El tri¨¢ngulo del vidrio

Plinio el Viejo cuenta que cierto d¨ªa unos mercaderes fenicios se pararon a comer en la ribera arenosa del Belus sirio y, como no hab¨ªa piedras sobre las que apoyar la olla para calentarla, usaron unos bloques de sodio, llev¨¢ndose la sorpresa de su vida al ver que de all¨ª debajo sal¨ªa un l¨ªquido rojizo que al enfriarse se transformaba en un s¨®lido similar al cristal de roca. Hay quien pone en duda las circunstancias, pero nadie lo sustancial: que en Oriente Pr¨®ximo, a mediados del tercer milenio antes de Cristo, se obtuvo al azar esa mezcla de s¨ªlice (arenas), cal y ¨¢lcalis (sodio y potasa) que llamamos vidrio.

LA GRANJA

Cuatro mil y pico a?os despu¨¦s, en 1727, otro r¨ªo ver¨ªa nacer la Real F¨¢brica de Cristales de La Granja. Las razones por las que Felipe V eligi¨® este rinc¨®n de la sierra segoviana, en lugar de Madrid, no son nada misteriosas. A orillas del Eresma hab¨ªa arenas sil¨ªceas id¨®neas para hacer vidrio; hab¨ªa adem¨¢s un bosque, el pinar de Valsa¨ªn, como para alimentar la fragua de los c¨ªclopes, y un palacio en construcci¨®n necesitado de ventanas, vajillas y ara?as.

El que en tiempos de Carlos III fuera centro de producci¨®n de cristales planos, un magno edificio de 1770 con altas y precavidas b¨®vedas de ladrillo refractario, alberga hoy, entre otras dependencias dedicadas a la fabricaci¨®n y la ense?anza, el Museo del Vidrio, donde se puede ver desde un primitivo horno de fusi¨®n de ocho bocas hasta una muestra de vidrio art¨ªstico contempor¨¢neo, pasando por un mastod¨®ntico motor Hispano-Suiza, a gasolina y con manivela de arranque, que se usaba en su d¨ªa como grupo electr¨®geno de emergencia.

Como en un viaje por el tiempo cristalizado, se suceden las salas dedicadas a las c¨¦lebres vidrieras Maum¨¦jean, a las piezas hist¨®ricas de La Granja y a las botellas europeas de los siglos XVI al XIX, algunas de las cuales, las que tienen una p¨¢tina irisada, proceden de naufragios. Que un objeto surgido de un fuego cegador yazga 300 a?os en las fr¨ªas oscuridades submarinas, y al volver a la superficie luzca colores m¨¢s vistosos, es un misterio encantador, digno de un poema, que hace que uno mire con nuevos ojos desde las vidrieras de las catedrales hasta el humilde botell¨ªn de cerveza.

Lo m¨¢s interesante del museo, empero, es ver trabajar a los artesanos en el horno, extrayendo la posta incandescente de un crisol que ronda los 1.500 grados, soplando el vidrio con la ca?a a pulso o en molde, d¨¢ndole a la ampolla la forma deseada y recociendo durante horas las piezas terminadas para que no se casquen al enfriarse s¨²bitamente. Observando esta faena de los d¨ªas de Pepe-Hillo, en la que intervienen seis operarios tiznados y sudorosos dirigidos por un maestro de plaza, se comprende por qu¨¦ una copa normalita de La Granja cuesta 20 euros -de los floreros, ni hablamos- y por qu¨¦ el vidrio artesanal se mueve en circuitos m¨¢s reducidos que los de un MP3.

ALCORC?N

M¨¢s minoritario, si cabe, es el arte contempor¨¢neo en vidrio. S¨®lo hay un museo consagrado a ¨¦l en Espa?a, el Museo de Arte en Vidrio de Alcorc¨®n (MAVA). Como se explica a los visitantes, ¨¦ste es un arte muy reciente, pues los experimentos del norteamericano Harvey Littleton y el Studio Glass Movement, que sacaron el vidrio de la reclusi¨®n de las f¨¢bricas, datan de los a?os sesenta del pasado siglo; pero un arte que ha evolucionado en cuatro d¨¦cadas como si fueran 40, desarrollando las m¨¢s variadas t¨¦cnicas: vidrio fundido, colado en molde, estirado, centrifugado, pegado, tallado, cortado...

El Castillo Grande de San Jos¨¦ de Valderas, un palacete historicista de 1917 que sobrevive como un n¨¢ufrago del tiempo en esta ciudad de la periferia madrile?a, aloja las 160 obras de ocho artistas espa?oles y 82 for¨¢neos que forman la colecci¨®n permanente del MAVA, entre las que destacan las del abulense Javier G¨®mez, promotor y asesor del museo, con sus caracter¨ªsticas estructuras torsionadas de vidrio laminado. Claro que, como sobre gustos no hay nada escrito, y m¨¢s en un arte tan novedoso, la pieza que goza de m¨¢s tir¨®n popular es la titulada Blancanieves, de Javier P¨¦rez Blanco, una figura yacente a la que se le ilumina la cara cuando siente cerca el aliento de los visitantes.

BARCELONA

Quiz¨¢ alguno de los visitantes, impresionado por lo que ha visto en Segovia, acuda el d¨ªa de ma?ana a la Fundaci¨® Centre del Vidre de Barcelona, que es el ¨²nico centro de formaci¨®n en vidrio art¨ªstico, aparte del de La Granja, que hay en Espa?a, y por el que han pasado en los ¨²ltimos 20 a?os m¨¢s de un millar de alumnos. En sus instalaciones de la estaci¨®n de Sants se imparten a lo largo del a?o 21 cursos monogr¨¢ficos, de entre 10 y 60 horas de duraci¨®n, que abarcan desde lo muy grande (vitrales) hasta lo muy peque?o (joyer¨ªa y microesferas), y retos tan curiosos como, por ejemplo, el de transformar el logotipo de una empresa en un objeto funcional de tres dimensiones, reciclando botellas de mil colores.

La Fundaci¨® Centre del Vidre no puede visitarse como un museo, porque no lo es, pero est¨¢ integrada en la plataforma Barcelona Turismo Creativo (www.barcelonacreativa.info), una singular iniciativa que permite a los viajeros con inquietudes art¨ªsticas realizar actividades en la ciudad. Hay de todo: una escuela sueca de dise?o industrial, la Gymnasieskola de Falkensbergs, que env¨ªa a sus alumnos a la Fundaci¨® a practicar las diversas t¨¦cnicas del vidrio; una profesora de matem¨¢ticas rusa que no se pierde el encuentro anual de baile swing Barswingona; el traductor alem¨¢n J¨¹rgen Reinecke, que viene todos los veranos a vivir las fiestas del barrio de Gracia como miembro de un grupo de castellers..., y cosas a¨²n m¨¢s raras, porque los esp¨ªritus creativos son as¨ª, caprichosos y proteicos, como el vidrio.