Un fin de semana asambleario
ERC celebra su 25? congreso, en el que sus militantes elegir¨¢n por sufragio universal presidente y secretario general. Es una experiencia in¨¦dita, que puede ser crucial para el futuro del Gobierno de la Generalitat de Catalu?a
Josep Llu¨ªs Carod, el denostado l¨ªder de Esquerra Republicana (ERC), se sac¨® en el verano de 2007 un conejo de la chistera: le puso fecha a esa independencia de Catalu?a con la que ¨¦l sue?a noche y d¨ªa. Ser¨¢ en 2014, tres siglos despu¨¦s de la derrota del Onze de Setembre. Ese a?o, seg¨²n Carod, Catalu?a celebrar¨¢ un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n y todo comenzar¨¢ a marchar sobre ruedas.
ERC sigui¨® a Carod en 2007, pero desde entonces ese partido no ha hecho m¨¢s que perder votos a raudales. Y el propio Carod abandonar¨¢ hoy, s¨¢bado, la presidencia de Esquerra, en el 25? Congreso del partido.
S¨®lo a una organizaci¨®n como ERC, que entre sus haberes cuenta que proclam¨® la Rep¨²blica en 1931, puede ocurr¨ªrsele que podr¨¢ organizar desde el Gobierno catal¨¢n un refer¨¦ndum de independencia siete a?os despu¨¦s de no haber podido arrancar de las Cortes espa?olas un Estatuto de Autonom¨ªa que merezca su apoyo. Pero as¨ª son los de Esquerra, militantes de un partido prof¨¦tico para el que lo que cuenta es tener claro el objetivo final.
Por sorprendente que parezca fuera de Catalu?a, Carod es el m¨¢s pragm¨¢tico y moderado
Dentro de unas horas se sabr¨¢ si el actual Ejecutivo tripartito tiene fecha de caducidad
La sustituci¨®n de Carod es una de las pocas certidumbres previas a un congreso que tiene en vilo a todo el universo pol¨ªtico catal¨¢n. De la estabilidad de Esquerra depende la del Gobierno de la Generalitat que preside el socialista Jos¨¦ Montilla, porque suya es la llave que forma las mayor¨ªas parlamentarias. Pero, adem¨¢s, ERC es un colectivo de acreditada tradici¨®n antiautoritaria, aficionado a desautorizar a sus dirigentes en momentos clave, y se dispone a introducir una gran novedad en la pr¨¢ctica de los partidos de Catalu?a, y de Espa?a, eligiendo a su presidente y su secretario general por sufragio universal de todos los afiliados mediante voto secreto en urna.
Y esto sucede en un momento de notable desorientaci¨®n para ERC.
Compiten cuatro candidaturas. Una de ellas es partidaria de sustituir el tripartito de izquierdas que gobierna Catalu?a por un frente nacionalista de ERC con Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU). Otra exige renegociar las condiciones del tripartito, y las otras dos abogan por su continuidad.
El colegio electoral est¨¢ constituido por todos los militantes de ERC, de los que un 25% ha ingresado en los ¨²ltimos cuatro a?os. El sistema de votaciones es bastante libre: se puede votar al presidente de una candidatura y al secretario general de otra. Es la primera vez que se elige a los l¨ªderes por este sistema. En realidad, nadie sabe qu¨¦ va a pasar.
Algunos hitos en la historia reciente de Esquerra ayudan a comprender el porqu¨¦ del suspense. El ¨²ltimo congreso, celebrado en Lleida en 2004, tumb¨® la principal propuesta de la direcci¨®n, que pretend¨ªa instaurar el modelo de congreso por delegados, y consagr¨® la continuidad del asamblearismo. En 2006, las asambleas de las organizaciones territoriales impusieron el no al nuevo Estatuto de Autonom¨ªa en el refer¨¦ndum del 19 de junio a una direcci¨®n que hab¨ªa propuesto un s¨ª cr¨ªtico. A las bases de Esquerra no les import¨® que el precio a pagar fuera el de pasar a la oposici¨®n, provocar elecciones anticipadas y precipitar con ello la ca¨ªda de Pasqual Maragall, el primer presidente de izquierdas que Catalu?a ten¨ªa desde la Guerra Civil.
Ahora el secretario general, Joan Puigcerc¨®s, ha decidido poner fin a su maridaje con Carod, en lo que se presenta como la ruptura entre dos culturas pol¨ªticas cuya mezcla aportaba una cierta estabilidad al partido. Una, la representada por Puigcerc¨®s, procede de los amantes de la agitaci¨®n y la movilizaci¨®n continuas, con un punto de a?oranza por la insurgencia, pues no en vano incluye tambi¨¦n a ex activistas de grupos extraparlamentarios que merodearon en sus a?os juveniles por las cercan¨ªas de Terra Lliure. Son los que no dudan en acudir a manifestaciones contra decisiones de su propio Gobierno, los que forzaron el no al Estatuto y los partidarios de atender a las din¨¢micas locales aunque se hunda el mundo. La otra, personificada en Carod, pone el acento en la voluntad de gobierno, la conversi¨®n de Esquerra en un partido previsible, cre¨ªble. En sus or¨ªgenes pesa m¨¢s el activismo universitario, la voluntad de adaptar el catalanismo a una din¨¢mica social en cambio acelerado. La idea de Carod es que para madurar r¨¢pidamente Esquerra necesitar¨ªa un shock como el que represent¨® para el PSOE aquel 28? Congreso de 1979 en el que Felipe Gonz¨¢lez dej¨® plantados a los militantes que le hab¨ªan impuesto una orientaci¨®n izquierdista. Pero nunca se ha atrevido a imitarle. Aunque para muchos pueda parecer una broma, en esta confrontaci¨®n, Carod, el de la entrevista con ETA y el que sue?a con la independencia en 2014, abandera a los que se tienen como el sector sensato del partido.
