El arte de la alegr¨ªa
?Cu¨¢l es la naturaleza de las cosas? ?Es la emoci¨®n que produce la proyecci¨®n sobre la pared de una luz de color amarillo avispa? ?Convertir la rotaci¨®n de un espejo en un ir y venir de pompas virtuales elev¨¢ndose o deshaci¨¦ndose ante nuestros ojos, sin tener siquiera que soplar? La idea de un arte que gestiona los sentimientos y la percepci¨®n -un arte de la alegr¨ªa- no es nueva. El art d¨¦co lo llev¨® a la arquitectura. El neo-geo fue un movimiento simulacionista que sirvi¨® para aliviar al mercado del revent¨®n neoexpresionista. Tras el 11-S, proliferaron los efectos lum¨ªnicos sustitutorios: a falta de un par de rascacielos, dos l¨¢seres intentando acoplarse en el skyline de Nueva York pod¨ªan aliviar m¨¢s que una terapia de grupo. La "hiperrealizaci¨®n" de un sol gigante en la Sala de Turbinas de la Tate Modern (The Weather Project, 2003) convenci¨® a la nueva clientela cultural de que la psicodelia tambi¨¦n pod¨ªa venir de los museos. Que el arte signifique que todos los problemas pueden ser resueltos -una idea muy baudrillardiana- levantar¨ªa de la tumba a Goya o a Picasso. El arte debe tener alg¨²n sentido m¨¢s all¨¢ de su propio simulacro.
Olafur Eliasson
La naturaleza de las cosas. Fundaci¨®n Mir¨®
Parc de Montju?c, s/n. Barcelona
Hasta el 28 de septiembre
De Olafur Eliasson (1967) existen unas cuantas exposiciones repartidas al un¨ªsono por la geograf¨ªa global. El dan¨¦s representa para muchos la imagen del artista de ¨¦xito, as¨ª como un futbolista de la Liga inglesa o un dise?ador japon¨¦s de bolsos de lujo. Sin embargo, lo importante no es saber c¨®mo la relaci¨®n entre el arte y el ¨¦xito afecta a un autor, sino c¨®mo se refleja en el p¨²blico, a partir de una exposici¨®n donde las obras creen tensiones o, por el contrario, se ponga el ¨¦nfasis en el espect¨¢culo. La Fundaci¨®n Mir¨® acaba de inaugurar una retrospectiva del primer artista ganador del Premi Joan Mir¨®. Nada que objetar. Las proyecciones de luz de muchas de sus obras adoptan los colores de las telas del artista catal¨¢n. El error est¨¢ en c¨®mo se nos muestran. Eliasson no es Mir¨®, de la misma manera que Turrell no es Rothko. Pero as¨ª como la mirada infantil -de adultos y de ni?os- se fija en un cuadro de Mir¨® y lo interpreta como un cosmos m¨¢s o menos gracioso de manchitas de colores sin el menor atisbo emocional, las instalaciones de Eliasson pueden acabar siendo -y aqu¨ª lo son- lo mismo.
Las salas del edificio de Sert acogen un conjunto de obras parecido a un teatro de juguete donde se representan efectos de luz, espejos y colores. Ideal para un fin de semana en familia. ?Tiene la culpa el pobre artista de que en este peque?o universo en miniatura el espectador deba ahorrarse todo un trabajo discursivo en torno al espacio, su percepci¨®n, la relaci¨®n f¨ªsica con el entorno o la idea de la "esferidad ideal"? Eliasson es un provocador de la contemplaci¨®n, no es un simple esteta o un artista que quiera llevar al espectador a un estado de ¨¦xtasis asexual. Viendo estos trabajos de los ¨²ltimos quince a?os, la sensaci¨®n que queda es de blandura y tontez. Que seamos incapaces de ver de ver la destreza de la artificiosidad en esta Naturaleza de las cosas (un t¨ªtulo ciertamente pretencioso) significa no s¨®lo que no ha habido trabajo curatorial, tambi¨¦n que vivimos inmersos en una armon¨ªa cultural tan alejada de ese sentido inalienable del aqu¨ª y ahora de autores como Anthony McCall (Line Describing a Cone, 1973) o el mismo Duchamp. En comparaci¨®n con ellos, el ¨¦xito de Eliasson apenas si tiene importancia. -
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