Camiones
El fin de la protesta responde a la firmeza policial y al pacto entre Fomento y la mayor¨ªa del sector
Los camioneros que quedaban en huelga depusieron ayer su actitud, aunque present¨¢ndola como suspensi¨®n temporal del paro. En realidad, tras el acuerdo firmado por Fomento con la mayor¨ªa del sector, los convocantes se encontraban en una posici¨®n insostenible: atados por sus amenazas de seguir hasta que se les aceptara una condici¨®n de imposible cumplimiento, la fijaci¨®n por el Gobierno de tarifas m¨ªnimas garantizadas, y enfrentados a una fuerte presi¨®n policial y a una opini¨®n p¨²blica que hab¨ªa pasado de la comprensi¨®n a la abierta irritaci¨®n.
Hay motivos para ello: adem¨¢s de la brutalidad incontrolada de los piquetes en muchos casos, el paro ha causado p¨¦rdidas muy cuantiosas en sectores como la agricultura, ganader¨ªa y pesca, las plantas de montaje, el comercio; y puede asestar un duro golpe a la ya tocada confianza de consumidores y empresarios cuyo efecto es m¨¢s dif¨ªcil de cuantificar. Tambi¨¦n es probable que deje una considerable factura en t¨¦rminos de inflaci¨®n. De momento, la escasez ha disparado los precios de los alimentos en los mercados mayoristas, lo cual se traslada al consumidor final de inmediato. Lo que est¨¢ por ver es si al recuperarse el suministro, los precios recuperan el punto de partida y se traslada a las familias. Ejemplos como la subida de la leche y el pan muestran la mayor rigidez de los precios a la baja.
Para los transportistas, las medidas pactadas por las asociaciones mayoritarias (sobre todo la cl¨¢usula de actualizaci¨®n del precio convenido en funci¨®n del coste del gas¨®leo) supondr¨¢n un respiro, pero no resuelven los problemas del sector. Pues ¨¦stos no vienen s¨®lo de la subida del combustible, sino de la atomizaci¨®n y el exceso de oferta, en un momento de fuerte frenazo de la demanda. Eso provoca una fuerte competencia que impide repercutir el incremento de los costes a los clientes; son los propios transportistas los que aceptan trabajar a precios inferiores a ese m¨ªnimo que reclaman, pues es el modo que tienen de cubrir al menos sus costes fijos.
Tratar de repercutir la subida, que afecta a todos, sin asumir la parte de ese empobrecimiento que corresponda es una huida hacia una espiral inflacionista sin beneficio para nadie. S¨®lo cabe tomar medidas para que todo el peso no recaiga sobre los mismos, pero en el juego de las presiones para aligerar su parte de la factura, los camioneros se han pasado de rosca.
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