Las lecciones econ¨®micas que la historia no puede ense?arnos
Hace un siglo, el estimado fil¨®sofo George Santayana advert¨ªa que "quienes no conocen la historia se ver¨¢n obligados a repetirla". Y se puede a?adir que "los que sabemos historia nos veremos obligados a repetirla con ellos".
?Por qu¨¦ nuestros expertos m¨¢s experimentados no previeron la crisis financiera mundial provocada por el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2006?
Nadie puede pronosticarlo todo sin equivocarse nunca. Pero la precisi¨®n media de los pron¨®sticos a largo plazo de los l¨ªderes var¨ªa. Alan Greenspan, durante sus d¨¦cadas de servicio p¨²blico y asesor¨ªa privada, era definitivamente mejor que la mayor¨ªa. Antes de 1997 cometi¨® alg¨²n que otro fallo. Pero la mayor parte de las veces fueron pecados veniales, no lo que los te¨®logos denominan pecados mortales.
Sin embargo, justo antes de jubilarse como gobernador de la Reserva Federal, en enero de 2006, Greenspan cometi¨® un error garrafal que arruinar¨¢ para siempre su reputaci¨®n.
Mientras el estallido de la burbuja de las hipotecas basura se desarrollaba ante ¨¦l, ¨¦l lo ve¨ªa todo de color de rosa. Los nuevos modelos de ingenier¨ªa financiera, sometidos a una dr¨¢stica liberalizaci¨®n, reventaban estruendosamente a causa de las malas decisiones financieras. A Greenspan le parec¨ªa una forma inteligente de asumir riesgos por parte de respetados activistas de Wall Street.
Lo que antes y despu¨¦s del hecho eran malas finanzas, Greenspan lo ve¨ªa como algo prometedor. Sospecho que esto se debe a sus recuerdos inconscientes del liberalismo extremo de Ayn Rand.
Pero Greenspan no ha sido ni mucho menos el ¨²nico. Ninguno de los directores generales de los mayores bancos de inversi¨®n ten¨ªa ni la m¨¢s remota idea de las matem¨¢ticas de los derivados o del hiperendeudamiento y falta de transparencia en los que estaban cayendo.
Ahora, los expertos del Wall Street Journal nos dicen los lunes, los mi¨¦rcoles y los viernes que "lo peor ha pasado ya". Pero los martes, los jueves y los s¨¢bados aseguran que "lo peor a¨²n est¨¢ por llegar".
?En qu¨¦ quedamos? ?Qu¨¦ conocimiento de la historia pasada podr¨ªa ayudar a responder a esa oportuna pregunta? La historia econ¨®mica real, casi por definici¨®n, es lo que los matem¨¢ticos denominan una serie temporal no estacionaria. Las probabilidades pasadas pueden resultar ¨²tiles, pero s¨®lo hasta cierto punto. Y cuando ocurren cosas nuevas, a veces parlotear de historia puede resultar muy peligroso.
Siempre puede haber algo nuevo bajo el sol, aunque uno no deba darlo por hecho. La gran depresi¨®n de 1929-1939 no pod¨ªa ocurrir, pero ocurri¨®. La Alemania de Hitler estuvo a punto de ganar la Segunda Guerra Mundial, pero la perdi¨®.
Todo lo anterior es una forma de decir que nadie puede saber a ciencia cierta cu¨¢ndo se recuperar¨¢ la econom¨ªa mundial del gran bache que atraviesa ¨²ltimamente. Sin embargo, una cosa s¨ª sabemos. No podemos dar por hecho que el sistema se restablecer¨¢ por s¨ª solo. El jefe de la Reserva Federal, Ben Bernanke, hizo lo que ten¨ªa que hacer cuando ampli¨® las competencias de nuestro banco central para controlar la sangr¨ªa financiera.
Yo supongo que despu¨¦s de la victoria del Partido Dem¨®crata en noviembre de 2008 ser¨¢ necesario que la pol¨ªtica se desplace un poco m¨¢s hacia el centro: 1) para una regulaci¨®n m¨¢s sensata; y es posible que 2), Estados Unidos tenga que acabar multiplicando el gasto federal para solucionar el caos provocado por la ingenier¨ªa financiera.
Eso es lo que hubo que hacer en Estados Unidos y en Alemania en el periodo de 1933-1939 para recuperarse de la depresi¨®n provocada por el enorme gasto deficitario. Esto, y no la relajaci¨®n del cr¨¦dito por parte de los bancos centrales, es lo que devolvi¨® las oportunidades de empleo a uno de cada tres parados de larga duraci¨®n estadounidenses y alemanes.
Buscar chivos expiatorios es demasiado f¨¢cil. Los que se encargan de controlar el riesgo especulativo en la Comisi¨®n del Mercado de Valores estadounidense (SEC) se quedaron dormidos al volante, al igual que los responsables de los bancos centrales de Estados Unidos y Reino Unido, y el nuevo Banco Central Europeo. ?Y d¨®nde estaban las grandes, probadas y fidedignas empresas contables? Liderando y apoyando la embestida hacia abismos desconocidos de endeudamiento y riesgo, en lugar de tratar de controlarlos. Y la lista no se acaba nunca.
Me detengo en el indecente fracaso de las tres principales agencias de calificaci¨®n. Otorgaban indiscriminadamente la mejor calificaci¨®n al pescado bueno, al adulterado, y al adulterado y maloliente. ?Por qu¨¦? Pues porque, como es l¨®gico, de lo contrario perder¨ªan las grandes comisiones que los clientes pagaban s¨®lo a los mensajeros que tra¨ªan buenas noticias.
En resumidas cuentas, el sistema financiero durante la guardia del presidente Bush se hab¨ªa vuelto sistem¨¢ticamente fr¨¢gil y peligroso.
Despu¨¦s de todas mis malas noticias, puede que suene optimista si digo que el caos tiene soluci¨®n. Con el tiempo y con sentido com¨²n, tras la victoria en noviembre de las pol¨ªticas centristas, podr¨¢n remediarse todos los grandes males.
Sin embargo, dado que las viviendas, las oficinas y las f¨¢bricas son bienes tan duraderos, es probable que la crisis inmobiliaria no dure meses, sino a?os. Es m¨¢s, los realistas deben esperar las habituales medidas iniciales poco sensatas por parte de los vencedores dem¨®cratas, como las que descalabraron los planes del new deal de Franklin Roosevelt durante sus primeros a?os de presidencia. Tambi¨¦n las buenas acciones econ¨®micas del presidente Clinton se produjeron principalmente durante su segundo mandato en la Casa Blanca.
Ninguna democracia es perfecta. Lo preocupante son las promesas que los ganadores tienen que hacer a algunos grupos concretos para ganar.
Dejo para otro d¨ªa la amenaza del proteccionismo extremo alimentada por todo lo que las clases medias han tenido que sufrir durante los ocho a?os de Bush en el poder.
(c) 2007, Paul Samuelson. Distribuido por Tribune Media Services.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.