Moral en la Hamada
Es moral aceptar que otra generaci¨®n de ni?os saharauis tenga que crecer en los campamentos?
Esta pregunta, que el representante del secretario general de la ONU para el S¨¢hara Occidental, Peter Van Walsum, lanza en una entrevista publicada en el diario holand¨¦s NRC Handelsblad tras su controvertido informe a Ban Ki-moon, en el que consideraba sin salida al conflicto y propugnaba encontrar una v¨ªa "realista" para su soluci¨®n, resulta el verdadero n¨²cleo del problema del S¨¢hara Occidental.
Probablemente es tambi¨¦n la pregunta que deber¨ªan hacerse los dirigentes del Frente Polisario, los centenares de ONGs solidarias, los miles de entidades locales que han expresado su sost¨¦n a la causa saharaui, pero tambi¨¦n las autoridades de Marruecos, sus partidos, los responsables asociativos, as¨ª como los gobiernos que de una u otra forma se han implicado en el reconocimiento de la RASD o en el apoyo directo o indirecto a la posici¨®n marroqu¨ª.
La autonom¨ªa es la f¨®rmula realista para que los saharauis dejen los campamentos y vuelvan a su tierra
Para ser cre¨ªble, Marruecos debe hacerse plenamente democr¨¢tico
Peter Van Walsum ha tenido la honradez de decir lo que piensa: no quiere ser c¨®mplice de esa farsa en que se han convertido las conversaciones de Manhasset en las que nunca pasa nada. No quiere asistir al octavo, al decimosexto round, a la eternizaci¨®n de dichas conversaciones, porque con posiciones fijadas de antemano e inamovibles no se llegar¨¢ a ning¨²n lado. Si se leen atentamente sus declaraciones al peri¨®dico holand¨¦s, se ve que no coinciden con ninguna de las lecturas que de su informe se han hecho en uno u otro lado. El Frente Polisario y Argelia han llegado a considerarlo persona non grata y cuestionado su labor como mediador. Y sin embargo Van Walsum afirma que la raz¨®n jur¨ªdica en este conflicto est¨¢ del lado del Frente Polisario. Marruecos, por su parte, se ha aferrado a considerar un aval a su posici¨®n el que califique de "irrealista" la posibilidad de concreci¨®n del refer¨¦ndum y no ha prestado atenci¨®n a las razones que esgrime ni a las cr¨ªticas que este pa¨ªs recibe en el informe.
?Ha roto la baraja Van Walsum? Parece que tan s¨®lo se ha negado a jugar el juego hip¨®crita en el que las dos partes y sus apoyos est¨¢n encerrados. La novedad parece estar en tratar de convencer al Polisario de un cambio de estrategia para que negocie con energ¨ªa una autonom¨ªa seria y con garant¨ªas, aunque sea bajo la bandera marroqu¨ª.
Aparentemente, podr¨¢n pensar algunos, parece que le pide al movimiento saharaui una claudicaci¨®n. Pero la autonom¨ªa, en los t¨¦rminos en que ha sido propuesta por Marruecos hace un a?o, empujada hasta sus ¨²ltimas consecuencias, implicar¨ªa por el contrario la consecuci¨®n de una fuerte base de autogobierno y obligar¨ªa a una verdadera refundaci¨®n de Marruecos.
En un n¨²mero reciente del semanario independiente marroqu¨ª Le Journal he dicho queel estatuto de autonom¨ªa ofrecido por Marruecos es antin¨®mico con el mantenimiento del sistema pol¨ªtico actual, ya que la elecci¨®n directa de una presidencia regional aut¨®noma, el control por un parlamento auton¨®mico de los recursos y medios del territorio, es algo impensable en el Marruecos de hoy. De ah¨ª que el Frente Polisario estar¨ªa m¨¢s cerca de su objetivo final si forzara a Marruecos a cambios estructurales y constitucionales profundos -algo que nadie en el interior de Marruecos est¨¢ en capacidad de plantear hoy-, que aferrarse como ¨²nica estrategia a demostrar, mediante la justa denuncia de la represi¨®n en los territorios, que Marruecos no es capaz de ofrecer lo que promete; que Marruecos es, en suma, incambiable, pero sin hacer nada para cambiarlo. Porque no es con el mantenimiento del statu quo como Marruecos cambiar¨¢ ni de estructuras ni en su postura hacia el S¨¢hara.
