La violaci¨®n de Zoiloam¨¦rica
La denuncia contra el presidente Daniel Ortega por abusar sexualmente de su hijastra influy¨® en el cisma sandinista, los pactos con la oposici¨®n y el devenir autoritario de Nicaragua
Zoiloam¨¦rica Narv¨¢ez sinti¨® el insoportable peso de la revoluci¨®n sandinista cuando su jefe, Daniel Ortega, le hizo creer que su estabilidad emocional, el cumplimiento de los deberes del l¨ªder con la historia, el destino de la revoluci¨®n y de la patria pasaban por la satisfacci¨®n de sus apetitos sexuales. "Realmente llegu¨¦ a creer que mi sacrificio realmente aportaba a la revoluci¨®n", testimoni¨® la v¨ªctima. El manipulador caudillo, presidente de Nicaragua durante dos periodos (1985-1990, 2007-1212), consum¨® la primera violaci¨®n de su hijastra en el a?o 1982, cuando ¨¦l ten¨ªa 34 a?os y la ni?a hab¨ªa cumplido los 15, de acuerdo con el pliego de acusaci¨®n. La adolescente desconoc¨ªa hasta qu¨¦ punto la denuncia de los ultrajes, presentada ante los tribunales hace 10 a?os, en junio de 1998, iba a determinar el futuro del empobrecido pa¨ªs centroamericano y el curso de una revoluci¨®n, internacionalmente aplaudida cuando derroc¨® al dictador Anastasio Somoza, en 1979, pero malograda despu¨¦s por el autoritarismo, los cismas, la corrupci¨®n y las vilezas de la condici¨®n humana.
Dirigentes sandinistas cuestionaron a Daniel Ortega por la supuesta violaci¨®n de su hijastra
Todo comenz¨® en Costa Rica, en 1978. "Vos ya est¨¢s lista", le habr¨ªa dicho Ortega el d¨ªa de su menstruaci¨®n
No todos creen ni admiran a Zoiloam¨¦rica. Hay quien la tiene por loca y otros por cobarde e interesada
?sta es la historia de una violaci¨®n impune; de un movimiento hecho trizas, el sandinismo, y de la espuria alianza entre su principal dirigente, el ex revolucionario Ortega, y el corrupto ex presidente derechista Arnoldo Alem¨¢n (1997-2001), que todav¨ªa conspira, pese a la condena de 20 a?os en 2003 por blanqueo de dinero y saqueo de las arcas del Estado: un bot¨ªn de 250 millones de d¨®lares (unos 160 millones de euros). La alianza evit¨® la rendici¨®n de cuentas ante la justicia y abri¨® paso a una suerte de autoritarismo institucional en Nicaragua. Alem¨¢n, de 62 a?os, cumple el c¨®modo castigo en una finca de su propiedad, donde le visitan allegados, c¨®mplices y testaferros, algunos de los cuales penar¨ªan entre rejas, a tenor de las investigaciones sobre su patrimonio, si en Nicaragua existiera una justicia independiente. Un grupo de diputados maquina su liberaci¨®n, y es probable que la consiga.
El reo viaja a Managua cuando le apetece porque un juez le concedi¨® esa gracia. Los bienes admitidos por el delincuente inclu¨ªan decenas de fincas, casas, veh¨ªculos de lujo, acciones, una isla y empresas, pero no el multimillonario bot¨ªn descubierto por la inspecci¨®n fiscal. No obstante, el robo de los caudales p¨²blicos no es novedad en Nicaragua. La dinast¨ªa de los Somoza era due?a del pa¨ªs desde el a?o 1934, y los guerrilleros lo recuperaron a tiros y lo administraron a su antojo. Aunque miles de campesinos recibieron tierras, la depredaci¨®n vergonzante fue la oficial, la pi?ata: sandinistas con mando en plaza coparon bienes y empresas del Estado cuando Violeta Chamorro gan¨® las generales de 1990 y hab¨ªa que abandonar los despachos ganados por las armas, el 19 de julio de 1979, cuando la guerrilla entr¨® victoriosa en Managua.
