San Pascual Bail¨®n
Por obra y gracia de las televisiones, Madrid y Espa?a entera se est¨¢n convirtiendo en una pista de baile. Hay dos cosas claras: es mejor danzar que llorar; es mejor una pista de m¨²sica-disco que un campo de minas. Pero todo tiene su l¨ªmite y acaba en el hast¨ªo cuando se pone pesado. Los que tenemos cierta edad hemos sufrido avalanchas espor¨¢dicas de contoneos muy diversos. Hace d¨¦cadas se pusieron de moda las sevillanas e hicieron su agosto las academias de baile. M¨¢s tarde vinieron los ritmos cubanos, el merengue, la cumbia, el vallenato y cosas por el estilo. Y tambi¨¦n se beneficiaron los profesores. Ahora nos invade el baile discotequero, cosa que ya hab¨ªamos padecido con Fiebre de s¨¢bado noche. El vulgo se traga lo que le pongan. El furor de la danza se ha apoderado de muchos j¨®venes de ambos sexos, que lo ven como una salida profesional para tiempos dif¨ªciles. All¨¢ ellos.
No ser¨ªa de extra?ar que la Iglesia, sensible siempre a los movimientos sociales, se apresure a nombrar a san Pascual Bail¨®n patrono de las discotecas. Este bienaventurado franciscano naci¨® en 1540 en Torrehermosa (Zaragoza). Era alegre como unas pascuas. Buen ejemplo para la juventud pasota.
En el pueblo zaragozano de Ariza todav¨ªa se canta esta copla, consenso de religiosidad y realismo: "San Pascual, san Pascualillo, / t¨² que est¨¢s en el cerrillo / gu¨¢rdanos las uvas blancas, / que nos gusta mucho el vino". Danzad, danzad, benditos.
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