"Soy cabeza de turco"
La funcionaria a la que se le achacan los errores judiciales en el 'caso Alovera' habla por primera vez para defenderse
El pasado 14 de abril, la funcionaria del juzgado n¨²mero 5 de Torrej¨®n de Ardoz, Silvia Torres, sali¨® del despacho de su jefa con la sensaci¨®n de que le iban a echar la culpa de todos los errores cometidos en el llamado caso Alovera. "Fue una reuni¨®n de una hora y media con la juez. Pens¨¦ que me iban a hacer cargar con la desgracia que hab¨ªa ocurrido".
Cuatro d¨ªas antes, un sargento del Ej¨¦rcito llamado Jos¨¦ Javier Lacasa hab¨ªa abatido a tiros a su mujer, la argentina Sylvina Bassani, y al amante de ¨¦sta en la localidad castellano manchega. Los medios de comunicaci¨®n recogieron el crimen denunciando la pasividad del juzgado de Torrej¨®n, donde se hab¨ªa recibido la primera denuncia del maltrato y donde se segu¨ªa el caso; Bassani hab¨ªa denunciado en numerosas ocasiones que el militar estaba incumpliendo la orden de alejamiento impuesta en septiembre de 2006. Meses despu¨¦s del asesinato, una investigaci¨®n del Consejo General del Poder Judicial relataba todo lo ocurrido en el juzgado de Torrej¨®n para que se llegase al fatal desenlace. La ¨²nica que sal¨ªa mal parada era Silvia Torres, el ¨²ltimo mono del juzgado.
La Comunidad de Madrid tendr¨¢ que decidir si sanciona a la trabajadora
El secretario judicial me dijo: "A alguien le ten¨ªa que tocar"
Silvia Torres habla hoy por primera vez ante un medio de comunicaci¨®n para defenderse. En el informe del Poder Judicial se recogen las acusaciones que su jefa, la juez Gema Poveda, ha lanzado contra ella: que no entend¨ªa los escritos del abogado de la maltratada, que no ten¨ªa estudios jur¨ªdicos y que retuvo el expediente de Sylvina Bassani desde el 19 de noviembre de 2007 hasta el 7 de abril de 2008. Por todo ello, la juez ha pedido a la Comunidad de Madrid la destituci¨®n de la funcionaria que tendr¨¢ que decidir sobre el caso en los pr¨®ximos meses.
Con la voz temblorosa, pero firme en su defensa, Silvia Torres, de 32 a?os y licenciada en derecho por la Universidad Complutense -la juez le acus¨® falsamente de no tener estudios jur¨ªdicos- rechaza estas acusaciones. "Si se cae un edificio el responsable es el arquitecto y no el alba?il. Yo s¨®lo quiero dejar claro que no puedo cargar con las culpas de un procedimiento que arranca mucho antes de que yo llegue al juzgado y donde ya se hab¨ªan producido muchas irregularidades".
Esas irregularidades son las que llevan al desastre final y se producen mucho antes de que Torres se incorpore, en septiembre de 2007. Es decir, la funcionaria s¨®lo tiene contacto con el caso seis de los 19 meses que transcurren desde la primera denuncia hasta la muerte de Sylvina. Durante todo ese tiempo, pasaron por el juzgado cuatro jueces, dos titulares y dos sustitutos. "Nadie quer¨ªa ir all¨ª. La primera juez, Gema Susana Fern¨¢ndez, hab¨ªa comunicado varias veces que el juzgado estaba sobrecargado de trabajo". As¨ª lo determin¨® el Poder Judicial en una inspecci¨®n en noviembre de 2007. Torres llega como refuerzo un poco antes. Estaba en una bolsa de trabajo del Servicio Regional de Empleo de la Comunidad de Madrid. Ya hab¨ªa pasado por otros juzgados pero siempre en cortas estancias, como sustituta.
"Es cierto que no ten¨ªa mucha experiencia, unos nueve meses. La persona a la que yo sustitu¨ªa ten¨ªa una baja por el estr¨¦s derivado de la saturaci¨®n del juzgado. Cuando se reincorpor¨® a su puesto, esa persona decidi¨® dejar la plaza. As¨ª que me qued¨¦ yo. Me dieron lo que nadie quiere, los casos de violencia de g¨¦nero. Pod¨ªan haberme dado otros asuntos menos delicados porque el juzgado tramita tambi¨¦n otros temas civiles y penales, pero no, me dieron lo m¨¢s complicado".
La juez Fern¨¢ndez nunca contest¨® a la petici¨®n del abogado de la v¨ªctima para que se pidiese al Ministerio de Defensa un control de las armas que ten¨ªa el asesino de Sylvina. El sargento dispon¨ªa de una Smith&Wesson que hab¨ªa adquirido de forma privada y que no constaba en las bases de datos de la Guardia Civil. En abril de 2007, la juez Fern¨¢ndez denegaba al abogado de Sylvina varias peticiones: prestar declaraci¨®n de nuevo, que se celebrara una comparecencia para ingresar al sargento en prisi¨®n por romper la orden de alejamiento y un informe psiqui¨¢trico del agresor.
Meses antes un informe psicosocial del sargento firmado por Mar¨ªa Isabel Tagle -la psic¨®loga sobre la que se han recibido m¨¢s quejas en la Comunidad de Madrid- establec¨ªa que "desde el punto de vista psicol¨®gico no se puede hablar de maltrato familiar" y recomendaba a Sylvina "afrontar su problem¨¢tica relaci¨®n de pareja". Poco despu¨¦s, en noviembre de 2007, el fiscal solicit¨® el archivo de la causa.
Todo esto, salvo la petici¨®n del fiscal, ocurre antes de que llegue la funcionaria a su puesto. "Y sin embargo, se me culpa a m¨ª de toda esta desgracia. Soy cabeza de turco y me entero por la prensa de que me pueden abrir un expediente sancionador, pero nadie se mete a evaluar lo que han hecho los responsables del juzgado, la psic¨®loga, el ministerio fiscal..."
El error que imputa a Silvia Torres la ¨²ltima juez del caso, Gema Poveda, es el de no tramitar diligentemente los ¨²ltimos intentos del abogado de Sylvina para decretar medidas contra el militar. "Cuando yo llegu¨¦ el juzgado era un desbarajuste. Nadie me dijo que ese asunto fuera prioritario. No era un asunto urgente y el expediente estaba en el armario. Aun as¨ª trat¨¦ de solucionarlo. Y ped¨ª ayuda a la nueva juez".
Es viernes, 15 de marzo. Torres cuenta que pidi¨® ayuda a Poveda pero que ¨¦sta se limit¨® a contestar: "Cuando sepa usted lo que tiene que hacer me viene a ver". As¨ª que la funcionaria pide ayuda a una compa?era. El 1 de abril, seg¨²n su versi¨®n, el procedimiento est¨¢ en la mesa de Poveda. Seg¨²n la juez, eso no ocurri¨® hasta el 7 de abril. Poveda se va de vacaciones y se lleva la carpeta para examinarla. Dos d¨ªas m¨¢s tarde, el sargento mata a Sylvina.
El asunto salta a los medios. Un mes m¨¢s tarde Silvia Torres ve su nombre en los peri¨®dicos. "Yo estaba contenta en ese juzgado. Fue una decepci¨®n terrible. El secretario judicial me llam¨® por tel¨¦fono y me dijo que lo sent¨ªa pero que 'a alguien le ten¨ªa que tocar".
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