El zorro europeo
Los internautas del mundo se movilizaron de martes a mi¨¦rcoles para conseguir el r¨¦cord mundial de descargas de un programa inform¨¢tico. Se llama Firefox 3 y su logo es un zorro rojo. Es un programa que sirve para conectarse a Internet y brujulear por el ciberespacio. Se les llama navegadores, y es una de esas cosas b¨¢sicas que se instalan en nuestras vidas y que las damos tan por sabidas como lo es pararnos ante un sem¨¢foro en rojo.
Sin embargo, antes del navegador era muy dif¨ªcil andar por Internet. Al principio de los tiempos (a?os noventa), el navegador se compraba. As¨ª se hizo muy rica la empresa Netscape con su Navigator. Luego Microsoft sac¨® el suyo (Explorer) y lo coloc¨® gratis con su sistema operativo Windows. Desde 1997, la mayor¨ªa de los internautas navega con Explorer casi sin saberlo, porque va colocado en el ordenador, es gratis y funciona bien. Sumidos en un mundo extra?o que no controlamos -ni siquiera los profesionales- impera alrededor del ordenador el "virgencita, virgencita, que me dejen como estoy"; por eso es m¨¢s sorprendente que ocho millones de personas se descargaran en un d¨ªa un nuevo navegador y desecharan el antiguo.
Los analistas coinciden en afirmar que el Firefox 3 es m¨¢s r¨¢pido, pr¨¢ctico y seguro que el dominante Explorer; pero no siempre lo mejor se impone a lo establecido. El Firefox, criado en Estados Unidos, es resultado del activismo social y europeo. Inform¨¢ticos de todo el mundo han escrito el programa desinteresadamente; muchos de ellos son europeos, y tambi¨¦n lo es la mayor¨ªa que ha abrazado su aplicaci¨®n y uso.
En dos d¨ªas, se lo han descargado un mill¨®n de alemanes y m¨¢s de medio mill¨®n de espa?oles, quinto pa¨ªs mundial, por delante de Francia. El fen¨®meno Firefox es un movimiento en gran parte europeo. En tres a?os de competencia le ha quitado a Microsoft la quinta parte de su mercado. Su mayor calidad no es la ¨²nica explicaci¨®n; que se haya escrito por voluntarios, tampoco; detr¨¢s del ¨¦xito inicial de Firefox 3 quiz¨¢s habr¨ªa que ver tambi¨¦n un hartazgo por los programas propietarios y, para qu¨¦ ocultarlo, por la extensa servidumbre a Microsoft.
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