En busca del centro perdido
Si Fraga es el or¨¢culo de la derecha arqueol¨®gica, Rajoy se ha calado el sombrero de Indiana Jones y busca a la desesperada ese centro que el PP perdi¨® jam¨¢s en ninguna parte. Fraga ya ha vaticinado que Rajoy presidir¨¢ el partido, pero no el Gobierno, lo que no deja de ser, como corresponde a estas consultas, una respuesta sibilina. A dos escasas semanas del congreso de Valencia, los barones se hacen la foto con el ¨²nico candidato, hasta ahora, aunque alguno se persigne entre bastidores. Rajoy hace del desconcierto una estrategia a la gallega: nadie sabe si sube o baja, nadie, si ya tiene decidido qui¨¦n ser¨¢ el secretario general o si lo decidir¨¢ en el ¨²ltimo instante. ?Titubea o simplemente les est¨¢ vacilando a sus compadres? Pero hacer, como ha dicho, "un equipo muy representativo de lo que es el PP", si siempre ha sido una empanada, hoy es toda una ¨¦pica. Y Valencia, un escenario de b¨®lidos, soponcios y presumibles desplantes. El anfitri¨®n Francisco Camps, mientras, se va a Bruselas, echando por el camino miguitas de pan, para que los de Bruselas sepan por d¨®nde cae el corredor mediterr¨¢neo, y el socialista ?ngel Luna, que no le quita el ojo de encima, le ha recriminado: eso es cosa del Gobierno de Espa?a, aunque el Gobierno de Espa?a, todo sea dicho, anda tan desacelerado y con la hucha tan vac¨ªa, como para ir por ah¨ª tirando miguitas de pan.
El PP, desguazados sus prop¨®sitos m¨¢s que sus principios, y, muy en particular, su pragmatismo, despu¨¦s de chapotear en la indefinici¨®n, ha dado en un vertedero de despojos, donde junto a la derecha pedernal, se posicionan el insaciable neoliberalismo, el humanismo cristiano y el sosiego del ed¨¦n franquista, en la a?oranza de Mayor Oreja, y la hip¨®tesis de una derecha marianista que, seg¨²n afirma, quiere aplicarse en el di¨¢logo y la tolerancia, pero sin perder la esencia. En fin, un l¨ªo y una crisis de mucho cuidado que se ha venido exhibiendo en sesiones de matin¨¦e los ¨²ltimos lunes. Y qu¨¦ streep-tease de v¨¦rtigos y rubores: todo al aire, hasta el plumero de la renuncia y del sacrificio. El PP, adem¨¢s de Rouco y Garc¨ªa-Gasco, ya dispone de su propio martirologio. Ah¨ª, la San Gil, con la cruz del hero¨ªsmo a cuestas, o la sonrisa ligeramente sarc¨¢stica de la Espe, o la fe p¨²nica de Elorriaga...
Pero es en estos trances cuando tambi¨¦n se revelan las lealtades m¨¢s consolidados, las virtudes m¨¢s a¨¦reas y las ambiciones m¨¢s subrepticias. Qu¨¦ decir si no de los presidentes auton¨®micos, como los de Murcia y Valencia, que escoltan y llevan bajo el palio de su amistad a un Rajoy con la vista algo extraviada, pero bizarro y sin retroceder ni un paso hacia su desahogado y manso registro de la propiedad; qu¨¦ decir de tantos j¨®venes que lo tienen por gu¨ªa y se crecen a la sombra de su magisterio; qu¨¦ decir de cuantos aspiran a ocupar la vacante de ?ngel Acebes y se arriman y lo reciben con palmas, y algunos, como el inefable y nunca bien ponderado, Gonz¨¢lez Pons, se inspiran y sobredoran la aspereza pol¨ªtica evocando, en clave de agua, las corrompidas y empantanadas, y levantan puentes y m¨¢s puentes, en una met¨¢fora, como si pretendieran cruzar qui¨¦n sabe qu¨¦ personal Rubic¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.