Puigcerc¨®s presenta su candidatura a la presidencia de ERC, acompa?ado en la secretar¨ªa general por el actual portavoz en el Congreso de los Diputados, Joan Ridao. Tambi¨¦n ha anunciado que quiere ser el candidato de Esquerra a la presidencia de la Generalitat en las elecciones de 2010. Por decirlo r¨¢pido, quiere jubilar del todo a Carod, no s¨®lo como l¨ªder de ERC.
Ante el envite, Carod ha renunciado a repetir en la presidencia del partido y apoya para ese puesto a uno de sus fieles, Ernest Benach, presidente del Parlamento catal¨¢n. Ahora bien, Carod ha anunciado que s¨ª quiere ser de nuevo candidato a la presidencia de la Generalitat. La pugna entre ambos se decidir¨¢, pues, en unas primarias a celebrar dentro de un a?o y medio. As¨ª que las hostilidades continuar¨¢n con mucha probabilidad tras este congreso.
Por lo dem¨¢s, la cita congresual pilla a ERC en un momento de perplejidad y confusi¨®n, producto de un brusco choque con la realidad tras haber vivido durante cuatro a?os en un espejismo. La p¨¦rdida de la mitad de su electorado en las legislativas del 9 de marzo (del 15,9% de 2004 al 7,9% en 2008, 347.000 votos menos; de ocho a tres esca?os en el Congreso) mostr¨® que el independentismo ha dejado de crecer electoralmente, confirmando una tendencia ya apuntada en las ¨²ltimas auton¨®micas y municipales. Se ha ratificado el an¨¢lisis de quienes atribuyeron el espectacular resultado de 2004 a la campa?a gratuita que el Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar le hizo a Carod a ra¨ªz del viaje de ¨¦ste a Perpi?¨¢n en enero de aquel a?o. Y se ha desvanecido el ensue?o en que se mec¨ªan muchos de sus afiliados despu¨¦s del anterior ciclo electoral al alza. Consist¨ªa ¨¦ste en creer que la firmeza independentista iba a atraer a su campo a los nacionalistas disgustados por la alianza de CiU con el PP entre 1996 y 2003, y, al mismo tiempo, el giro a la izquierda le iba a abrir los caladeros de votos populares en los que pescan los socialistas.
Estas optimistas previsiones no se han verificado. Al rev¨¦s, en las legislativas del pasado marzo en Catalu?a se registr¨® una reducci¨®n del conjunto del espacio pol¨ªtico nacionalista, no s¨®lo del independentista. Este retroceso ha sido utilizado por el ala derecha del partido para acusar a la actual c¨²pula de haber convertido a ERC en un sat¨¦lite de los socialistas. La acusaci¨®n, amplificada machaconamente por los medios afines a CiU, se cruza con las cr¨ªticas de los sectores radicales que echan en falta avances r¨¢pidos hacia la independencia.
Nadie sabe qu¨¦ va a pasar en el congreso, pero en el propio partido muchos suponen que ganar¨¢ Puigcerc¨®s. La presunci¨®n se basa en que ¨¦ste controla el aparato y tiene el apoyo de las juventudes, de las que fue secretario general. Su programa incluye la continuidad del tripartito, como el de Benach. Aqu¨ª no hay, pues, mucha incertidumbre. El suspense est¨¢ en el apoyo que logre la lista de los partidarios de sustituir la alianza de izquierdas por un frente nacionalista de ERC con CiU. El promotor de esta visi¨®n es Joan Carretero, el mismo que en 2006 derrot¨® a la direcci¨®n en el debate sobre qu¨¦ votar en el refer¨¦ndum del Estatuto. Su posici¨®n es que Esquerra debe dar prioridad al eje nacional frente al eje social. Y considera que la alianza con una izquierda vinculada al PSOE es un suicidio para el independentismo. Si gana en este congreso, habr¨¢ un terremoto pol¨ªtico. Si logra muy buen resultado, aun sin ganar, puede que se abra una etapa de inestabilidad interna con consecuencias imprevisibles, tanto en el partido como en el juego de alianzas catalanas.
As¨ª que este congreso es importante para ERC, pero tambi¨¦n, y mucho, para el Gobierno catal¨¢n de izquierdas y para el centro-derecha nacionalista, en la oposici¨®n. El presidente Montilla sabr¨¢ este fin de semana si el tripartito tiene fecha de caducidad. Y el l¨ªder de CiU, Artur Mas, sabr¨¢ si crecen o disminuyen las posibilidades de que esta federaci¨®n recupere la presidencia de la Generalitat.
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