Noticias de la Universitat
La conocida m¨¢xima seg¨²n la cual solo las malas noticias venden, ya no es lo que era. Muchos medios de comunicaci¨®n viven en parte al margen del mercado y pueden permitirse el lujo de hacer de las buenas noticias su eje. Me refiero, por ejemplo, a algunos gratuitos que editan grandes corporaciones.
La Universitat de Val¨¨ncia, hace ya a?os convirti¨® la portada de su p¨¢gina corporativa en una suerte de peri¨®dico, que actualiza constantemente noticias, la mayor¨ªa de consumo interno. Las informaciones permanentes, de car¨¢cter institucional, quedaron relegadas a enlaces secundarios para conceder todo el protagonismo a las novedades. La comunidad de estudiantes, profesores y otro personal de la UV supera las 50.000 almas y las visitas a dicha p¨¢gina se cuentan por miles. Solemos estar informad¨ªsimos de lo que se nos comunica.
Nuestra 'web' monopoliza la informaci¨®n sobre la instituci¨®n, sin recoger las malas noticias
A las informaciones, que primero fueron acad¨¦micas, se han ido a?adiendo otras que han contribuido a reforzar un sentido renovado de comunidad social. Sabemos, puntualmente, de distinguidos profesores y estudiantes que son premiados nacional o internacionalmente, de investigaciones punteras muy bien valoradas, de visitas muy relevantes que recibimos, de las entrevistas importantes y los viajes internacionales del rector (noticias a menudo ilustradas con fotos), de exposiciones art¨ªsticas que se inauguran, de debates de buen nivel que se celebran...
En fin, no nos podemos quejar. En nuestra p¨¢gina web predominan las buenas noticias. ?Quiere esto decir que no se producen malas noticias o que, en todo caso, no son dignas de menci¨®n? No lo creo. Un ejemplo: hace unas cuantas semanas, en el edificio de la Biblioteca de Humanidades (una obra reciente) se desprendi¨® del techo un gran panel de escayola, afortunadamente sin v¨ªctimas. En las fechas siguientes fueron prudentemente arrancados todos los falsos techos del edificio y al tiempo consumido por la obra hubo de sumarse un notable retraso en la reposici¨®n de las luces. Los usuarios de la biblioteca (centenares, a diario) hubieron de sufrir muchas incomodidades en el servicio, tambi¨¦n los que all¨ª trabajan. Se podr¨ªa haber advertido o dado una explicaci¨®n a trav¨¦s de la p¨¢gina web, mas no fue as¨ª.
Esta restricci¨®n informativa quiz¨¢s no sea lo peor. Lo m¨¢s grave es que la preponderante web (tal y como est¨¢ concebida) se ha alzado con el monopolio comunicativo dentro de la UV, hasta el punto de que no hay ning¨²n medio de alcance suficiente en el que se pueda promover el debate interno. Ni en papel, ni en la red.
Es curioso que en unos a?os en los que la universidad est¨¢ sufriendo una de las mayores transformaciones de su historia moderna, con el horizonte de los acuerdos europeos de Bolonia, ninguna autoridad de la UV (ni de casi ninguna otra universidad, creo) ha tenido el menor inter¨¦s en propiciar un debate amplio al respecto. Solo unos pocos esforzados estudiantes han formado una plataforma de oposici¨®n que, claro, tampoco cuenta con cauces suficientes dentro de la UV para difundir su mensaje (www.assembleacontrabolonya.blogspot.com).
Se argumentar¨¢ que el debate universitario se ha trasladado a la prensa general pero, a mi juicio, no es ni puede ser lo mismo. Las diferencias de espacio y de p¨²blico me parecen evidentes, y marcan los contenidos. Hay muchos profesores desmoralizados por demasiadas reformas consecutivas cuyas ventajas no est¨¢n claras (1978, 1993, 2000, 2010), a los que les invade el escepticismo frente a un proceso de Bolonia que creen que "escolariza" la universidad y que la expone en demas¨ªa al mercado, sin garantizar determinadas salvaguardias; que no acaban de compartir esa excesiva homologaci¨®n europea a trav¨¦s del ministerio y de la agencia Aneca, una poderosa superevaluadora cuyos dictados sigue a veces con papanatismo la UV. Por otra parte, ya llevamos tres ministras del ramo en cuatro a?os y un cambio de adscripci¨®n del ministerio ("universidades e investigaci¨®n", cuyos penosos resultados en el caso valenciano, ¨¦poca del conseller Nieto, a¨²n estamos pagando...).
Hay muchos profesores que consideramos espantoso el grado de burocratizaci¨®n alcanzado por la universidad espa?ola (y particularmente por la UV); que vemos con preocupaci¨®n desde hace a?os naufragar a las llamadas Humanidades; que creemos que se va hacia una desvirtuaci¨®n de la figura del docente, constri?endo tambi¨¦n su libertad de ense?ar; que observamos en el gobierno de las universidades una atomizaci¨®n de criterios y una notable falta de criterio.
Todo esto (y mucho m¨¢s) merecer¨ªa explicarse, debatirse, replicarse, en su caso, pero no se sabe c¨®mo ni d¨®nde. Buena parte del profesorado, agotado por las infinitas responsabilidades, adem¨¢s de las propias de la docencia y la investigaci¨®n, que le han ido cayendo en virtud de la autonom¨ªa universitaria, est¨¢ cada vez m¨¢s esc¨¦ptico, se encoge de hombros y busca la jubilaci¨®n anticipada en muchos casos, o el vivir el d¨ªa a d¨ªa, renunciando a la inexcusable cr¨ªtica universitaria y a la visi¨®n de futuro. Y ruede la rueda.
Juan Carlos de Miguel es profesor de la Facultat de Filologia de la Universitat de Val¨¨ncia.
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