El oro de Mosc¨²
Arshavin y compa?¨ªa se repartir¨¢n siete millones de euros en primas si llegan a la final
Dicen que el f¨²tbol es un estado de ¨¢nimo. El estado an¨ªmico de la selecci¨®n rusa se dispar¨® como las acciones de Google en la madrugada del 10 al 11 de junio. Sucedi¨® en un popular hotel alpino llamado Krallerhof, en el valle de Leogang. El equipo acababa de regresar de Innsbruck tras perder contra Espa?a (4-1) en el debut en la Eurocopa y los hombres que gobiernan el f¨²tbol de Rusia organizaron una cumbre para impulsar un proyecto en el que, por encima de los intereses deportivos, prevalec¨ªan los de car¨¢cter pol¨ªtico. En el concili¨¢bulo se citaron un delegado de Roman Abram¨®vich, fundador de la petrolera Sibneft y principal fuente de financiaci¨®n de la Uni¨®n Rusa de F¨²tbol; un representante de Leonid Fedum, accionista mayoritario de Lukoil y due?o del Spartak de Mosc¨², y un vicario de Aleksander Dyukov, presidente de SIBUR, filial petroqu¨ªmica de Gazprom y propietario del Z¨¦nit de San Petersburgo, entre otros. A la reuni¨®n tambi¨¦n acudieron el seleccionador, Guus Hiddink, y su gran enemigo, Vitaly Mutko. Mutko, que ejerce al mismo tiempo de presidente de la URF y de ministro de Deportes, Turismo y Juventud, estaba obsesionado con una idea: la destituci¨®n fulminante de Hiddink.
La propuesta de Mutko, que se manifest¨® escandalizado con el m¨¦todo liberal del entrenador holand¨¦s, consisti¨® en buscar otro t¨¦cnico para que dirigiera al equipo en el partido contra Grecia. No consigui¨® su objetivo porque los petroleros decidieron revalidar a Hiddink. La amistad que une al t¨¦cnico con Abram¨®vich jug¨® un papel importante. No s¨®lo para defender su puesto, sino para firmar las primas. Sus incentivos econ¨®micos y los de toda la plantilla. Este punto, que todas las federaciones resuelven antes del primer partido, no se hab¨ªa terminado de negociar en la selecci¨®n que m¨¢s valora el dinero.
En Rusia, el sueldo medio ronda los 400 euros mensuales. La brecha entre pobres y ricos es cada vez m¨¢s grande. Quien tiene recursos goza de privilegios impensables para la mayor¨ªa. Los futbolistas de la selecci¨®n, constituida por figuras de los clubes de Mosc¨² y San Petersburgo, pertenecen a una peque?a clase afortunada. Son millonarios. Esto les confiere una condici¨®n social que suelen exhibir con arrogancia aristocr¨¢tica. Para un futbolista ruso, el capital es el est¨ªmulo por excelencia. Por eso, la madrugada del 11 de junio supuso un paso fundamental. Las primas oficiales por alcanzar los cuartos de final se establecieron en 500.000 euros por cabeza. Un volumen inalcanzable para cualquiera de las selecciones de Europa. Una cantidad que triplica los premios que recibir¨¢n los espa?oles si ganan el torneo.
La inyecci¨®n de petrod¨®lares justifica la sonrisa permanente de Pavlyuchenko, s¨ªmbolo de la predisposici¨®n desaforada de su equipo. Si el acuerdo de las primas anticip¨® las victorias sobre Grecia y Suecia, el paso a los cuartos reabri¨® las negociaciones. Antes del partido contra Holanda, los jugadores empezaron a recibir gratificaciones extraoficiales de empresarios. Pavlyuchenko, el goleador del Spartak, ingres¨® miles de euros extra por sus goles. Arshavin, la estrella del Z¨¦nit, tambi¨¦n se convirti¨® en un beneficiario indirecto de la subida del barril de crudo. Fedum y Dyukov, presidentes del Z¨¦nit y el Spartak, respectivamente, no han dudado en estimular a sus muchachos para que completen una Eurocopa memorable. Lo consideran una inversi¨®n que esperan recuperar a fuerza de traspasos.
En diez d¨ªas, los jugadores rusos han pasado de valer unos pocos millones de euros, en el mejor de los casos, a convertirse en verdaderas fuentes de especulaci¨®n. El negocio tiene contentos a todos. Incluso a Mutko, que ha pasado de reclamar el despido de Hiddink a proponer su ciudadan¨ªa rusa con car¨¢cter honor¨ªfico. En Rusia todo es voluble y todo se improvisa. El d¨ªa en que la selecci¨®n derrot¨® a Suecia y se clasific¨® para los cuartos, el equipo se vio buscando un hotel para dormir. La federaci¨®n no hab¨ªa hecho reservas ni plan de traslados. Hasta hace diez d¨ªas el f¨²tbol ruso era presa de un extendido sentimiento de fatalismo. Nadie cre¨ªa en el ¨¦xito. Las primas se dejaron para ¨²ltima hora.
Hoy, los jugadores tienen 500.000 euros en el bolsillo y han llegado a un acuerdo para repartirse siete millones m¨¢s en caso de derrotar a Espa?a. ?Y si ganan la final? Ayer en Rusia, ante la idea, nadie descartaba reabrir negociaciones para establecer nuevas primas. El escenario ha desatado la codicia. La t¨¢ctica de Hiddink vale el oro de Mosc¨².
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