Jefes revolucionarios alzados contra el imperialismo, el capitalismo y Somoza ganaron fortunas desde los consejos de administraci¨®n de empresas p¨²blicas y con la apropiaci¨®n de casas y negocios. Y todo, el abuso de poder y la degradaci¨®n, en un pa¨ªs de cinco millones de habitantes, el 50% pobre, el 17% m¨ªsero.
La derrota sandinista de hace 18 a?os incidi¨® en el calvario de Zoiloam¨¦rica -"continu¨¦ estando sola y abandonada por mi familia"- y en el Frente Sandinista de Liberaci¨®n Nacional (FSLN), que a partir de entonces entr¨® en barrena. A principios de este mes, Dora T¨¦llez, ex ministra sandinista, que a los 22 a?os asalt¨® el Palacio Nacional de Somoza, desarroll¨® una huelga de hambre de 13 d¨ªas, tumbada en una hamaca debajo de un ¨¢rbol en una c¨¦ntrica rotonda de la capital, para protestar por la ilegalizaci¨®n del Movimiento de Renovaci¨®n Sandinista (MRS), fundado en el a?o 1995 por el ex vicepresidente Sergio Ram¨ªrez. La retirada de la personalidad jur¨ªdica a esa formaci¨®n tambi¨¦n es consecuencia de la alianza Ortega-Alem¨¢n para eludir a la justicia, anular la competencia y ampliar el poder de sus bancadas. Carlos Mej¨ªa Godoy, popular cantautor de barricada y patria, prohibi¨® al Gobierno la utilizaci¨®n de sus canciones en actos p¨²blicos.
"Buena parte de los fundadores y l¨ªderes m¨¢s carism¨¢ticos abandonaron el partido, y a las deserciones se sumaron los cuestionamientos ¨¦ticos que sufre su principal dirigente, Daniel Ortega", resumi¨® el analista Ra¨²l Zibechi. El cuestionamiento m¨¢s grave fue la supuesta violaci¨®n de Zoiloam¨¦rica, apenas compadecida por culpa de la cobard¨ªa, la incredulidad o el sectarismo. La preocupante involuci¨®n democr¨¢tica en la patria de Augusto Sandino se asemeja al curso de la demanda judicial de la mujer que vener¨® al campesino sublevado contra la ocupaci¨®n yanqui de 1927. "La denuncia de Zoiloam¨¦rica Narv¨¢ez sigue su tramitaci¨®n. Tenga usted en cuenta que tenemos pendientes 8.000 casos. No hay personal suficiente", explica la abogada Isabel Madariaga, portavoz de asuntos nicarag¨¹enses en la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), con sede en Washington, a la que recurri¨® la joven soci¨®loga de 41 a?os, con tres hijos y dos matrimonios, cuando las politizadas instancias judiciales de Nicaragua le cerraron el paso.
"Fui acosada y abusada sexualmente por Daniel Ortega Saavedra desde la edad de los 11 a?os, manteni¨¦ndose estas acciones por casi 20 a?os de mi vida", escribi¨® en el pliego de cargos. "El poder estren¨® en m¨ª todos los instrumentos posibles de dominaci¨®n: f¨ªsicos, psicol¨®gicos, pol¨ªticos, familiares y militares". Fue sometida a un r¨¦gimen de cautiverio, persecuci¨®n y acecho, seg¨²n sus afirmaciones, y se abus¨® de su cuerpo, de sus emociones y creencias, y de su condici¨®n de militante sandinista.
