Esperando a Torres
El delantero del Liverpool, al que Luis ha encargado labores de arrastre y ¨²ltimo toque, recibe menos balones que Villa
Muchas selecciones campeonas han vivido de la sinton¨ªa autom¨¢tica del equipo con el delantero centro. Le sucedi¨® a Alemania con Oliver Bierhoff, a Italia con Paolo Rossi, o a Grecia con Charisteas. No es el caso de Espa?a, cuyo esquema no permite involucrar al definidor m¨¢s que para dar el ¨²ltimo toque. A Fernando Torres no le llegan muchos balones. ?l se lo esperaba y sucedi¨®. El goleador del Liverpool es el futbolista que menos pases recibe en el equipo que dirige Luis Aragon¨¦s. En los 52 minutos que disput¨® contra Rusia, el martes, sus compa?eros le dieron 19 balones. A Villa, el segunda punta, lo encontraron mucho m¨¢s. El delantero del Valencia recibi¨® 43 pases.
"Lo importante no es tocar constantemente el bal¨®n", justific¨® ayer el centrocampista Marco Senna. "Lo importante es que Fernando, en uno de esos balones que recibi¨®, hizo la jugada del primer gol, dando la asistencia. Ahora ser¨ªa bueno que contra Suecia pueda marcar. Nosotros le animamos a que lo haga para que luche por el pichichi. Porque cuando los delanteros no marcan no se encuentran bien".
"Lo importante no es que la toque, sino que dio una asistencia", dice Senna
"Es casi como mi hijo. Le he transmitido los c¨®digos", explic¨® el seleccionador
El ariete ha concentrado el grueso de sus goles en los ¨²ltimos minutos
Con tres pases, Senna fue uno de los jugadores que m¨¢s veces entreg¨® el bal¨®n a Torres en el partido contra Rusia. El otro que le dio tres pases fue Sergio Ramos.
A lo largo de su participaci¨®n, Torres recibi¨® un pase cada tres minutos. Villa, m¨¢s habituado a bajar a buscar la pelota al pie, conect¨® con un pase cada dos minutos. El resultado fue que Torres se movi¨® sin bal¨®n hasta dar s¨ªntomas de agostamiento. Sus gestos de reproche a Xavi, tras un desmarque que no encontr¨® respuesta, revelaron su malestar. Antes de que el seleccionador decidiera mandarle al banquillo, Torres ya ten¨ªa motivos de preocupaci¨®n. El cambio en el minuto 52 le afect¨® especialmente porque cort¨® de ra¨ªz su curva realizadora. En el Liverpool, la producci¨®n de Torres aumenta exponencialmente a medida que los partidos se consumen. Del minuto 1 al 15, marca una media de 4 goles. Del 15 al 30, otros cuatro. Y del 30 al 45, s¨®lo dos. A partir del descanso se dispara. Del 45 al 60, mete cinco; del 60 al 75, diez; y del 75 al 90, ocho.
Los gestos de frustraci¨®n de Torres tras ser sustituido, y su aparente negativa a estrechar la mano de Luis Aragon¨¦s, dejaron entrever la posibilidad de una fractura. Ayer, el propio seleccionador se encarg¨® de quitar relevancia al asunto. "No entiendo lo que observa la prensa", dijo el t¨¦cnico. "Lo que ha sucedido con Torres no tiene ninguna importancia. En el entrenamiento he hablado con ¨¦l, pero eso no es nuevo", continu¨®. "Le he tenido un a?o como jugador, en el Atl¨¦tico. Desde que ten¨ªa 17. Es casi como mi hijo y siempre le he dicho cositas que creo que le pueden servir. He intentado transmitirle los c¨®digos".
Luis Aragon¨¦s le pide a Torres que colabore haciendo movimientos de arrastre en el frente de ataque. Por ejemplo, tirarse a banda, para generar espacios para la llegada de los volantes por el medio. Este tipo de labor, que desgasta al punta f¨ªsica y mentalmente, es menos gratificante cuando la sustituci¨®n le inhabilita para disputar sus minutos m¨¢s prol¨ªficos. Sucedi¨® contra Rusia, y se repiti¨® a lo largo de toda la fase de clasificaci¨®n para la Eurocopa de Austria y Suiza. Prueba de ello es que Torres, el delantero que asombra en la Premier League, s¨®lo ha marcado dos goles en 33 partidos con la selecci¨®n en este periodo.
El partido de hoy contra Suecia servir¨¢ para examinar la capacidad de adaptaci¨®n de Torres a unas condiciones poco favorables para su juego. Tambi¨¦n medir¨¢ la paciencia del seleccionador para mantenerle en la cancha contra sus costumbres. Esto ser¨¢ poco probable. Seguramente, Luis Aragon¨¦s se sentir¨¢ tentado por la idea de exhibir su autoridad una vez m¨¢s, cambiando al punta para demostrar que le pagan para mandar, y que ¨¦l manda para cobrar.
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