"Gallard¨®n ser¨ªa el mejor sucesor de Rajoy"
El episodio da para una pel¨ªcula de Pajares y Esteso. El d¨ªa que Fraga se dio el famoso ba?o en la playa de Palomares, "un grupo de chicas de muy buen ver", actrices, estuvieron a punto de posar con ¨¦l para la foto. Fueron los dos coroneles que le acompa?aban en la inmersi¨®n en aguas turbulentas los que le disuadieron de posar con ellas. Resultaba inoportuno, tal vez indecoroso. El en¨¦rgico ministro de Informaci¨®n y Turismo, enfundado en su ba?ador sobaquero, dej¨® para la posteridad unas impagables im¨¢genes con aromas de No-Do y se remoj¨®, finalmente, junto al embajador norteamericano. ?T¨ªtulo de la pel¨ªcula que en esos d¨ªas rodaban en Almer¨ªa el grupo de voluntariosas y entusiastas actrices?: Las siete magn¨ªficas.
"La pena de muerte en estos momentos la pueden aplicar los de ETA; nosotros, no"
"La mayor¨ªa del partido est¨¢ con Alberto Ruiz-Gallard¨®n. Para el futuro, claro"
"No tengo m¨¢s simpat¨ªas por McCain. Soy de centro reformista, como Obama"
"Costa es un hombre muy preparado, pero s¨®lo tiene apoyos en un sector del partido"
Por las tardes va al gimnasio y lee. En sus manos tiene ahora el libro de Rouco Varela
"Cuando le di la perdigonada a la marquesa de Villaverde, dio un gritito"
"Podr¨ªa haber sido el ba?o m¨¢s fotografiado de la historia", dice entre risas el veterano pol¨ªtico. Con la mirada oblicua, inclin¨¢ndose hacia adelante, remata la jugada: "Conseguimos que, por primera vez, en la portada de The New York Times salieran cuatro hombres en ba?ador".
Manuel Fraga Iribarne conserva a sus 85 a?os el humor, la lucidez y el pronto, que no le abandona. La crisis del partido que fund¨® en el a?o 1989 le acaba de devolver a la primera l¨ªnea de la actualidad pol¨ªtica. Unos le insultan por la calle pidi¨¦ndole que se jubile, otros le consultan, intermedia entre sectores del PP, se siente voz de referencia. Y aunque procura ser cauto a la hora de hablar de las trifulcas internas -"yo no tomo partido", es lo primero que dice al llegar-, a medida que transcurre la entrevista le pasa como a Maradona, que se le ven los colores.
-Alberto Ruiz-Gallard¨®n, por el cual usted siempre apost¨®, est¨¢ siendo muy atacado desde distintos sectores. ?C¨®mo asiste usted a ese proceso?
-En el partido hay una mayor¨ªa que apoya el centro reformista. Y como es natural, ¨¦l ha estado en medio de la pugna esta que han mantenido Rajoy y la se?ora Aguirre... Yo le puedo decir que en el partido los a?os no pasan en balde, y la mayor¨ªa est¨¢ con ¨¦l.
-?La mayor¨ªa est¨¢ con Gallard¨®n?
-Yo creo que s¨ª. La mayor¨ªa est¨¢ con ¨¦l. Para el futuro, claro.
-?Y eso qu¨¦ significa?
-Pues que la idea que tuvimos muchos de que el partido no era de derechas ni conservador, sino de centro reformista, encuentra en ¨¦l su mejor encarnaci¨®n.
-?Es ¨¦l el mayor representante de ese valor de centro en el partido?
-De centro reformista, subrayo eso. Yo creo que s¨ª. Para m¨ª lo es.
-Y en ese sentido, el d¨ªa en que tenga que haber un sucesor de Mariano Rajoy, ?¨¦l ser¨ªa el mejor candidato posible?
-Yo creo que s¨ª. Ruiz-Gallard¨®n ser¨ªa el mejor sucesor de Rajoy.