El temor de Ortega a perder la inmunidad parlamentaria y ser procesado por esas afrentas no es ajeno al trascendente reparto de los poderes del Estado entre el FSLN (de izquierda) y Arnoldo Alem¨¢n (derecha); ¨¦ste ¨²ltimo, hijo de altos funcionarios del somocismo, empresario y capo entre bambalinas del primer grupo de la oposici¨®n, el Partido Liberal Constitucionalista (PLC). La mayor¨ªa de sus diputados, a algunos de los cuales EE UU neg¨® el visado por sospechas de corrupci¨®n, le obedecen por temor a que tire de la manta.
"Si me hundo yo, nos hundimos todos", parece ser el lema emitido desde la hacienda-c¨¢rcel El Chile. Nadie se hunde porque lo impiden las reformas constitucionales del bienio 1988-1999 y las agregadas en 2004, que debilitaron las facultades del Ejecutivo en beneficio de la Asamblea Nacional, controlada por un bipartidismo caudillista. Los dos mu?idores del pacto, Ortega y Alem¨¢n, se adue?aron de la justicia porque la tem¨ªan: el primero, por violaci¨®n e incesto, y el segundo, sepultado por la corrupci¨®n. Impunidad a cambio de impunidad, seg¨²n los analistas, y hegemon¨ªa pol¨ªtica.
"En nuestro pa¨ªs existe la percepci¨®n de que estamos controlados por dos grupos de mafiosos", seg¨²n la ex guerrillera M¨®nica Baltodano. "El FSLN es hoy v¨ªctima del secuestro y control f¨¦rreo de Daniel Ortega y de un peque?o grupo de dirigentes sandinistas, convertidos en empresarios". El control sobre su hijastra continu¨® despu¨¦s del cisma en el sandinismo. Siete a?os m¨¢s tarde del fracaso electoral de 1990, y seis despu¨¦s de su casamiento con Alejandro Benda?a, ex asesor de Ortega y director del Centro de Estudios Internacionales de Managua, Zoiloam¨¦rica Narv¨¢ez habl¨® con su victimario. Aparentemente contrito, le pregunt¨® si alguna vez llegar¨ªa a perdonarle y a entender que ¨¦l nunca la vio como una hija, que los a?os de c¨¢rcel trastornaron su sexualidad. Zoiloam¨¦rica quiso creerle, necesitaba hacerlo, pero la pesadilla continu¨® a¨²n estando casada. Ortega, supuestamente, le propon¨ªa compartir los detalles de las relaciones sexuales con su marido, practicarlas los tres juntos o grabarlas en v¨ªdeo y remit¨ªrselas. Los jadeos de Ortega por tel¨¦fono mientras fabulaba con el morbo y los escenarios de placer causaban arcadas a Zoiloam¨¦rica, seg¨²n escribi¨®.
Al a?o siguiente denunci¨® las vejaciones. Y estall¨® el esc¨¢ndalo. Los padecimientos de la hijastra, la principal baza de Alem¨¢n en sus negociaciones con Ortega, comenzaron en 1978, un a?o antes de que la guerrilla expulsara a Anastasio Somoza, el ¨²ltimo de la satrap¨ªa. La poetisa Rosario Murillo, madre de la afrentada y mujer del inculpado, apenas intervino porque Ortega, "el gallo ennavajado" (su divisa en la campa?a electoral de 1990), lo era todo para ella durante aquel periodo de ideales y furia libertaria. "La justicia es un invento burgu¨¦s", despreciaba entonces el comandante sandinista Tom¨¢s Borge (ex ministro de Interior). El paso del tiempo acerc¨® a madre e hija, que escenificaron el reencuentro afectivo en Radio Mujeres, en 2004. La hija no perdon¨® al padrastro, sobre quien pende la espada de la CIDH, que recientemente pidi¨® actualizar los datos de la denuncia.
