Las imaginaciones
Cuando est¨¦n leyendo esta columna, ya sabr¨¢n el resultado del partido. Conocer¨¢n con qu¨¦ pie ha empezado Espa?a. Como todos los aficionados, me he pasado media vida imaginando en las ma?anas de domingo los titulares de los peri¨®dicos del lunes. En mi infancia, los fines de semana sol¨ªan acabar los domingos por la tarde, cuando sal¨ªa del campo con la exaltaci¨®n de la victoria o con el desastre de la derrota, que siempre me dejaba un sentimiento de guerra civil porque perder un partido es como matarse entre hermanos, indignarse con los tuyos, asaltar tus propias trincheras.
Al salir del campo, sab¨ªa ya el resultado que iba a dar el peri¨®dico, y eso significaba empezar a vivir el lunes, con sus pasillos de colegio y sus horarios de estudio. Los fines de semana est¨¢n abiertos a la interpretaci¨®n; la realidad es menos consistente y deja huecos para que se cuele la imaginaci¨®n, para discutir con los dem¨¢s si exist¨ªa el fuera de juego o si la falta ocurri¨® dentro o fuera del ¨¢rea. Los lunes formaban parte de otra realidad tan voluble como la imaginaci¨®n, pero m¨¢s peligrosa porque depend¨ªa de la voluntad del ¨¢rbitro, que llevaba sotana como el padre prefecto y empezaba, el domingo por la tarde, a escribir con su silbato los peri¨®dicos del lunes. Habr¨ªa vendido el alma al diablo por saber los domingos por la ma?ana las noticias que los ¨¢rbitros pitaban el domingo por la tarde y los peri¨®dicos recog¨ªan el lunes por la ma?ana.
Soy poeta porque el f¨²tbol me ense?¨® a ajustar cuentas con la realidad a trav¨¦s de la imaginaci¨®n
As¨ª sigo. ?Qu¨¦ dir¨¢ la prensa del partido contra Rusia? ?Cu¨¢l ser¨¢ el resultado, que ustedes ya saben el martes por la noche y yo desconozco este domingo en el que escribo? Los campeonatos de Europa y del mundo barajan los d¨ªas de la semana y se sacan una tarde de domingo de la manga de un martes. Ma?ana mi¨¦rcoles ser¨¢ lunes y ustedes conocer¨¢n el resultado mientras leen el peri¨®dico. Entre el gol de Marcelino y el fallo de Carde?osa ante Brasil hay una tabla de posibilidades que la imaginaci¨®n minuciosa suele rumiar.
Soy poeta porque el f¨²tbol me ense?¨® a ajustar cuentas con la realidad a trav¨¦s de la imaginaci¨®n y las peque?as trampas. Con una caja de cart¨®n y una pelota, gan¨¦ varios Mundiales en la terraza de la casa de mis padres con la camiseta de la selecci¨®n. Bastaba con tirar mejor en nombre de Espa?a que de Brasil para salir ganando. La gente que desconoce las reglas del f¨²tbol no puede disfrutar de una buena jugada y s¨®lo ve a 22 tontos corriendo detr¨¢s de un bal¨®n. La gente que no conoce los fundamentos de la vida suele despreciar la poes¨ªa y s¨®lo utiliza los campos de hierba para pastar como los animales. Nadie les colar¨¢ nunca un gol. Contra los ¨¢rbitros y las precariedades, me dedico a imaginar los peri¨®dicos del d¨ªa siguiente. Soy tan iluso que imagino leer una cr¨®nica en la que Espa?a le mete cuatro goles a Rusia con tres tantos de Pancho Villa en los minutos 20, 45 y 75 y otro de Cesc en el 91.
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