Una dama
Me pregunta un amigo si pienso que en la consideraci¨®n medi¨¢tica que est¨¢ recibiendo Hillary Clinton hay un tufillo machista. Me lo pregunta intuyendo que dir¨¦ que s¨ª y que iniciaremos una suerte de pelea cibern¨¦tica, porque mi amigo est¨¢, como muchos hombres, ligeramente escamado con esta "feminizaci¨®n" de la vida p¨²blica. Le digo que, en mi opini¨®n, Hillary se ha hundido sola. Comenz¨® a hundirse el d¨ªa en que, haciendo el papel de mujer abnegada, apoy¨® a ese hombre-ni?o que se dejaba toquetear por una becaria en el despacho oficial, a dos pasos de ella. Ese d¨ªa, Hillary no pens¨® en salvar su matrimonio sino en su futura carrera pol¨ªtica. As¨ª lo entienden ahora muchos votantes dem¨®cratas. Esa mujer brillante, sin duda, inspiradora de an¨¢lisis diarios en la prensa, ha confiado para esta precampa?a en el mismo hombre que se burl¨® de ella tantas veces. Resulta patol¨®gico. Bill Clinton la humill¨®, dicen que la sigue humillando (seg¨²n un reportaje en el Vanity Fair que ha provocado cierta controversia), y con sus intervenciones agresivas en esta ¨²ltima fase la ha conducido hacia lo que ya se apunta como el final de su carrera pol¨ªtica. Aun as¨ª, su figura seguir¨¢ siendo objeto de estudio: defensora de un buen sistema de sanidad p¨²blico y mujer que se dej¨® engatusar por el brillo del dinero; oradora exquisita que apel¨® a la rudeza para conseguir el voto de las clases humildes; mujer que denunciaba los ataques de los que era objeto por ser mujer y no ten¨ªa empacho en se?alar las dificultades de un negro para conquistar a los blancos pobres. Pura contradicci¨®n. Sin embargo, le digo a mi amigo, tambi¨¦n se recordar¨¢n los adjetivos que adornaron a la primera mujer que quiso ser presidenta de los Estados Unidos: zorra, mala, bruja, bicho, hist¨¦rica, etc¨¦tera. Adjetivos que, aqu¨ª y all¨¢, se utilizan s¨®lo para describir a una dama.
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