?De la generaci¨®n del 98 a la 'Chiki chiki'?
Generaci¨®n es el ¨²nico concepto sociol¨®gico made in Spain. Quien condens¨® las sugerencias previas de historiadores, soci¨®logos y dem¨®grafos fue Ortega y Gasset. Cada oleada de coet¨¢neos es marcada por un herraje cultural distinto, ya que la cultura evoluciona a un ritmo marcado por el factor i (capacidad + velocidad de transmisi¨®n de la informaci¨®n). Pero adem¨¢s de los valores dominantes en cada periodo, hay momentos que contribuyen a conformar las mentalidades porque capturan la atenci¨®n, y provocan la emoci¨®n de millones de individuos en una etapa formativa clave como la infancia y la adolescencia.
Pero, ?cu¨¢nto dura una generaci¨®n? Herodoto hablaba de 30 a?os, Ortega lo redujo a 15. Es algo esencial que no aclaran, por ejemplo, libros premedi¨¢ticos como el del publicitario holand¨¦s Jeroen Boschma (Generaci¨®n Einstein) o el de la psic¨®loga norteamericana Jean M. Twenge (Generaci¨®n Me), quienes adem¨¢s hacen juicios (de eso se trata, de juicios de valor) contradictorios respecto a la misma supuesta generaci¨®n que diagnostican. Ninguno dice algo que no hubiesen dictaminado ya diez a?os antes los creadores de la Generaci¨®n Y, nacida tras el baby boom, y luego los del concepto de Generaci¨®n Internet, o los Generaci¨®n M (del Milenio, o Multitarea para unos, o acertadamente mal traducida en Espa?a, de los Mileuristas). Lo que vienen a decir ambos libros es lo que quienes lanzan admoniciones sobre j¨®venes vienen diciendo generaci¨®n tras generaci¨®n: que son mejores, pero m¨¢s egoc¨¦ntricos. El parto de los montes. Y es que s¨®lo podemos entender a las generaciones como estaciones "de destino". Generaciones que se definen por lo que hacen, o han hecho (de hecho son nombradas por las fechas de su madurez), naturalmente entendiendo que hacen lo que hacen porque han sido marcados por hechos hist¨®ricos compartidos. Pero hacer un an¨¢lisis pron¨®stico de los efectos de esos momentos impactantes, esto es de las expectativas generacionales, es casi como hablar del sexo de los ¨¢ngeles. Pura filfa.
Personalmente creo que quienes definen tan marcadamente a las nuevas generacio-nes, a los j¨®venes en suma, no hacen sino proyectar sus propios complejos y traumas, sus temores para con sus propios hijos. Normalmente, quienes dicen c¨®mo es la juven-tud est¨¢n hablando m¨¢s bien de c¨®mo son quienes les cr¨ªan, o malcr¨ªan. O sea, ellos mismos.
Por lo dem¨¢s, cansa un poco el etnocentrismo de estas propuestas, que intentan (siempre en ingl¨¦s) hacer universales las observaciones que han hecho en su pueblo. Por supuesto que tenemos aqu¨ª unas cohortes creciendo en la Sociedad Telem¨¢tica, pero aqu¨ª y all¨¢ hay miles de millones de j¨®venes que crecen en la clave Sociedad Industrial, o millones incluso en el Neol¨ªtico.
Habr¨¢ quien tome la cr¨ªtica directamente del viejo Marx: ?es m¨¢s fuerte lo que unifica como generaci¨®n a los j¨®venes de Entrev¨ªas y Serrano, que lo que los separa e incluso enfrenta? O lo que es lo mismo: si esa supuesta generaci¨®n descansa, como dice el publicitario holand¨¦s, en la informatizaci¨®n y, a¨²n m¨¢s all¨¢, en Internet, ?qu¨¦ pasa en Espa?a con los Einstein que viven en los dos tercios de hogares que no tienen acceso a Internet, o que tienen un acceso de risa? Y las tres cuartas partes de la juventud del planeta, que no puede ni so?ar con esas cosas, ?es de otra generaci¨®n, o de otro mundo? Como los fabricantes de coches, los de generaciones han pasado de las a?adas (98, 14, 36) a las letras del abecedario (X, Y) y finalmente a las denominaciones impresionistas. ?Ser¨¢ la Chiki chiki (una generaci¨®n que promet¨ªa mucho, pero qued¨® reducida a su aut¨¦ntica expresi¨®n cuando hubo de competir en buena lid, sin el apoyo de las redes sociales) la pr¨®xima?
Artemio Baigorri es soci¨®logo de la Universidad de Extremadura.
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