Entre el negocio y los derechos humanos
Dar noticia y raz¨®n de nuestra tan compleja realidad contempor¨¢nea y hacerlo con la urgencia que imponen los usos informativos y con la brevedad a que obliga la parvedad del espacio y del tiempo de que se dispone, adem¨¢s de destinar el producto resultante a un p¨²blico indiferenciado y masivo es configurar un destino medi¨¢tico presidido por la simplificaci¨®n y la banalidad. Destino que es globalmente resultado del ejercicio period¨ªstico porque la realidad informativa es una materia que no cabe transmitir tal cual, dado que el informador no es un mero transmisor y que su obra, el entramado que forman las noticias, necesita ser conformado. Todo ello en funci¨®n de que el contenido que soporta no se comunica sin m¨¢s, no se difunde directamente, pues el informador no lo reproduce sino que lo produce. En consecuencia, s¨®lo el an¨¢lisis de las condiciones que acaban de referirse puede hacernos comprender el porqu¨¦ y el c¨®mo de ese proceso productivo.
Veracidad y pluralidad, que no objetividad, son los fundamentos del periodismo
Las empresas deben garantizar el pluralismo interno de sus redacciones
M¨¢xime en una situaci¨®n como la actual en la que la informaci¨®n es antes que nada una actividad econ¨®mica, un proceso mercantil, y la noticia es esencialmente una mercanc¨ªa, a la que la digitalizaci¨®n ha dotado de una ubicuidad extraordinaria, que la ha convertido en un producto tan circulante y m¨²ltiple como el dinero. Lo que explica que hoy, partiendo de los medios de comunicaci¨®n, se hayan constituido muy poderosos imperios medi¨¢ticos, que se han traducido en fortunas tan grandes y diversificadas como las de Robert Murdoch, Carlos Slim, etc¨¦tera.
Por lo dem¨¢s, esa naturaleza mercantil coincide y convive con su condici¨®n de derecho b¨¢sico a la informaci¨®n, que es un derecho fundamental que se declina seg¨²n dos acepciones distintas y complementarias. En primer lugar, como derecho de todos los seres humanos, de cualquier condici¨®n y en cualquier lugar, a la libre expresi¨®n de sus ideas y opiniones, indisociablemente vinculado con su derecho incondicionable a ser informados de manera efectiva. Lo que quiere decir una informaci¨®n veraz y plural, no objetiva. Porque desde que Heisenberg, Heinz von Foerster y los m¨¢s solventes cient¨ªficos contempor¨¢neos nos ense?aron que en todo proceso de conocimiento y experimentaci¨®n, el simple hecho de iniciarlo modifica el objeto que se conoce o sobre el que se experimenta, los modestos cient¨ªficos que somos los analistas sociales hemos de renunciar a la pretensi¨®n de alcanzar un conocimiento objetivo de la realidad social, es decir, de la sociedad y de sus principales procesos, tal y como en s¨ª mismos son, y hemos de satisfacernos con la veracidad, es decir, con presentar y escarbar en los datos que sobre esa realidad se nos ofrecen, valorando su fiabilidad, completud y coherencia.
Reitero este planteamiento que present¨¦ hace m¨¢s de 30 a?os, en el marco del Comit¨¦ Mundial de Comunicaci¨®n, Conocimiento y Cultura que entonces presid¨ªa, con el prop¨®sito de sustituir el t¨¦rmino objetividad por los de veracidad y pluralismo.
A ese derecho universal a la informaci¨®n de los individuos corresponde el deber, la obligaci¨®n irrestrictible de los colectivos comunitarios y de quienes los presiden, de facilitar todo tipo de informaci¨®n sobre los temas esenciales para su funcionamiento. La proximidad entre informaci¨®n, econ¨®mica y pol¨ªtica, y la continua circulaci¨®n, entre ellas, de bastantes de sus protagonistas ha suscitado la aparici¨®n de una clase pol¨ªtico-medi¨¢tica, volcada a la celebridad y al enriquecimiento, confortada por la polivalencia de sus protagonistas. El abultado pelot¨®n cuyos nombres a todos nos constan, de quienes en democracia han saltado de la pol¨ªtica al negocio y vuelta a empezar, sin perder pie en los medios, no necesita comentario alguno.