-?Pero piensa usted que puede conseguir el apoyo del partido para esa tarea?
-Lo creo muy probable.
-Cree que contar¨¢ con suficiente apoyo.
-Que s¨ª, ya se lo he dicho antes.
El pronto. El sempiterno pronto. El pronto que siempre tuvo y que siempre tendr¨¢, genio y figura. Un pronto menos en¨¦rgico que en sus a?os de "la calle es m¨ªa", cabe suponer; un pronto velado y a medio gas, pero pronto al fin y al cabo.
-?Y qu¨¦ opina usted de la candidatura de Juan Costa?
-Costa es un hombre muy preparado, fue ministro, tiene una buena preparaci¨®n econ¨®mica, yo le pude ayudar en la ¨²ltima campa?a electoral a confeccionar el programa y creo que tiene muy buenas condiciones. Pero tiene apoyos dentro de un sector, y no en el conjunto del partido, como a quien mencion¨¢bamos antes.
-Tendr¨ªa m¨¢s apoyos Ruiz-Gallard¨®n que Costa.
-Yo estimo que s¨ª.
-Y en el corto plazo, ante el congreso...
-No tengo nada m¨¢s que hablar del congreso, porque est¨¢ demasiado pr¨®ximo y yo no debo influir.
-?Usted prefiere no influir?
-Yo no debo influir m¨¢s que en arreglar las cosas, que los desacuerdos se superen y poner de mi parte para ello. Y usted no me pregunte lo que yo quiero del congreso porque no se lo voy a decir.
-Vale, me parece muy bien. S¨®lo quer¨ªa saber de su labor de mediaci¨®n ante esa cita.
-Yo estoy haciendo lo que puedo para evitar que esto estropee el congreso, que puede ser muy ¨²til. Y hay que recordar que el propio Rajoy ha prometido un nuevo congreso en su d¨ªa para designar al candidato de la oposici¨®n a presidente del Gobierno. Y sobre esto no insista usted m¨¢s.
Categ¨®rico. Se muestra tan amable como cortante cuando la cuesti¨®n le incomoda. No le gusta nada que le interrumpan, y lo se?ala en varias ocasiones. A la cita acude acompa?ado de su guardaespaldas, al que enseguida pide que le espere a las puertas del restaurante en el que se desarrolla la entrevista. Camina con dificultad, s¨ª, pero se maneja con el bast¨®n. Para comer, desde luego, no necesita ayuda. Vaya apetito el de don Manuel.
A sus 85 a?os intenta mantener su car¨¢cter de trabajador incansable y madrugador. En el Senado ya se sabe que el d¨ªa comienza cuando ¨¦l aparece. Se levanta a las seis de la ma?ana -"ya no duermo tan bien como antes"- y llega siempre el primero; su secretaria es la que enciende los interruptores del Senado, vamos, a las 8.30 en punto. Llega con cinco peri¨®dicos ya le¨ªdos y se entrega entonces a la romer¨ªa de visitas. Recibe por igual al pescador que al ex ministro. La agenda la tiene repleta: reuniones, comidas, citas a todas horas. Por la tarde, ni corto ni perezoso, una hora de gimnasio. Y para rematar la jornada, sesi¨®n de lectura. Siempre lee varios libros en paralelo. En estos d¨ªas tiene entre sus manos Alto y claro, conversaciones con Rouco Varela. "Un libro importante", se?ala.
Fraga es de domingos de misa y nietos correteando por Majadahonda. Vive en Madrid con su hija Maribel, Pizquito, que as¨ª la llaman en la familia; m¨¦dica internista, la que se ocupa de ¨¦l. Su mujer, Carmen Est¨¦vez, con la que tuvo cinco hijos, muri¨® hace ahora 12 a?os. Desde entonces ha sido operado de una hernia discal, otra inguinal y se le ha implantado un marcapasos. Pero ¨¦l no para quieto.