Si el Frente procediera como le sugiere Van Walsum, negociando a fondo una autonom¨ªa transformadora, correr¨ªa el riesgo de que se olvide ad calendas grecas la posibilidad de un estado independiente saharaui. Pero se ganar¨ªa en cambio un Marruecos democr¨¢tico, cre¨ªble, diverso y estable para todos, incluidos sus vecinos inmediatos, como Espa?a. Un Marruecos legitimado as¨ª internacionalmente, con un S¨¢hara con un estatuto de autonom¨ªa, o de asociaci¨®n avanzado, en el que los s¨²bditos se convertir¨ªan en ciudadanos y los pueblos ver¨ªan reconocidos y garantizados sus derechos. Y sobre todo, en el que en un plazo visible, las futuras generaciones de ni?os saharauis tendr¨ªan asegurado su futuro, creciendo en su propia tierra ganada para s¨ª y para la democracia.
Cuando se habla con los dirigentes del Frente de la responsabilidad que, lo quieran o no, tienen en sus manos, su ¨²nica respuesta es que la democratizaci¨®n de Marruecos es un asunto de los marroqu¨ªes y no les concierne a los saharauis. Y sin embargo, convendr¨¢ el Polisario en que la extensi¨®n de la simpat¨ªa por su movimiento a provincias marroqu¨ªes lim¨ªtrofes al S¨¢hara pero no afectadas por la problem¨¢tica descolonizadora -como Tan Tan, Tarfaya, Gulimin, Assa-Zag o incluso Ifni (en los recientes disturbios sociales hizo tambi¨¦n su aparici¨®n la cuesti¨®n)-, le plantea problemas que s¨®lo encontrar¨¢n soluci¨®n en un entendimiento futuro con Marruecos.
La idea defendida por Van Walsum ("experimentar temporalmente la opci¨®n de una autonom¨ªa sin independencia"), pone a Marruecos frente a las cuerdas porque le exige concretizar de facto su proyecto de autonom¨ªa. Lo que le obliga a cesar la represi¨®n cotidiana y a poner en marcha el esbozo de una democracia descentralizada, casi federal, que d¨¦ la palabra, la voz y el control efectivo a los habitantes de un territorio como el S¨¢hara y prepare el terreno para aplicarla m¨¢s tarde en otras regiones como el Rif, o el Sus, con particularismos culturales o ling¨¹¨ªsticos. Algo que sin duda pone en cuesti¨®n todo el sistema actual, que reposa en la delegaci¨®n vertical de un poder omn¨ªmodo y personal del rey.
Pero frente a los que piensan que Marruecos as¨ª saltar¨ªa en pedazos, recuerdo lo que el gran historiador Abdallah Laroui dec¨ªa en su ep¨ªlogo a la edici¨®n espa?ola de su Historia del Magreb: "Sigo pensando, al leer la historia magreb¨ª, que el comportamiento democr¨¢tico no se convertir¨¢ en algo natural entre gobernantes y gobernados hasta que aqu¨¦llos dejen de obsesionarse con el miedo a la desintegraci¨®n nacional. Creer o hacer creer, que el Estado est¨¢ siempre en un tris de verse sumergido por la marejada desbordante de la barbarie, es el mejor medio para que nunca surja entre la poblaci¨®n una conciencia civil responsable".
Mientras Marruecos demore su reforma constitucional y se niegue a conceder la "mayor¨ªa de edad" a instituciones como la Primatura o el Parlamento o a dar verdadera responsabilidad a los partidos como aut¨¦nticos actores de la vida pol¨ªtica (pese al marasmo en el que viven, consecuencia sin duda de la marginalidad a la que est¨¢n condenados), no estar¨¢ en condiciones de hacer cre¨ªble su propuesta de autonom¨ªa del S¨¢hara. Hoy por hoy, no nos enga?emos, el Frente Polisario es el ¨²nico que tiene en la mano la posibilidad de forzar ese cambio. Si lo hiciera, todos saldr¨ªan ganando.
Bernab¨¦ L¨®pez Garc¨ªa es catedr¨¢tico de Historia del Islam de la UAM. Su ¨²ltimo libro es Marruecos y Espa?a: una historia contra toda l¨®gica, Sevilla 2007.
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