Sin agua de mayo
El presidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero es uno de esos pol¨ªticos de quienes en circunstancias dif¨ªciles nunca cabe esperar que diga la verdad. Sumido en un permanente ejercicio de marketing, incluso en el gesto de sus intervenciones es dado apreciar la voluntad de transmitir un mensaje favorable para la evaluaci¨®n de su pol¨ªtica, con independencia de cu¨¢l sea el dictamen emitido desde la realidad. Era estupendo verle el mi¨¦rcoles en el debate del Senado sobre la situaci¨®n econ¨®mica con el apocal¨ªptico P¨ªo Garc¨ªa Escudero por antagonista. A efectos de mostrar el papel de motor de la econom¨ªa asumido por su Gobierno, Zapatero impulsaba una y otra vez su cuerpo r¨ªtmicamente hacia delante conforme iba desgranando una a una la relaci¨®n de las principales medidas adoptadas. El espectador ten¨ªa ante s¨ª, no la explicaci¨®n de un pol¨ªtico riguroso, sino la interpretaci¨®n propia de un buen actor de teatro. El an¨¢lisis de la peligrosa situaci¨®n estaba para ¨¦l de m¨¢s. Entrar en ese resbaladizo terreno supon¨ªa abordar el tema de las causas de la crisis, y consecuentemente de las responsabilidades gubernamentales al ignorar los riesgos derivados del crecimiento espectacular pero asentado sobre supuestos muy fr¨¢giles a medio plazo, el famoso "ladrillo", sobre el cual hab¨ªa de incidir la subida en flecha de los precios de los hidrocarburos.
Zapatero es uno de esos pol¨ªticos de quienes en circunstancias dif¨ªciles nunca cabe esperar que digan la verdad
Claro que hab¨ªa que ganar las elecciones, y para alcanzar esa meta fue necesario, no mentir, ya que en los argumentos utilizados hab¨ªa tanto una base de verdad como una envoltura de silencios deliberados, sino enga?ar, es decir, informar ¨²nicamente de aquello que pod¨ªa transmitir a la opini¨®n p¨²blica una impresi¨®n de optimismo. Lo que personalmente me extra?a es el papel desempe?ado por Pedro Solbes en todo este asunto. Desde que hace ya muchos a?os le conoc¨ª, yo como joven ayudante en la Facultad de Ciencias Pol¨ªticas y ¨¦l como estudiante a marchas forzadas, me transmiti¨® una impresi¨®n muy favorable, pues al esp¨ªritu de trabajo se un¨ªa en ¨¦l la exigencia de seriedad y de rigor. Tales valores han seguido inspirando su labor al frente de la econom¨ªa espa?ola, con un excelente eco en la opini¨®n p¨²blica. Ejemplo: el efecto de su victoria en el debate televisado con el popular Pizarro. Luego, para sorpresa de quienes le estimaban, Solbes ha asumido sin pesta?ear ese t¨¦rmino-pantalla de la desaceleraci¨®n, cuyo efecto ha sido ocultar a los espa?oles que nos encontr¨¢bamos ante una recesi¨®n susceptible de convertirse en crisis duradera, para abordar la cual no bastaba la utilizaci¨®n de los restos de la herencia procedente de un periodo de crecimiento. Y atendiendo al mandato del presidente, empe?ado a¨²n hoy en seguir encerrado con su juguete de la desaceleraci¨®n, ahora "fuerte", olvid¨® el deber de plantear abiertamente la verdadera situaci¨®n ante el Gobierno, las instituciones y la opini¨®n p¨²blica. Una debilidad ya observada en los tiempos de su disgusto ante las consecuencias del Estatut. Consecuencia para todos: como en el viejo filme de Humphrey Bogart, M¨¢s dura ser¨¢ la ca¨ªda.
En pocas palabras, el uso abusivo del eufemismo no ha resultado inocuo, y ello puede apreciarse en la insistencia gubernamental en responder a la depresi¨®n con medidas parciales a costa del super¨¢vit para ir sofocando los focos de descontento. El Gobierno se encuentra literalmente a verlas venir, con la circunstancia agravante de que los afectados s¨ª sienten el enga?o a pesar de lo que se les cuente desde los medios oficiales u oficiosos, cargando siempre la responsabilidad sobre las variables externas. De ah¨ª la peligrosa forma de estallidos violentos que comienzan a asumir sus manifestaciones de protesta.
Nada hay m¨¢s irritante para un asalariado o aut¨®nomo que sufrir un empeoramiento s¨²bito de la propia condici¨®n econ¨®mica, mientras contempla el discurso triunfalista de las autoridades y percibe que si hay medidas de alivio, ¨¦stas siguen siempre a la declaraci¨®n de un conflicto grave. Es una invitaci¨®n a la violencia. La "contundencia", esto es, la mano dura, con las porras y las detenciones, apoyada en unos curiosos medios pro-socialistas que claman por la restauraci¨®n a toda costa del orden, puede servir por una vez, pero tambi¨¦n es susceptible de desencadenar un efecto bumer¨¢n. Del mismo modo que el agua de mayo salv¨® in extremis al Gobierno de su p¨¦simo tratamiento de la solidaridad interterritorial, el camionero quemado por un incendiario criminal le permiti¨® superar la muerte del piquete y legitimar el paso a la intervenci¨®n policial pura y dura. Pero no siempre volver¨¢ a tener esa suerte. M¨¢s vale tomar la senda del rigor en el tratamiento de la crisis, dejando atr¨¢s el siniestro regalito caciquil de los 400 euros, y previendo los impactos diferenciales de la crisis para atender a los sectores m¨¢s gravemente afectados.
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