Sigue elaborando informes para la direcci¨®n del partido. Uno de los ¨²ltimos ha sido un an¨¢lisis sobre los sistemas de primarias. "Es un sistema que est¨¢ hecho para los americanos. Y luego, despu¨¦s de tanta primaria, es el pa¨ªs en el que m¨¢s abstenci¨®n hay del mundo". Fraga saluda la posible llegada de un negro a la Casa Blanca. "Obama ser¨ªa el primer hombre de color presidente, aunque sea de un color suavizado. Eso si todo sale bien y no le matan".
Fraga vivi¨® el asesinato de Martin Luther King en Estados Unidos.
El fundador del Partido Popular recuerda perfectamente aquel fat¨ªdico 4 de abril de 1968. El d¨ªa en que James Earl Ray segaba de un balazo la vida del l¨ªder de la gran revoluci¨®n negra en un hotel de Memphis (Tennessee). El entonces ministro de Informaci¨®n y Turismo se encontraba en Misuri cenando con el alcalde de San Luis, un tal Cervantes -"nada que ver con don Miguel"; la memoria es otra de las cosas que no le fallan-. A mitad de condumio, el alcalde abandon¨® la mesa a toda prisa para apaciguar las revueltas en los barrios negros: "Se hab¨ªa montado un pitote de cien mil pares de demonios".
-?Considera que ser¨ªa una buena noticia que Obama saliera elegido presidente?
-S¨ª ser¨ªa una buena noticia. A m¨ª me alegrar¨ªa.
-Pero tendr¨¢ usted m¨¢s simpat¨ªas por McCain que por Obama.
-No, yo no tengo m¨¢s simpat¨ªas por McCain. Yo soy de centro reformista, como Obama. Y adem¨¢s yo empec¨¦ antes que ¨¦l.
Las vueltas que da la vida. El ¨²ltimo representante de toda una estirpe, el pol¨ªtico que permanece como ¨²nico puente entre el franquismo y la democracia del siglo XXI, resulta ser entusiasta partidario de Obama.
El ganador de cuatro mayor¨ªas absolutas consecutivas que le llevaron a presidir la Xunta de Galicia por espacio de 15 a?os accedi¨® a la pol¨ªtica relativamente tarde para lo que eran aquellos tiempos. A los 29 a?os. Hizo una carrera r¨¢pida. Francisco Franco Bahamonde quer¨ªa hacer de ¨¦l un ministro de Educaci¨®n, una cartera con la que ¨¦l se hubiera sentido muy c¨®modo: "Si me llega a mandar ah¨ª, tal vez ahora no estar¨ªamos en los ¨²ltimos puestos del Informe Pisa". Cuando el dictador le ofreci¨® la cartera de Informaci¨®n y Turismo, estuvo a punto de rechazarla. "Pero me di cuenta de que en el campo de Informaci¨®n estaban las grandes cuestiones del r¨¦gimen".
Su car¨¢cter impetuoso y fogoso contrast¨® con la serena frialdad de Franco. "?l me llam¨® cuando sab¨ªa que hab¨ªa que hacer cambios. Sab¨ªa que yo lo pod¨ªa hacer con prudencia y con decisi¨®n".
Durante su etapa de ministro, el General¨ªsimo s¨®lo le llam¨® una vez. Para que se hiciera cargo del telegrama que Jruschov acababa de enviar protestando por la detenci¨®n de Juli¨¢n Grimau, el hist¨®rico dirigente comunista. Fraga habla del episodio que condujo al fusilamiento de Grimau ateni¨¦ndose a la versi¨®n oficial. "Yo me enter¨¦ de que se hab¨ªa detenido a este se?or por el subsecretario de Gobernaci¨®n. Se hab¨ªa tirado por la ventana, pero no se hab¨ªa hecho mucho da?o". La otra versi¨®n habla de torturadores que arrojan al vac¨ªo, por una de las siniestras ventanas de la DGS, a un preso con las manos esposadas.
