?El Dios del sufrimiento?
Vivimos en un mundo creado por un dios todopoderoso, omnisciente y absolutamente bueno? Los cristianos as¨ª lo creen. No obstante, todos los d¨ªas nos enfrentamos a un motivo poderoso para dudarlo: en el mundo hay mucho dolor y sufrimiento. Si Dios es omnisciente, sabe cu¨¢nto sufrimiento hay. Si es todopoderoso, podr¨ªa haber creado un mundo sin tanto dolor, y lo habr¨ªa hecho si fuera absolutamente bueno.
Los cristianos generalmente responden que Dios nos concedi¨® el don del libre albedr¨ªo, y por lo tanto no es responsable del mal que hacemos. Pero esta respuesta no toma en cuenta el sufrimiento de quienes se ahogan en inundaciones, se queman vivos en incendios forestales provocados por un rayo o mueren de hambre o sed durante una sequ¨ªa.
Si Dios es bueno y todopoderoso, podr¨ªa haber creado un mundo sin dolor
Los cristianos tratan de explicar este sufrimiento diciendo que todos los seres humanos son pecadores y merecen su suerte, por espantosa que sea. Pero los beb¨¦s y ni?os peque?os tienen las mismas probabilidades que los adultos de sufrir y morir en desastres naturales y parece imposible que lo merezcan.
Una vez m¨¢s, algunos cristianos sostienen que todos hemos heredado el pecado original cometido por Eva, que desafi¨® el decreto de Dios de no comer del ¨¢rbol del conocimiento. Esta es una idea repelente por partida triple, ya que implica que el conocimiento es malo, que desobedecer la voluntad de Dios es el mayor de todos los pecados y que los ni?os heredan los pecados de sus antepasados y pueden ser justamente castigados por ellos.
Aun si acept¨¢ramos todo esto, el problema sigue sin soluci¨®n. Los animales tambi¨¦n sufren a causa de las inundaciones, incendios y sequ¨ªas y, puesto que no descienden de Ad¨¢n y Eva, no pueden haber heredado el pecado original.
En tiempos pasados, cuando el pecado se tomaba m¨¢s en serio que hoy en d¨ªa, el sufrimiento de los animales planteaba un problema particularmente dif¨ªcil a los pensadores cristianos. El fil¨®sofo franc¨¦s del siglo XVII Ren¨¦ Descartes lo resolvi¨® mediante el dr¨¢stico recurso de negar que los animales puedan sufrir. Sosten¨ªa que los animales eran simplemente mecanismos ingeniosos y que no se deb¨ªan tomar sus chillidos y contorsiones como se?al de dolor, de la misma manera que no se toma el ruido de un reloj despertador como se?al de que tiene conciencia. Es poco probable que las personas que tienen un gato o un perro encuentren convincente ese argumento.
El mes pasado, en la Universidad de Biola, una escuela cristiana en el sur de California, debat¨ª la existencia de Dios con el comentarista conservador Dinesh D'Souza. En los ¨²ltimos meses, D'Souza ha insistido en discutir con ateos prominentes, pero a ¨¦l tambi¨¦n le cost¨® trabajo encontrar una respuesta convincente al problema que he descrito.
Primero dijo que puesto que los seres humanos pueden vivir eternamente en el cielo, el sufrimiento de este mundo es menos importante que si nuestra vida en este mundo fuera la ¨²nica que tuvi¨¦ramos. Eso sigue sin explicar por qu¨¦ un dios todopoderoso y absolutamente bueno lo permitir¨ªa. Por insignificante que sea este sufrimiento desde la perspectiva de la eternidad, el mundo estar¨ªa mejor sin ¨¦l, o al menos sin la mayor parte de ¨¦l. (Algunas personas afirman que necesitamos algo de sufrimiento para apreciar lo que es ser feliz. Tal vez, pero ciertamente no necesitamos tanto).
A continuaci¨®n, D'Souza adujo que como Dios nos dio la vida, no estamos en condiciones de quejarnos si no es perfecta. Utiliz¨® el ejemplo de un ni?o nacido sin una pierna. Dijo que si la vida en s¨ª misma es un don, no se nos hace un da?o si recibimos menos de lo que podr¨ªamos desear. En respuesta, se?al¨¦ que nosotros condenamos a las madres que da?an a sus beb¨¦s mediante el uso de alcohol o coca¨ªna durante el embarazo. No obstante, ya que le dan la vida a sus hijos, parece que seg¨²n la opini¨®n de D'Souza lo que hacen no tiene nada de malo.
Por ¨²ltimo, D'Souza recurri¨®, como lo hacen muchos cristianos cuando se les presiona, a la afirmaci¨®n de que no podemos esperar entender los motivos de Dios para crear el mundo tal como es. Es como si una hormiga tratara de entender nuestras decisiones, por lo insignificante que es nuestra inteligencia en comparaci¨®n con la infinita sabidur¨ªa de Dios. (?sta es la respuesta que se da de forma m¨¢s po¨¦tica en el Libro de Job). Pero una vez que abdicamos as¨ª de nuestra capacidad de raciocinio, bien podemos creer lo que sea.
Adem¨¢s, la afirmaci¨®n de que nuestra inteligencia es insignificante en comparaci¨®n con la de Dios presupone exactamente el punto que se est¨¢ debatiendo: que existe un dios omnisciente, omnipotente y absolutamente bueno. Las evidencias que tenemos ante nuestros propios ojos indican que es m¨¢s razonable creer que el mundo no fue creado por dios alguno. Si de cualquier forma insistimos en creer en la creaci¨®n divina, nos vemos obligados a admitir que el dios que cre¨® el mundo no puede ser todopoderoso y absolutamente bueno. O es malvado o no es muy h¨¢bil.
Peter Singer es profesor de bio¨¦tica en la Universidad de Princeton. ? Project Syndicate, 2008. Traducci¨®n de Kena Nequiz.
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