El organismo internacional no parece tener prisa en ventilar un caso diplom¨¢ticamente complicado, porque afecta a un gobernante en ejercicio. El testimonio de Rosario Murillo ser¨ªa definitivo. La primera dama es coordinadora de los Consejos del Poder Ciudadano (CPC, organismos paraestatales), jefa de Comunicaci¨®n y Ciudadan¨ªa de la Presidencia, y mucho m¨¢s. "De hecho, ella es la presidenta de Nicaragua. No se mueve una hoja en el Gobierno sin que ella lo apruebe", afirma una persona al tanto de los movimientos en la presidencia. A partir de marzo de 2004, tras la reconciliaci¨®n, arranca el irresistible ascenso de Rosario Murillo, seg¨²n la observaci¨®n de una persona relacionada con organizaciones de derechos humanos y de los periodistas consultados de El Nuevo Diario y La Prensa: "Un miembro del partido (FSLN) pregunt¨® por qu¨¦ mandaba tanto, que ¨¦l hab¨ªa votado a Daniel, no a ella. Le respondieron que "la se?ora lo tiene chantajeado. En el momento en que la deje de lado, ella convocar¨¢ una rueda de prensa para confirmar la violaci¨®n. Eso destruir¨ªa al presidente". ?sa es una de las versiones manejadas en los ambientes pol¨ªticos y period¨ªsticos del pa¨ªs centroamericano.
Zoiloam¨¦rica Narv¨¢ez cont¨® procacidades y manoseos en Costa Rica meses antes del triunfo revolucionario. "Vos ya est¨¢s lista", le dijo supuestamente Ortega al conocer su primera menstruaci¨®n. Despu¨¦s, siempre seg¨²n el acta de acusaci¨®n, las masturbaciones, los apremios al uso de vibradores y pel¨ªculas pornogr¨¢ficas, el maltrato verbal y f¨ªsico de la excitaci¨®n, y la entrada de terceros en la consumaci¨®n del delito. "Me trat¨® peor que a una mujer que vende su cuerpo". La joven necesit¨® terapia contra profundas depresiones. Curas sandinistas le aconsejaron paciencia, resignaci¨®n cristiana, y el sacrificio en aras de la tranquilidad espiritual del comandante y de su sacrosanta misi¨®n: la liberaci¨®n de los pobres. "Se me neg¨® el derecho a existir como ser humano, se me mantuvo como objeto de otro ser. Sus atrevimientos llegaron a grados tales que no le import¨® citarme a la Casa de Gobierno, en el lugar de descanso de su despacho, e intentar ah¨ª mismo sostener relaciones en presencia de terceros, oblig¨¢ndome a ingerir licor para vencer la verg¨¹enza y la timidez". Daniel Ortega lo neg¨® todo y desde el oficialismo se acus¨® a Zoiloam¨¦rica de ser una herramienta de la CIA, un pe¨®n del imperialismo.
Ortega renunci¨® a la inmunidad parlamentaria. Lo hizo el 12 de diciembre de 2001, pero el Juzgado Primero del Crimen de Managua, a cargo de la ex guerrillera Juana M¨¦ndez, de probada lealtad al FSLN, sobresey¨® el caso. Recusada por la denunciante, la juez remiti¨® el caso a la titular del Juzgado Segundo de Distrito del Crimen de Managua, Ileana P¨¦rez, tambi¨¦n afecta al oficialismo. P¨¦rez recibi¨® el expediente el 17 de diciembre de 2001 y lo rechaz¨® un d¨ªa despu¨¦s. Finalmente, la CIDH admiti¨® el caso contra el Estado de Nicaragua por denegaci¨®n de justicia.