En todas partes, pero sobre todo en Italia y en Espa?a, abundan los ejemplos del periodista sin escr¨²pulos y de la empresa voraz que a golpe de agresiones y de chanchullos se impone en el feroz paisaje medi¨¢tico. Claro que junto a esta actividad lamentable aparece una profesi¨®n hecha de nobleza y coraje, una pr¨¢ctica de alto riesgo, derivada no de su impericia o imprudencia, sino de la sustancia misma de su oficio: buscar la noticia. Ya en 1974 la Escuela de Chicago nos ense?¨® que las noticias por antonomasia son las malas noticias -News are only bad news-, y ?qu¨¦ peores noticias que la guerra? Los 168 conflictos b¨¦licos en el mundo que han contado los polem¨®logos entre 1945 y 2005 tienen mucho que ver con el elevado precio que ha tenido que pagar la profesi¨®n de periodista. En un solo a?o, 2003, 106 muertos y 72 secuestrados; entre los primeros, Jos¨¦ Couso, asesinado con la c¨¢mara en la mano por las fuerzas de los Estados Unidos en el hotel Palestina, de Bagdad, de lo que ha dado cabal cuenta Jos¨¦ Yoldi en este diario.
En cualquier caso, todo ello hace imperativo que se establezcan y respeten los derechos y obligaciones de los informadores y los Estados, de los periodistas, los pol¨ªticos y las empresas, y que el pluralismo sea la pauta hegem¨®nica del ejercicio period¨ªstico. Pluralidad ideol¨®gica de las diversas propuestas informativas, o pluralismo externo, sin olvidar el respeto a la diversidad ideol¨®gica en el seno de cada redacci¨®n, o pluralismo end¨®geno, compatible con la leg¨ªtima exigencia de cada medio a imponer su l¨ªnea editorial.
Los muchos encuentros que he tenido ocasi¨®n de mantener con periodistas con ocasi¨®n de la concesi¨®n del Premio Jos¨¦ Couso de la Libertad de la Prensa, que el Colegio de Periodistas de Galicia y el Club de Prensa de Ferrol acaban de otorgarme, me han confirmado que, m¨¢s all¨¢ de las cl¨¢sicas y necesarias salvaguardas expresadas en la cl¨¢usula de conciencia y el secreto profesional, es capital y urgente establecer un estatuto de la Redacci¨®n y otro del periodista, que garanticen, laboralmente, la seguridad del puesto de trabajo y, profesionalmente, el pluralismo interno, regulando, al mismo tiempo, la acreditaci¨®n profesional del periodista.
Sin olvidar que las instancias p¨²blicas deben obligarse a dar libre acceso a toda la documentaci¨®n relativa a los sucesos importantes para la vida de su comunidad. Ya s¨¦ que hay quien pretende que el mejor estatuto period¨ªstico es el que no existe, lo que me recuerda a los nost¨¢lgicos franquistas, dici¨¦ndonos que el mejor rojo era el rojo muerto. Pero ello nos ayudar¨ªa a superar el perturbador antagonismo entre periodistas y empresas informativas, que travisten su rivalidad a trav¨¦s de asociaciones de la prensa versus colegios y sindicatos de periodistas, y dotar¨ªa a una profesi¨®n cuyas consecuencias econ¨®micas y pol¨ªticas son tan decisivas del marco p¨²blica y jur¨ªdicamente reconocido que reclama y necesita. ?Por qu¨¦ no le damos un empuj¨®n definitivo al proyecto que se present¨® hace cuatro a?os?
Jos¨¦ Vidal-Beneyto es catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense y editor de Hacia una sociedad civil global.
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