Tregua futbol¨ªstica nacional
La televisi¨®n condiciona el mundo del f¨²tbol y est¨¢ cambiando su relaci¨®n con las identidades nacionales; muchos aficionados dispersan sus lealtades futbol¨ªsticas entre varios pa¨ªses, sin exclusivismos
Kubala habr¨ªa cumplido hoy 81 a?os.
"El hombre que encuentra que su patria es dulce no es m¨¢s que un tierno principiante; aquel para quien cada suelo es como el suyo propio ya es fuerte; pero s¨®lo alcanza la plenitud aquel para quien el mundo entero es como un pa¨ªs extranjero". El ideal que proclama esta m¨¢xima de Hugo de San V¨ªctor, un monje flamenco del siglo XII, es demasiado exigente. El¨ªas Canetti, premio Nobel en 1981, escritor de origen sefard¨ª nacido en Bulgaria, estudiante en Viena, afincado en Londres y cuya obra est¨¢ casi ¨ªntegramente escrita en alem¨¢n, propuso en uno de sus c¨¦lebres aforismos una sentencia m¨¢s realista: dada la dificultad de interiorizar sentimientos internacionalistas, seamos "multinacionalistas"; nacionalistas de varias patrias a la vez.
Ni?os de cualquier lugar del mundo tratar¨¢n de imitar el regate que han visto por televisi¨®n
El f¨²tbol fue cauce de odios tribales; ahora puede serlo de su superaci¨®n
Si alg¨²n d¨ªa ese principio se convierte en doctrina, Kubala ser¨¢ considerado un precursor: nacido en Budapest el 10 de junio de 1927, hijo de padres eslovacos y nieto de un emigrante polaco, el que habr¨ªa de ser icono del Barcelona y del barcelonismo lleg¨® a esa ciudad en 1950, para jugar un partido amistoso contra el Espa?ol. Formaba parte del Hungaria, equipo integrado por futbolistas exiliados de los pa¨ªses comunistas del Este y que dirig¨ªa su cu?ado y pronto entrenador de los azulgranas Fernando Daucik. Para entonces, a sus 23 a?os, ya hab¨ªa sido internacional (11 veces) con Checoslovaquia (adonde hab¨ªa emigrado tras haber debutado en el Ferencvaros de Budapest a los 16 a?os) y con Hungr¨ªa (6 veces), pa¨ªs al que regres¨® para fichar por el Vasas. Luego ser¨ªa internacional con Espa?a en 19 ocasiones, y m¨¢s tarde, entre 1969 y 1980, el seleccionador nacional que m¨¢s tiempo ha permanecido en ese cargo.
En sus primeros tiempos en Las Corts le llam¨® la atenci¨®n el primitivismo de los jugadores espa?oles, que, por ejemplo, desconoc¨ªan el disparo con efecto al lanzar los friquis. Se limitaban a golpear el bal¨®n con fuerza, coment¨® a?os despu¨¦s. Por entonces, el f¨²tbol h¨²ngaro era el de m¨¢s calidad y m¨¢s evolucionado del continente. Pero en esa ¨¦poca pretelevisiva, las posibilidades de aprender de los equipos extranjeros se limitaban a los partidos amistosos de equipos en gira por aqu¨ª.
El 5 de enero de 1947 jug¨® un amistoso en Bilbao el San Lorenzo de Almagro, considerado el mejor equipo del mundo. Su juego se basaba en toques r¨¢pidos en corto a fin de retener la pelota y abrir huecos en la retaguardia rival. El p¨²blico de San Mam¨¦s comentaba asombrado: "?Anda, pero si juegan todos como Panizo!". Jos¨¦ Luis L¨®pez Panizo, el cerebro de la famosa delantera del Athletic y de la selecci¨®n del Mundial de R¨ªo. Esas maniobras (retrasar el bal¨®n antes de enviarlo al buen tunt¨²n, darse la vuelta para esquivar la presi¨®n) eran sospechosas para el aficionado medio: le acusaban de lento. Tuvo que venir un equipo argentino para que obtuviera el reconocimiento de los suyos.
Hace 50 a?os, desde Suecia 1958, que la televisi¨®n est¨¢ presente en las fases finales de los torneos internacionales, aunque aqu¨ª s¨®lo llego para el Mundial de Chile, en 1962. Dos a?os desp¨²es, el 21 de junio de 1964, millones de espa?oles pudieron ver en directo la victoria de Espa?a sobre la URSS en la segunda edici¨®n de la Copa de Europa de Naciones. En la primera, Espa?a se retir¨® por orden de la autoridad cuando le correspondi¨® disputar los cuartos de final con la URSS. Los pasaportes de entonces llevaban impresa una leyenda que autorizaba a viajar a todo el mundo "excepto Rusia y pa¨ªses sat¨¦lites". La Federaci¨®n espa?ola propuso jugar la eliminatoria a un partido en campo neutral, lo que fue rechazado por la UEFA. En la segunda edici¨®n, cuya fase final se jugaba en Espa?a, no hubo ese problema, pero queda para los anales el hecho de que la Guardia Civil detuvo y meti¨® en el calabozo a un joven andaluz que jale¨® ostentosamente, en el bar del pueblo, el gol con el que Kushainov empat¨® para la URSS el de Pereda que adelantaba a Espa?a. Luego resolvi¨® Marcelino.