-Pero ?no ve de manera distinta aquel episodio ahora que han transcurrido los a?os?, ?era preciso fusilar a aquel hombre?
-Aquel hombre hab¨ªa cometido cr¨ªmenes probados.
-Pero supongo que usted, como hombre de centro reformista, no apoyar¨ªa ahora la pena de muerte.
-La pena de muerte en este momento la pueden aplicar los de ETA, y nosotros, no. Ellos pueden cometer cr¨ªmenes sin temer por su vida.
-Pero usted no apoya la pena de muerte.
-No me da la gana de responder a su pregunta. Ha insistido usted demasiado.
La caza, una de sus grandes pasiones, ya la tiene abandonada por los problemas de su pierna izquierda. Hace dos a?os, sin ir m¨¢s lejos, consigui¨® un r¨¦cord: 20 puntas y 217 puntos, que, a decir de los entendidos en la cuesti¨®n, es una barbaridad, y m¨¢s a su edad. Episodios de caza podr¨ªa contar miles, pero si alguno ha quedado en la memoria es el perdigonazo que le dio en el trasero a la mism¨ªsima hija de Franco. Fue el 1 de febrero de 1964. "Lo pas¨¦ fatal. Cuando le di la perdigonada a la marquesa de Villaverde, dio un gritito. Tuvo que venir el m¨¦dico de Franco y sacarle del pompis unos cuantos perdigones".
-?Y qu¨¦ hizo Franco?
-Portarse como un perfecto caballero, con la frialdad que le era propia.
Dice don Manuel que a ¨¦l tambi¨¦n le han dado alguna vez: "El perdig¨®n tiene su vida propia, sus caprichos".
A don Manuel se le cierran los ojos y se apoya algo m¨¢s sobre su bast¨®n, que reposa durante toda la comida entre sus piernas. Ya lleva una hora y media de entrevista, regalando historias. Se rehace y vuelve a abrirlos. Tiene una mirada verde y velada. Chaqueta azul, jersey azul, corbata roja. Una insignia constitucional brilla en su solapa.
En este mismo restaurante, Jos¨¦ Luis, junto al estadio Santiago Bernab¨¦u, se reuni¨® con los padres de la Constituci¨®n. "Yo fui el primero que invit¨® a cenar a los ponentes", dice con orgullo. "Cuando quedas a comer, todo es m¨¢s distendido, se bromea". No quiere decir qui¨¦n era el m¨¢s bromista del grupo, pero s¨ª recuerda que, contra todo pron¨®stico, no fue con "el comunista" con el que m¨¢s discrep¨®. Coincidi¨® bastante con Jordi Sol¨¦ Tur¨¢.
Acude a este local desde el a?o 1962, cuando el Ministerio de Informaci¨®n y Turismo estaba al lado del Bernab¨¦u, donde hoy est¨¢ el de Defensa. De su actual titular, Carme Chac¨®n, tiene buena opini¨®n. Siempre recuerda aquel abrazo que ella le dio en el Senado y que casi le tira al suelo. Celebra que una mujer ejerza esa responsabilidad, pero dice que no deja de parecerle raro que una mujer embarazada le diga a la tropa que se ponga firme: "No acabo de verlo del todo".
La efusi¨®n que postres y licores aportan a las mesas circundantes convierte cualquier intento de entenderle en vano. Fraga se retira. En el camino hacia la puerta de salida le abordan cuatro grupos de personas; a todos les saluda. Un mauritano se le acerca a darle la mano, y Fraga le responde en un excelente franc¨¦s, el idioma en el que le hablaba su madre. Bueno, Mar¨ªa Iribarne, que era vasca francesa, hablaba siempre en franc¨¦s excepto cuando se enfadaba. Cuando se enfadaba, soltaba alguna que otra palabra en vascuence.
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