Valencia sin metr¨®poli
La revisi¨®n de un Plan General, un proceso ahora mismo en curso en el municipio de Val¨¨ncia, es la ocasi¨®n m¨¢s adecuada para analizar el modelo de crecimiento urbano vigente y para trazar las estrategias de futuro. Las dos cosas. La segunda, se da por supuesto, es lo propio de un Plan General, pero sin una buena valoraci¨®n de la experiencia es dif¨ªcil acertar con la perspectiva. En la revisi¨®n del Plan General de Val¨¨ncia, cuya documentaci¨®n la bautiza como revisi¨®n simplificada, no queda claro si por hacerla simple o por agilizar tr¨¢mites, se echa a faltar un an¨¢lisis de los resultados del modelo de desarrollo urban¨ªstico seguido hasta ahora, siendo clamorosa la ausencia de un balance del ¨¢rea metropolitana.
La expansi¨®n urban¨ªstica no se debe producir consumiendo m¨¢s huerta
La comarca de L'Horta es ya en mayor medida la metr¨®poli de L'Horta. Desde hace varias d¨¦cadas, la imbricaci¨®n de sus distintos municipios ha llegado a la conurbaci¨®n por el sur y el oeste. La realidad funcional, econ¨®mica, de flujos, urban¨ªstica, del ¨¢rea metropolitana es indiscutible. Hablar de l¨ªneas estrat¨¦gicas de Val¨¨ncia y no situarlas en la metr¨®poli es un ejercicio en falso. Parad¨®jicamente, la revisi¨®n simplificada del Plan General se marca como objetivo acentuar la dimensi¨®n metropolitana sin que, cuando concreta su dise?o, ello tenga ninguna consecuencia significativa.
?C¨®mo analizar la perspectiva demogr¨¢fica del municipio de Val¨¨ncia al margen del ¨¢rea metropolitana? Val¨¨ncia comparte su poblaci¨®n residente y ocupacional con la de los otros municipios. Existe un flujo constante de habitantes, familias cuyos hijos pasan a residir en poblaciones donde no han nacido, emigrantes que trabajan en la capital pero se han instalado fuera de ella, residentes en la ciudad cuyo lugar de trabajo est¨¢ en otros municipios... Se ha presentado como una medida razonable del Plan General que comentamos el renunciar a una ciudad de mill¨®n y medio de habitantes, cuando la metr¨®poli ya los tiene y es la realidad urban¨ªstica que merece consideraci¨®n. As¨ª, analizando la necesidad de vivienda desde una ¨®ptica metropolitana, se llega a conclusiones distintas a las del documento de revisi¨®n. Si hiciese falta m¨¢s suelo urbanizable para viviendas, podr¨ªan construirse en otros municipios. No solo eso, sabemos que as¨ª ser¨¢ puesto que vecinos de Val¨¨ncia se trasladar¨¢n a vivir a otros puntos del ¨¢rea metropolitana. Ahora bien, lo m¨¢s importante es que las necesidades de vivienda de la capital se pueden satisfacer con el suelo urbanizable a¨²n pendiente de ejecutar y con las viviendas vac¨ªas existentes, sin realizar m¨¢s ampliaciones de suelo urbano.
Es discutible que todo nuevo crecimiento construido de la ciudad, toda nueva expansi¨®n al fin y al cabo, haya de hacerse consumiendo huerta. A¨²n no ha sido aceptado que la singularidad de la metr¨®poli valenciana, adem¨¢s de su frente mar¨ªtimo y la contig¨¹idad con el Parque Natural de L'Albufera, es que se desarrolla entre la huerta. Y que ¨¦sta merece conservarse como pulm¨®n verde, paisaje y recurso activo. La perspectiva de salvaguardar la huerta, e integrarla en un medio urbano, solo parece posible desde una ¨®ptica metropolitana dado que las zonas agr¨ªcolas son compartidas entre municipios. Nuestro modelo de metr¨®poli ha de integrar campos en cultivo, espacios cultivados como zonas verdes, paisajes de suelos en producci¨®n agraria o, en su caso, forestal. No hay que ponerle mucha imaginaci¨®n: se tratar¨ªa de plasmar el criterio de que la expansi¨®n urban¨ªstica no se debe producir consumiendo mas huerta, algo que no se desprende de la revisi¨®n simplificada del Plan General que, de nuevo, propone eliminar (reclasificar) terrenos en cultivo en diversas zonas perimetrales de la ciudad.
A cambio de ampliar el suelo urbano a costa de la huerta, el documento de la revisi¨®n promete una protecci¨®n mejor de la huerta que reste, en un curioso intercambio de favores. El argumento recurrente en todos los casos escogidos (de 20 zonas agr¨ªcolas que analiza 13 salen malparadas con la revisi¨®n propuesta) es que est¨¢n muy antropizadas, degradadas y pr¨®ximas al suelo residencial. No parece muy consistente cuando podr¨ªa revertirse con facilidad a un estado de recuperaci¨®n agraria y paisaj¨ªstica, posibilidad que no se contempla, m¨¢s cuando se reconoce que muchas siguen en cultivo (lo degradado a¨²n est¨¢ vivo, mientras construir sobre ellas es completar la degradaci¨®n). Y, en lo relativo a su proximidad a viviendas, es posible imaginar bolsas de huerta integradas como zonas verdes de ¨¢reas residenciales, tal y como ocurre con huertas periurbanas en diversas ciudades europeas. En cualquier caso, parecer¨ªa l¨®gico esperar a la aprobaci¨®n del Plan de Acci¨®n Territorial de la Huerta, prometido por la Generalitat, que puede introducir cierta perspectiva de conjunto -metropolitana- antes de llevar adelante una revisi¨®n del Plan general que suprime m¨¢s suelo de regad¨ªo, tal y como se viene haciendo desde hace d¨¦cadas.
La revisi¨®n simplificada se encomienda a la sostenibilidad incluyendo la novedad de un estudio al respecto. Una de las condiciones de lo sostenible (no existe hoy un concepto p¨²blico m¨¢s maltratado) es la salvaguarda de recursos del planeta y tanto el parque de viviendas existentes como la huerta lo son. Utilizar los pisos vac¨ªos, muchos de ellos por vender o para alquilar, y apostar por una cultura de rehabilitaci¨®n de viviendas parece un programa racional, en direcci¨®n contraria a las expansiones edificadas. Por su parte, mantener el recurso huerta debe inscribirse en una ¨®ptica de su integraci¨®n como activo cultural y urbano, con una funci¨®n medioambiental y productiva: las huertas que perviven son y pueden ser el tejido que cosa las distintas tramas construidas que componen el ¨¢rea metropolitana, ya que se integrar¨ªan como zonas verdes que tendr¨ªan la peculiaridad de campos en cultivo.
Abordar los problemas de vivienda de la ciudad y proteger la huerta, los de infraestructuras y movilidad, exige un punto de vista metropolitano. Y lo que necesita Val¨¨ncia es un plan de rehabilitaci¨®n, modernizaci¨®n y mejora urbana, no un plan de expansi¨®n.
Carles Dol? es arquitecto-urbanista
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