Los militantes de ERC eligen a Puigcerc¨®s y apuestan por el tripartito

Continuar el tripartito o acercarse a Converg¨¨ncia i Uni¨®. ?sta era una de las cuestiones de fondo que se dirim¨ªan en la votaci¨®n a presidente y secretario general ayer de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Y se opt¨® por mantener el actual pacto de izquierdas, aunque con matices. El equipo de Joan Puigcerc¨®s y Joan Ridao gan¨® las elecciones internas, seg¨²n los primeros datos del partido aportados anoche. Pero la victoria no fue rotunda. En segunda posici¨®n de un ranking de cuatro opciones quedaron los representantes del sector m¨¢s cr¨ªtico con el actual orden de cosas, representado por Joan Carretero, el ex consejero de la Generalitat que en 2006 empuj¨® a ERC a votar no al Estatuto.

Los socios de ERC en el tripartito consideran a salvo el actual Gobierno

El continuismo de Puigcerc¨®s logra cerca del 37% de los apoyos

Seg¨²n los datos provisionales de la votaci¨®n de cerca de 7.000 militantes, la candidatura de Puigcerc¨®s se impuso por el 40% de los votos, seguida por la de Carretero con el 28% y por la de Ernest Benach (representante del sector de Carod Rovira) con cerca del 26%. A las diez de la noche, el escrutinio continuaba.

El peso de las candidaturas cr¨ªticas ha sido determinante en el nuevo mapa de Esquerra. La configuraci¨®n de la nueva ejecutiva ser¨¢ un verdadero encaje de bolillos. Establecer un pacto oficialista entre carodistas y seguidores de Puigcerc¨®s provocar¨ªa una ola cr¨ªtica en el c¨®nclave del pr¨®ximo s¨¢bado, que dibujar¨¢ la estrategia de futuro del partido.

La tercera clave es la disoluci¨®n del carodismo. Los resultados de Ernest Benach, que qued¨® tercero en la carrera presidencial, sellan el fin de la influencia de Carod en las m¨¢s altas instancias del partido. Otra cosa es su peso y carisma a la hora de ser candidato, opci¨®n que el mismo Carod se reserva. Para otro candidato no ser¨ªa un mal resultado, pero para el refundador del independentismo catal¨¢n es un p¨¦simo balance. Se diluye el carodismo y Puigcerc¨®s coge el cetro que durante a?os ha manejado en segunda l¨ªnea. Una de las pocas conclusiones que se puede extraer de los n¨²meros brutos es que el acuerdo de gobierno de izquierdas se va a mirar con lupa estos pr¨®ximos d¨ªas. Pero nadie habla de ruptura. El choque de trenes es ineludible de nuevo, pero ser¨ªa previsiblemente en la segunda mitad de 2009.

Los socios de ERC en el Gobierno catal¨¢n contuvieron la respiraci¨®n hasta el ¨²ltimo momento. La tranquilidad no lleg¨® al Partit dels Socialistes y a Iniciativa hasta que el recuento de votos fue apuntando como vencedoras la candidatura continuista de Joan Puicerc¨®s y Joan Ridao, dos partidarios de mantener hasta el ¨²ltimo d¨ªa el actual pacto de Gobierno tripartito, que expira en 2010. "No habr¨¢ grandes sorpresas", se atrevieron a vaticinar en la direcci¨®n del PSC al ser preguntados por lo que pasar¨¢ ahora.

Puigcerc¨®s era, de hecho, el candidato favorito del PSC. El hasta ayer secretario general de ERC y desde hoy presidente del partido ha sido el principal interlocutor entre Esquerra y el presidente de la Generalitat, Jos¨¦ Montilla, en los ¨²ltimos cuatro a?os. Ambos negociaron la constituci¨®n del primer gobierno tripartito de la Generalitat en 2004, presidido por Pasqual Maragall. Los socialistas son conscientes que dif¨ªcilmente ERC podr¨ªa optar a reeditar el pacto tripartito una tercera vez - "han tenido mucho desgaste"- pero s¨ª aspiran a que el actual pacto se mantenga como m¨ªnimo un a?o y medio m¨¢s.

La derrota de los partidarios de Josep Llu¨ªs Carod Rovira, representados por Ernest Benach, siembra todo tipo de dudas sobre la continuidad en el Gobierno del hasta ayer presidente del partido. Eso s¨ª, en p¨²blico, nadie v¨¦ motivos para que Carod deba abandonar el Gobierno de forma inmediata. Es m¨¢s, el entorno de Joan Puigcerc¨®s ha defendido durante toda la campa?a electoral que Carod se mantenga en el cargo hasta el ¨²ltimo d¨ªa de mandato. Los detractores de Carod, una mayor¨ªa en el aparato de ERC, prefieren que el vicepresidente aguante y sea quien se queme, asumiendo las decisiones del Gobierno a menudo poco digeribles para las inflamables bases republicanas.