Los mayores quieren decidir d¨®nde residen
La oferta de pisos, edificios y urbanizaciones para jubilados se multiplica, pero ellos prefieren quedarse en su casa - Compartir el hogar con estudiantes u otros mayores evita el miedo a la soledad
Viviendas para mayores tuteladas, apartamentos en edificios especiales para senior, casas en urbanizaciones de lujo para jubilados. Las opciones de vida para las personas mayores se multiplican en Espa?a. Pero a la hora de tomar la decisi¨®n pesa mucho el miedo a la soledad (1,6 millones de mayores de 65 a?os viven sin compa?¨ªa) y a que les suceda algo. Y, aunque la mayor¨ªa prefiere quedarse en su casa, a la vez les gustar¨ªa poder elegir. Algo que no est¨¢ al alcance de todos.
A Jos¨¦ Manzanera, de 75 a?os y divorciado, le doli¨® tener que abandonar su vivienda de toda la vida, en la ciudad de Girona. Aquejado de algunas enfermedades, recib¨ªa asistencia domiciliaria y pod¨ªa vivir m¨¢s o menos de forma aut¨®noma. Una importante disminuci¨®n en la visi¨®n y, sobre todo, el miedo a que le sucediera algo se cebaron en su ¨¢nimo. Rechaz¨® ir con sus hijos y tampoco se ve¨ªa aguantando, dice, las rigideces de un geri¨¢trico. Su soluci¨®n ha sido alquilar, desde el mes de febrero, un apartamento en un edificio para seniors, dotado de todo tipo de servicios comunitarios, desde biblioteca a gimnasio. Pero lo m¨¢s importante es la atenci¨®n sanitaria las 24 horas. "Ha sido un trasplante de vecindario, de amigos...", dice, y por ello ha personalizado el espacio con su sill¨®n favorito, un reloj de pared y algunos cuadros de su pinacoteca.
El 25% de los mayores est¨¢n solteros y no tienen descendencia
Los jubilados que est¨¢n solos tienen reticencias a nuevo en pareja
El precio medio de una plaza en un geri¨¢trico privado es de 1.550 euros al mes
Algunos programas promueven que compartan su piso con gente joven
Los mayores desean residir en ambientes personalizados
Las bajas pensiones no permiten escoger el modo de residencia
En Espa?a viven 7,4 millones de personas con m¨¢s de 65 a?os, de las que 1,6 millones residen solas en sus domicilios, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica. Permanecer en la vivienda mientras las fuerzas alcancen es, mayoritariamente, una decisi¨®n vital, seg¨²n coinciden en apuntar diferentes encuestas. El profesor de Sociolog¨ªa de la Universidad de Granada, Juan L¨®pez Doblas, ha constatado que la mayor¨ªa de personas por encima de los 65 a?os, que ha enviudado o separado, lo que quiere es vivir en su casa. "Otra cosa es que la salud no acompa?e y que se vean obligados a acudir a una residencia o buscar otras soluciones", dice.
No todo el mundo puede elegir c¨®mo pasar la vejez. El importe medio de las pensiones est¨¢, seg¨²n los ¨²ltimos datos, en 715,31 euros. Y ni la ayuda domiciliaria ni los servicios de teleasistencia est¨¢n generalizados. Son los familiares o las asistentas tradicionales los encargados, habitualmente, de cuidar a los mayores en casa. Dif¨ªcil lo tienen para vivir en las nacientes urbanizaciones de lujo para jubilados.
Hay personas que prev¨¦n acudir a una residencia cuando se conviertan en dependientes para asegurar una atenci¨®n cotidiana: "Muchos tienen familiares en situaciones complicadas o las familias se han dispersado", afirma Merc¨¨ P¨¦rez Salanova, psic¨®loga geri¨¢trica del Instituto del Envejecimiento de la Universidad de Barcelona.
En Espa?a existen 4.961 centros de la tercera edad y s¨®lo la tercera parte son p¨²blicos. A finales del a?o pasado ofertaban 326.000 plazas, seg¨²n la consultora DBK. El precio medio de una plaza en un geri¨¢trico privado era de 1.550 euros al mes, seg¨²n un estudio de Inforesidencias.com para el a?o 2007. Otra opci¨®n, m¨¢s escasa a¨²n, son las viviendas tuteladas de mayores: seg¨²n cifras del Imserso para 2006 y respecto a 14 comunidades aut¨®nomas, s¨®lo exist¨ªan 824 con un total de 6.922 plazas disponibles. "Hay m¨¢s alternativas al domicilio o la residencia, pero todav¨ªa son poco habituales", a?ade P¨¦rez Salanova.
