Suelo y techo
Un acontecimiento es una emoci¨®n infantil que las personas mayores se toman en serio. Hay algo de pasi¨®n infantil en nuestras alegr¨ªas y nuestras tristezas, pero conviene recordar que nunca ha merecido la pena explicarle a los adultos las cosas sobre las que no se puede hablar con un ni?o. Lo dec¨ªa Antonio Machado, y yo lo recuerdo cada vez que voy al campo de f¨²tbol o al llenar la nevera de cervezas, cuando quedo con los amigos para ver un partido en casa. Hay una alegr¨ªa nerviosa, como una banda de m¨²sica metida por las venas, en los pasos de la gente que camina con prisa y se agolpa en las puertas de los estadios. Las cocinas viven la misma inquietud, la misma bulla, que la puerta de un estadio cuando faltan diez minutos para que empiece el partido. Los amigos no dejan ver bien el juego, impiden la concentraci¨®n, pero dan compa?¨ªa, rebajan el miedo y ayudan a perder o a pasar con dignidad la eliminatoria. Los amigos pertenecen a una fauna armada de complicidades, se conocen como los socios que comparten tribuna a lo largo de las temporadas, los ruidos y las furias. Cuando te dejan solo, tienes la sensaci¨®n de estar en un campo vac¨ªo, ante un partido a puerta cerrada por sanci¨®n federativa. Eso me ocurri¨® a m¨ª el s¨¢bado pasado. Los horarios del f¨²tbol coincidieron con las firmas de la Feria del Libro de Madrid. Grab¨¦ el partido y lo vi en soledad, abandonado a mi condici¨®n melanc¨®lica.
No soy nada partidario de que saquemos contra Grecia una alineaci¨®n de suplentes
Soy un optimista melanc¨®lico o un nost¨¢lgico esperanzado. Durante muchos a?os, los ni?os espa?oles aprendimos a jugar al f¨²tbol en la calle. No sab¨ªamos levantar la cabeza, porque era imprescindible mirar al suelo para no caernos por culpa de una piedra. Nuestro f¨²tbol ten¨ªa sangre y arena en las rodillas. Baj¨¢bamos con furia la cabeza y embest¨ªamos, como los toros que quieren matar a Jos¨¦ Tom¨¢s para que Jos¨¦ Tom¨¢s no los mate a ellos. Despu¨¦s de una larga transici¨®n, nuestros ni?os y nuestros futbolistas empiezan ahora a levantar la cabeza. Xavi, Cesc, Cazorla, Capdevila y Torres le sostienen la mirada al campo. Hasta los golpes de genialidad de Villa, son ya propios de un ni?o europeo que ha aprendido a jugar en las instalaciones deportivas de su barrio. El f¨²tbol espa?ol parece estar viviendo la transici¨®n que protagoniz¨® el ciclismo cuando la maquinaria disciplinada de Indurain sustituy¨® a los hachazos de Perico Delgado. Eso me llena de melancol¨ªa y de optimismo. Espero que Luis, que se ha encontrado con esa transici¨®n por fatalidad hist¨®rica, sepa aprovecharla. No soy nada partidario de que saquemos contra Grecia una alineaci¨®n de suplentes. Los equipos hay que hacerlos, consolidarlos en la competici¨®n, y Espa?a apunta autoridad y salud, pero tiene notables desajustes todav¨ªa. M¨¢s que para descansar, estamos para terminar de hacernos y descubrir cu¨¢l ser¨¢ nuestro techo. La cocina de casa, amigos m¨ªos, ya os est¨¢ esperando. Esta vez habr¨¢ musaka.
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