La televisi¨®n forma parte del f¨²tbol desde entonces, pero ha sido en los ¨²ltimos a?os cuando se ha convertido en el factor determinante de todo lo que ocurre en este deporte: ingresos, horario de los partidos, calendario de 11 meses; con consecuencias como el desgaste m¨¢s r¨¢pido de los jugadores, la ausencia de p¨²blico infantil de los estadios (e interrupci¨®n de la renovaci¨®n generacional de las hinchadas); pero tambi¨¦n universalizaci¨®n del f¨²tbol y difusi¨®n instant¨¢nea. Ya no hay que esperar a los partidos amistosos para aprender las ¨²ltimas novedades t¨¦cnicas. Hoy, un regate de Cristiano Ronaldo es visto (y repetido desde diferentes ¨¢ngulos) simult¨¢neamente en Londres o Lisboa y en cualquier barrio de una ciudad africana o campamento de refugiados de Oriente Pr¨®ximo. Al d¨ªa siguiente, miles de ni?os tratar¨¢n de imitarlo. Eso explica, m¨¢s que cualquier otro factor, la aparici¨®n de jugadores procedentes de cualquier pa¨ªs, incluso los de menor tradici¨®n futbol¨ªstica, como titulares de los mejores equipos del mundo.
En la alineaci¨®n de la selecci¨®n checa vencedora en el partido inaugural del pasado s¨¢bado no hab¨ªa ni un solo futbolista que juegue en la liga de su pa¨ªs. De los 23 seleccionados franceses, m¨¢s de la mitad juegan en ligas extranjeras. Por otra parte, cuatro de esos 23 son nacidos en ?frica y otros seis hijos de inmigrantes (cinco de ellos africanos). Los dos goles de Alemania a Polonia, el domingo, fueron marcados por Podoslski, cuyo apellido lo dice todo. Para Espa?a, la novedad es que hay cinco seleccionados que juegan en clubes ingleses y que ning¨²n equipo espa?ol cuenta con m¨¢s representantes que el Liverpool.
La selecci¨®n inglesa ha quedado fuera pese a que tres de los cuatro semifinalistas de la Champions han sido brit¨¢nicos. ?Ser¨¢ esto una confirmaci¨®n de lo que aqu¨ª se ha dicho siempre: que el desfase entre los buenos resultados de los equipos de club espa?oles en competiciones europeas y los mediocres de la selecci¨®n se deb¨ªa al peso abrumador de los extranjeros en nuestro campeonato? Podr¨ªa ser, ya que el movimiento en sentido inverso, de las islas al continente, apenas registra movimientos. Pero a Espa?a, que siempre ha sido importadora, puede venirle bien equilibrar la balanza con esas exportaciones que han dado ocasi¨®n a jugadores como Cesc o Torres de foguearse en un medio m¨¢s competitivo.
Esa presencia hispana y la eliminaci¨®n de la selecci¨®n inglesa han inspirado a la cadena Sky la propuesta de que el p¨²blico brit¨¢nico apoye a la selecci¨®n de Luis en la Eurocopa. Y ello ha suscitado a su vez el comentario de que ese apoyo puede compensar el que no tendr¨¢ de los aficionados vascos y catalanes. En la selecci¨®n hay seis catalanes (y otros tres recriados en la cantera del Bar?a) y cuatro andaluces; ninguna otra comunidad supera los dos representantes. Hist¨®ricamente, el equipo que ha aportado m¨¢s jugadores a la selecci¨®n ha sido el Barcelona, seguido por el Madrid y el Athletic. Catorce de los 21 jugadores de la selecci¨®n espa?ola que inaugur¨® la furia espa?ola en Amberes eran vascos.
Es cierto que hay un sector del nacionalismo que dice preferir que pierda Espa?a, pero es una actitud bastante impostada, al menos entre los que adem¨¢s de nacionalistas vascos o catalanes son aficionados al f¨²tbol. Se comprueba en el seguimiento de los partidos importantes de la selecci¨®n, tanto en los hogares como en bares (e incluso en los batzokis del PNV).
La utop¨ªa de una identidad europea que no ha creado el proyecto de Constituci¨®n de la UE (y mucho menos el festival de Eurovisi¨®n) podr¨ªa acercarse por v¨ªa futbol¨ªstica. Tal vez llegue el d¨ªa en que los europeos se identifiquen a la vez con varios pa¨ªses e idiomas de la UE -el de nacimiento, aquel en que hizo un Erasmus, el de residencia- del mismo modo que muchos chavales son de manera espont¨¢nea hinchas a la vez de Portugal (por lo bien que juega Ronaldo) y de Alemania, sin dejar de desear que gane Espa?a.
La agresividad ¨¦tnica que todav¨ªa emana de los estadios es asunto de adolescentes, biol¨®gicos o de mentalidad, y m¨¢s que expresi¨®n de una identidad lo es del anhelo de tenerla. La mayor¨ªa prefiere acogerse a la tregua (nacional, generacional) que suele acompa?ar a torneos como el que hoy se inicia para la selecci¨®n espa?ola.
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