El problema de vivir solo a estas edades es la interpretaci¨®n negativa que hace mucha gente: "Pobrecillos, dicen, cuando es algo que en muchos casos han elegido", a?ade L¨®pez Doblas. ?Y emparejarse de nuevo? Las viudas son las m¨¢s renuentes a volverse a casar "porque piensan que el matrimonio es para la juventud o tienen miedo a la cr¨ªtica social o a repetir un intercambio desigual, tener que volver a cuidar de una persona mayor". Los viudos, con menos prejuicios, se casan m¨¢s. ?Y los solteros? El 25% de mayores lo son y sin descendencia, "suelen ser reacios a desprenderse del patrimonio", a?ade.
En dos d¨¦cadas, tampoco han cambiado mucho las razones para vivir solo. "Principalmente, lo hacen para mantener la independencia; luego, porque consideran poder valerse por s¨ª mismos; en ¨²ltimo lugar, afirman no tener a nadie con quien vivir", seg¨²n indicaba P¨¦rez Doblas en un amplio informe, Premio Imserso 2004. Destaca el gran apego por la vivienda propia "como s¨ªmbolo de trayectoria vital", a pesar de que m¨¢s de la mitad de sus viviendas fueron construidas antes de 1950. "El empe?o por vivir en casa es mayor si tienen descendientes viviendo cerca", a?ade. No les conviene mudarse a casa de las hijas, destino que era preferente, porque no quieren convertirse en un estorbo y como las mujeres trabajan, tambi¨¦n pasar¨ªan el d¨ªa solos. Mantenerse en el domicilio de siempre es sensato, destaca la psic¨®loga: "Les permite mantener las rutinas y vivir con menos incertidumbre".
?Y opciones como los pisos tutelados? "Estos son adecuados para personas que necesitan asistencia, pero que mantienen la capacidad de decisi¨®n de la persona; los apartamentos de servicios tienen una funci¨®n protectora y facilitadora, son f¨¢ciles de limpiar, y se disminuyen los riesgos porque incluyen alarmas y ba?os adaptados", a?ade P¨¦rez Salanova.
Un estudio de la consultora DBK en el a?o 2007 a partir de 600 entrevistas con personas mayores de 60 a?os indicaba que el 47% de los residentes en hogares de municipios de m¨¢s de 50.000 habitantes, en especial las mujeres, se plantea vivir en una residencia. La atenci¨®n personalizada, estar acompa?ado y la asistencia m¨¦dica son las principales ventajas percibidas; sin embargo, uno de cada tres personas no ir¨ªa a vivir porque no estar¨ªan con la familia, por la p¨¦rdida de libertad, la menor libertad y mayor rigidez de horarios, la falta de sensaci¨®n de hogar y el coste. P¨¦rez Salanova recomienda que estos centros mantengan un entorno de vida cotidiano, "lo m¨¢s parecido a la casa del usuario".
La soledad es una de las mayores preocupaciones. "Sobre todo por las noches, cuando la soledad genera miedo, inseguridad y malestar", explica la psic¨®loga Merc¨¨ P¨¦rez Salanova. Que se lo pregunten a Jos¨¦ Manzanera. Viv¨ªa en un enorme piso, "me sobraba la mitad", pero llevaba muy mal las noches: "Cuando no me encontraba bien, acababa llamando a urgencias". Ahora, reside en los apartamentos Adorea junto con otro centenar de jubilados. "Sufr¨ª una afecci¨®n pulmonar, llam¨¦ al timbre, vino el m¨¦dico y enseguida llamaron a una ambulancia", dice este funcionario judicial retirado. Es reticente a las residencias. "Esto es mi casa, tengo mi llave, mi dormitorio, mi ba?o y mi cocina, aunque no la utilizo", dice. El alquiler con asistencia y acceso a ¨¢reas comunes, como la biblioteca, le vale unos 975 euros. Otros servicios, como fisioterapia o un corte de pelo, van a parte.
Para evitar la soledad, est¨¢n despegando novedosas soluciones. Una de ellas es compartir la vivienda con estudiantes, como hace el programa Vivir y Convivir de la Obra Social Caixa Catalunya, con varios a?os de experiencia. El anciano recibe 100 euros al mes para los gastos y el estudiante, una peque?a beca de 490 euros, pero no paga alojamiento. "Son situaciones positivas, porque se establecen relaciones de reciprocidad: no s¨®lo comparten un espacio y se sienten acompa?ados, sino que incluso pueden dar y recibir afecto", dice la P¨¦rez Salanova. Sime¨®n Ben¨ªtez, de 90 a?os de edad y que enviud¨® hace cinco, lleva una eternidad en el madrile?o barrio de Carabanchel. Sus hijos le han pedido que viva con ellos, "pero no lo har¨¦ mientras tenga conocimiento". Y echa pestes de las residencias. No dud¨® un minuto cuando le propusieron compartir el piso con un joven rumano. "Me encontraba muy solo, sobre todo en invierno". La convivencia es buena. "El chico dice que Dios es antes que la familia; yo le digo que se prepare bien para la vida". El chico es Valerio Andras, de 19 a?os y estudiante de Telecomunicaciones. Ha encontrado en Sime¨®n "una persona sociable, buena y abierta, y que sufri¨® mucho en la Guerra Civil cuando fue encarcelado varios a?os". ?Hay choque de generaciones? "Bueno, tenemos alg¨²n peque?o conflicto, pero nos respectamos mucho", afirma Andras, que tiene a toda la familia en Tomelloso.
