Cocinar hizo del mono un hombre
La cocina de las estrellas es un invento para ricos, pol¨ªticos, empresarios y cargos p¨²blicos y echar de comer a los periodistas. La cocina es el medio. El cocinero es el mensaje. Hab¨ªamos conseguido lanzar un mensaje nuevo. Los espa?oles ya no ¨¦ramos unos canijos comedores de patri¨®ticas tortillas, ajos, paellas o gachas. Hace tiempo que no es as¨ª. Ya no somos canijos con mala leche -no es que est¨¦n abolidos, simplemente est¨¢n en decadencia-, sino que somos un pueblo que come modernidad, experimento, deconstrucci¨®n y ciencia-ficci¨®n.
Dec¨ªa Montaigne que el hombre es un animal que guisa. S¨ª, pero tambi¨¦n un animal que de vez en cuando levanta el hueso y atiza al mono que est¨¢ cocinando diferente. No hemos cambiado tanto. Picasso tambi¨¦n com¨ªa huevos fritos. Como Juan Mari Arzak. Y gambas a la plancha, como Ferran Adri¨¤. Incluso callos, como Santi Santamaria. Sigue siendo m¨¢s dif¨ªcil cambiar de gustos culinarios que de religi¨®n o equipo de f¨²tbol. Para ser buen cocinero es imprescindible tener memoria Y la memoria se alimenta con guisos de las madres, bocatas de la mili y cocidos populares. Hace unas noches, colado en una cena de casticismo progre y madrile?o donde se propon¨ªa la refundaci¨®n de izquierda desunida, tuve la sensaci¨®n de volver a la prehistoria, antes de Arzak, mucho antes de Adri¨¤. All¨ª, en aquel comedero de cuando fuimos progres, entre morcillas y codillos, entre cigarrillo y cigarrillo, se levant¨® Carrillo para aconsejar al bueno de Gaspar sobre la necesidad de soltar el lastre de la vieja izquierda: la grasa de los comunistas. Carrillo apuesta por la nueva cocina.
Somos un pueblo que come modernidad, experimento, deconstrucci¨®n y ciencia-ficci¨®n
Bajamos grasa en el restaurante tan civilizado de Juan Miguel Sola, donde hasta la Casa Real tiene que esperar su turno. No hab¨ªa nadie de Comisiones Obreras, pero estaban muchos navarros ilustres, y uno de cuyo nombre no quiero acordarme, adem¨¢s de un grupo de emboscados intelectuales, arquitectos, escritores y gentes del cine que se sorprendieron con el brindis del presidente navarro. Aprovech¨® el pachar¨¢n para recordar que los vascos no eran un reino. Y que ellos tienen m¨¢s gordos los esp¨¢rragos. Se nota que estamos en plena guerra culinaria.
Esa misma noche, en Madrid, Espa?a, el gran cabreado y m¨¢s grande cocinero Santamaria, volvi¨® atizando donde m¨¢s duele. Yo creo que Adri¨¤ y Santamaria est¨¢n cada d¨ªa m¨¢s unidos por sus muchas discrepancias. Ellos, m¨¢s la tropa vasca, representan a la cocina espa?ola. ?A su pesar? ?Los cocineros, como los peperos, son reinos de taifas? Dec¨ªa Pla que "para comer tortilla en esta Pen¨ªnsula se requiere, demasiadas veces, una cantidad notable de patriotismo y fe en el pa¨ªs". ?Aguantar¨¢ nuestra selecci¨®n de cocineros una tortilla espa?ola?
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