La orden del Finnegans
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- Fue el Bloomsday lo que me llev¨® a Dubl¨ªn. Es una celebraci¨®n anual que tiene lugar el 16 de junio en esa ciudad y que consiste en revivir los acontecimientos de la novela Ulises, de James Joyce, que transcurre a lo largo del 16 de junio de 1904. En la calle hay lecturas de la obra, y la gente se disfraza de personajes de la novela. Se ven r¨¦plicas de Leopold, Molly Bloom, Stephen Dedalus. Se siguen itinerarios del libro.
Me fascinaron Dubl¨ªn y sus alrededores, sobre todo los alrededores, porque la ciudad apenas la pude ver: alegres fuerzas oscuras y la diab¨®lica conjura de mis camaradas lo impidieron. Pero no importa, porque la extrema belleza de la carretera de la costa, la que recorre la bah¨ªa, bien vale una misa y un Bloomsday, y lo que sea. Llegu¨¦ a Dubl¨ªn el domingo 15 al mediod¨ªa y, como si eso formara parte de un misterioso ritual futuro, eludimos enseguida la ciudad para ir a los acantilados de Howth, desde donde, una vez superado cierto v¨¦rtigo -fant¨¢stica luz en el puerto de pescadores, entre azules y grises y nubes muy voladeras sobre el mar de Irlanda-, pude ver Dubl¨ªn a lo lejos, en el centro de su serena bah¨ªa.
Estaba a¨²n caliente el cad¨¢ver del malogrado S¨ª al Tratado de Lisboa y pod¨ªa observarse perfectamente el paisaje despu¨¦s de la batalla. Amantes de la juerga y del juego, los irlandeses saben siempre retirarse a tiempo en plena racha de suerte. Despu¨¦s de comer en Howth, nos dirigimos al otro extremo de la bah¨ªa y entramos en el pub Finnegans, en el centro de la peque?a ciudad de Dalkey, ciudad tranquila, de calles estrechas, donde, seg¨²n Flann O'Brien, se suceden encuentros que parecen accidentales, y donde las tiendas simulan estar cerradas, pero est¨¢n abiertas. O'Brien cuenta eso en Cr¨®nica de Dalkey, novela en la que aparece san Agust¨ªn vivo y coleando, en di¨¢logo con un amigo irland¨¦s. Y tambi¨¦n James Joyce, que trabaja de camarero en un bar tur¨ªstico y se niega a ser relacionado con Ulises, libro que considera "mugriento, esa colecci¨®n de inmundicia". All¨ª en Dalkey, decidimos que su pub de nombre joyceano ser¨ªa el escenario, al d¨ªa siguiente, del acto fundacional de la Orden del Finnegans.
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- "?Se sorprender¨ªa o sufrir¨ªa un colapso si le digo que la Teor¨ªa de las mol¨¦culas se ha puesto en marcha en el distrito de Dalkey?" (Flann O'Brien, Cr¨®nica de Dalkey).
3
- El lunes 16 por la ma?ana presenciamos una lectura p¨²blica del Ulises en Meeting House Square, una plaza con pasado cu¨¢quero y donde ahora est¨¢ la Filmoteca. All¨ª vi los primeros dublineses disfrazados de Bloom, Molly o Stephen Dedalus. Anot¨¦ parte de lo que vi: una gorda fant¨¢stica convencida de encarnar a Molly Bloom, el escritor David Grossman, la bella hija del embajador de Sur¨¢frica, un imitador de Van Morrison, Amalia Iglesias, un diplom¨¢tico finland¨¦s con sombrero de paja y bast¨®n de pu?o de plata, Menchu Guti¨¦rrez, y hasta un jesuita llamado Cobble. Y, por supuesto, los cuatro conjurados de la Orden del Finnegans, en realidad cinco, aunque uno de los mosqueteros -Jordi Soler- hab¨ªa regresado ya a Barcelona.
Con ellos fui al cementerio cat¨®lico de Glasnevin, escenario de unas p¨¢ginas de Ulises, y me encontr¨¦ de frente con las altas verjas del lugar, las mismas que se describen en el cap¨ªtulo sexto. "Entierros por todo el mundo, en todas partes, cada minuto. Les echan abajo a paletadas por carretadas a gran velocidad. Millares por hora. Demasiados en el mundo". Dimos un paseo a lo largo de un sendero adoquinado, entre los tejos y las tumbas g¨®ticas, y no faltaron los graznidos de los cuervos. "Ver¨¢s mi fantasma despu¨¦s de la muerte". En la salida, un letrero prohib¨ªa circular a m¨¢s de veinte por hora. Y alguien dijo haber visto a un cad¨¢ver frenar en seco en su huida del camposanto.
Atr¨¢s fueron quedando las verjas de Ulises. "Las verjas reluc¨ªan delante: a¨²n abiertas. De vuelta al mundo otra vez. Basta de este sitio". En la puerta misma del cementerio -frecuentado por ladrones de cad¨¢veres en el siglo XIX-, est¨¢ el viejo pub Kavanagh's, conocido popularmente por The Gravediggers (Los Enterradores). Parece que, a altas horas de la noche, el pub resulta escalofriante, cosa que no dudo ni lo m¨¢s m¨ªnimo, pues ya a la luz del d¨ªa es un bar de lo m¨¢s heavy. De all¨ª saldr¨ªa nuestra expedici¨®n poco despu¨¦s, al caer la tarde, hacia la Torre Martello, torre circular en las afueras de la ciudad, lugar donde comienza Ulises: "Imponente, el gordo Buck Mulligan avanz¨® desde la salida de la escalera (...) Avanz¨® con solemnidad y subi¨® a la redonda plataforma de tiro...".
Ya en la torre Martello, en el pueblo de Sandycove, subimos por la estrecha escalera de caracol hasta la redonda plataforma de tiro, y all¨ª le¨ªmos fragmentos de la novela. Estaban Julia Piera (sonriente testigo), Eduardo Lago, Antonio Soler y Malcolm Otero. Contemplamos despu¨¦s, largo rato en silencio, desde all¨ª arriba, el mar de Irlanda bajo la lluvia. Y luego bajamos y caminamos largamente por la carretera de la costa hasta el pub Finnegans -la Orden toma su nombre de ese bar-, donde bajo la batuta de Eduardo Lago redactamos los reglamentos: "La Orden del Finnegans tiene como ¨²nico prop¨®sito la veneraci¨®n de la novela Ulises de James Joyce. Los miembros de esta sociedad se obligan a honrar la obra y, si es posible, ir al Bloomsday todos los a?os y, al caer la tarde, marchar hasta Torre Martello, en Sandycove, y all¨ª leer unos fragmentos".
El pub de Dalkey vio c¨®mo se pon¨ªa en marcha la Orden del Finnegans y c¨®mo, a ¨²ltima hora, se decid¨ªa que cada a?o podr¨¢ ser admitido un miembro nuevo, "siempre y cuando los cuatro quintos de los caballeros de la Orden est¨¦n de acuerdo". Luego nos dispersamos por Dubl¨ªn y alrededores. Ay, Molly Bloom. T¨² eres mi dulce amor. Yo te prefiero a ti sin un flor¨ªn que a Katey Keogh, con burro y con jard¨ªn. Una despedida risue?a. Y hasta el a?o que viene.
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