Otra modalidad son los pisos compartidos por personas mayores. Como la iniciativa de la asociaci¨®n Conex en Barcelona. "Es emocionalmente interesante porque todos se responsabilizan de tomar las decisiones d¨ªa a d¨ªa", cuenta P¨¦rez Salanova. "?Y por qu¨¦ no convencer a unas viudas a que compartan piso?, ?por qu¨¦ est¨¢ mal visto?", se pregunta Lourdes Bermejo, geront¨®loga social y coordinadora de uno de los grupos de trabajo de la Sociedad Espa?ola de Geriatr¨ªa y Gerontolog¨ªa. M¨¢s propuestas: "Dos o tres matrimonios podr¨ªan vender sus pisos y convivir en una gran casa con apoyo de asistentes. Ser¨ªa aplicar el sentido com¨²n", a?ade Bermejo. "A medida que te haces mayor parece que pierdes derechos, pero el derecho no es a un viaje gratis, sino a la libertad de elegir", dice Lourdes Bermejo.
En reuniones socioeducativas con grupos de mayores trata de orientarlos para que mejoren sus competencias y puedan analizar su momento vital: "Les explicamos que deben poner l¨ªmites a sus hijos, no dejar que los infantilicen, y poder tomar sus propias decisiones, por ejemplo que valoren si es mejor hacer la reforma de la vivienda cuando se encuentran bien de salud".
Carmen Claveria, de Zaragoza, de 78 a?os, con tres hijos, vive sola desde que hace nueve a?os se march¨® la hija soltera a trabajar a Disneyland Par¨ªs. Sufre de artrosis, "aunque me valgo por m¨ª misma", dice. No lleva bien estar sola, "puede ser muy triste", pero tiene muchas amigas.
Se apunt¨® al programa de compartir piso con la tinerfe?a Ver¨®nica D¨ªaz, de 19 a?os, estudiante de 2? de Veterinaria. "Siempre est¨¢ estudiando". Tras un a?o de convivencia, D¨ªaz reconoce que ahora comprende mejor a las personas mayores, "necesitan cari?o y no nos damos cuenta de que si los escuchamos nos pueden ense?ar muchas cosas". La ¨²nica pega es no poder traer a nadie. Repetir¨¢ la experiencia, a pesar de que "tengo compa?eros que piensan que vivir as¨ª me quita libertad, que siempre est¨¢n detr¨¢s de ti, con los horarios...".
Si escuchamos a Emilia Coma Ariste, de 75 a?os y con d¨¦cadas viviendo en el mismo barrio de Barcelona, dir¨ªamos que es un caso de alta autoestima. Enviud¨® hace 30 a?os, lleva 15 sola y hace siete que peg¨® un baj¨®n a ra¨ªz de una intervenci¨®n quir¨²rgica. Sus tres hijos viven en Barcelona, se siente autosuficiente y est¨¢ muy bien en casa, "pero soy muy sociable". Acude a un centro de d¨ªa, hace senderismo sobre llano, mantiene la memoria, pinta acuarelas, hizo musicoterapia, medita y practica yoga, "que me relaja mucho", y si se siente deprimida lee, "que es mejor que medicalizarme". Sin embargo, "ten¨ªa miedo por las noches". Por ello decidi¨® compartir su casa con una estudiante de Esade, "es como mi nieta".
A Montse Ribera, de 20 a?os y del pueblo de Corner, en Barcelona, le ha resuelto la vida. Y tranquilizado a sus padres. A diferencia de un piso de estudiantes, "tienes garantizado tus espacios y no hay el desmadre total". "Incluso la relaci¨®n puede ser m¨¢s f¨¢cil que con personas de mi edad. Emilia me aporta un gran apoyo, tiene experiencia y perspectiva. Es como tener un familiar en Barcelona". Al principio ten¨ªa sus reticencias, "por eso de los horarios, hay que tener en cuenta que somos estudiantes y que nos gusta salir, pero lo hablo con Emilia y si quiero ir a alguna fiesta, no hay problema. Mis amigos se re¨ªan y me dec¨ªan que no iba a durar nada".
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