"La presencia de jueces simpatizantes del sandinismo permiti¨® una salida airosa para Ortega con inusitada rapidez", seg¨²n Borja D¨ªaz, autor de un trabajo sobre la justicia en Nicaragua para la Universidad de Salamanca. Tras la primera denuncia y la entrada en juego de los tribunales nacionales, los poderes del Estado y las instituciones "se fueron haciendo c¨®mplices del ofensor sexual", seg¨²n Zoiloam¨¦rica Narv¨¢ez. El Estado estaba obligado a investigar, y permitir el testimonio de la joven en un proceso judicial transparente. Si lo hubiera hecho, aun cuando Daniel Ortega no hubiera sido castigado, "yo no me hubiera sentido tan indefensa, me hubiera sentido protegida y habr¨ªa podido cerrar jur¨ªdicamente la historia de abuso que me impusieron desde ni?a". Pero se actu¨® en sentido contrario. "Suceda lo que suceda en el proceso internacional ante la CIDH", sostiene Zoiloam¨¦rica Narv¨¢ez, "yo no puedo permitir que este caso se cierre, porque ser¨ªa cerrar la opci¨®n de que otras muchas mujeres puedan hablar y sientan que se les hace justicia".
No lo ha cerrado, pero tampoco lo empuja, seg¨²n algunas fuentes. ?Tiene interes en seguir? "Probablemente no, pero tendr¨ªa que pregunt¨¢rselo a ella. No suele dar entrevistas", dice su ex marido, Alejandro Benda?a. Narv¨¢ez, directora de la ONG Sobrevivientes, que ayuda a las mujeres v¨ªctimas de incesto, no respondi¨® a este diario. "No est¨¢ en Managua... Tiene al ni?o enfermo... Est¨¢ en un taller... Env¨ªenos un correo con su solicitud", se excusaban sus ayudantes en la fundaci¨®n.
No todos se han compadecido de Zoiloam¨¦rica Narv¨¢ez ni admiran su valent¨ªa, No pocos la tomaron por loca cuando denunci¨® a su padrastro, o la tildaron de cobarde y ambiciosa por no presentar batalla hasta el final. Otros hablan de unos amores consentidos e incluso de una despiada pugna con su propia madre: dos mujeres compitiendo por un mismo hombre. "Zoiloam¨¦rica ha renunciado a la causa, ha roto con las mujeres que le apoyaron y se ha reincorporado al proyecto de la familia en el poder", aventura una feminista, que implora el anonimato. "Puede que haya habido alg¨²n arreglo o alg¨²n provecho. ?Qui¨¦n sabe?". F¨¢tima Mill¨®n, portavoz de la Red de Mujeres contra la Violencia, no descarta que las actuaciones judiciales contra nueve mujeres del grupo y de otras organizaciones, por amparar el aborto terap¨¦utico de Rosita, una ni?a de nueve a?os embarazada en 2003, sea una venganza del Gobierno "por acompa?ar en su d¨ªa la denuncia de Zoiloam¨¦rica por violaci¨®n. Siga o no siga con la causa, nosotros siempre respetamos las decisiones de las v¨ªctimas".
Zoiloam¨¦rica Narv¨¢ez puede dejar correr la denuncia, no acelerar su tramitaci¨®n o permitir el carpetazo; pero dif¨ªcilmente olvidar¨¢ el verde olivo y los entorchados de Daniel Ortega, sus pasos por los pasillos de la residencia familiar hacia su dormitorio. "Ya ver¨¢s que con el tiempo esto te va a gustar", le dec¨ªa. Su due?o y se?or trataba de acostumbrarla al sufrimiento con el argumento de que la felicidad no existe, esta vida es un valle de l¨¢grimas, y ella deb¨ªa aprender a vivir con lo que ¨¦l le daba porque nada m¨¢s cab¨ªa esperar. La mantuvo en el oscurantismo sobre la vida y sobre ella misma, mientras su madre menospreciaba sus lamentos y participaci¨®n pol¨ªtica, que atribu¨ªa a sus deseos de llamar la atenci¨®n de Daniel Ortega y competir con ella. "Siempre orden¨® y no tuve valor ni la fuerza necesaria para resistirme". A los 10 a?os de presentada, la denuncia pierde fuelle. Quiz¨¢ Zoiloam¨¦rica Narv¨¢ez piense que as¨ª es mejor para afrontar lo que le resta de vida sin las pesadillas del pasado.
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