universidad de Columbia, Nueva York, experto en la Mafia.
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