Kiko, la c¨®lera de Dios
A ver, majo, ?quieres convertirte?
-Pero es que yo ya estoy convertido...
-?Que est¨¢ convertido, dice! ?Ja, ja, ja! ?Que est¨¢ convertido! Lo que te quiero decir es si te quieres unir al Camino.
Cualquier momento es bueno para captar adeptos. La primera rueda de prensa en m¨¢s de 40 a?os de Kiko Arg¨¹ello, iniciador y responsable del Camino Neocatecumenal, el movimiento neoconservador m¨¢s poderoso de la Iglesia cat¨®lica, comienza y termina con los periodistas rezando en pie un padrenuestro. Algunos no se lo saben. Balbucean. El espect¨¢culo es digno de contemplarse. Arg¨¹ello, de 69 a?os, es un hombre seco, ligeramente encorvado, de barba luciferina, pelo blanco, rostro ¨¢spero y carmes¨ª, y los ojos cargados. Viste un ra¨ªdo traje negro y camisa y corbata oscuras; se aferra a una Biblia cubierta por una funda negra de piel. En los momentos de tensi¨®n enciende sin parar cigarrillos sin filtro que machaca al instante. Tiene una voz de gal¨¢n quebrada por el tabaco, los c¨¢nticos y miles de sermones. Recuerda al predicador de un western.
Es la tercera ocasi¨®n en la que pregunta al periodista si se quiere convertir. Con el brazo apoyado paternalmente sobre sus hombros. Ya le ha interrogado en otros encuentros sobre sus ideas religiosas -"?crees en Dios?", "?est¨¢s bautizado?", "?cu¨¢ntos hijos tienes?", "dame un beso"-. Por contra, todo son largas para conceder una entrevista razonable. Arg¨¹ello desconf¨ªa de EL PA?S. "?Para qu¨¦ quer¨¦is hacer un reportaje sobre el Camino si sois un peri¨®dico agn¨®stico y de izquierdas? ?Para darme un palo? Aqu¨ª tengo guardados todos los pa¨ªses que hablan mal de m¨ª y del cardenal [Rouco]. Los hermanos me han aconsejado que no hable con vosotros. Y si lo hago es porque os amo".
Arg¨¹ello no dialoga con los medios de comunicaci¨®n cr¨ªticos con su l¨ªnea pol¨ªtico-religiosa -"?para qu¨¦ perder el tiempo?-. Con el resto, apenas. No concede entrevistas. Conseguir que concrete sus ideas es in¨²til, se escapa con farragosas experiencias vitales. Es un maestro del mon¨®logo. Sus seguidores no saben d¨®nde, c¨®mo y de qu¨¦ vive. La mayor¨ªa no le conoce personalemnte aunque financie el Camino con sus donaciones. El disc¨ªpulo, una vez que supera el segundo escrutinio (un examen personal que se realiza pasados los primeros a?os en el Camino), debe entregar a la comunidad el 10% de sus ingresos: es el diezmo. Si su pareja est¨¢ en el Camino, est¨¢ tambi¨¦n obligada a entregar el mismo porcentaje. Nadie sabe d¨®nde va ese dinero ni c¨®mo se administra. No hay facturas. Adem¨¢s, al final de cada celebraci¨®n religiosa, uno de los hermanos pasa una bolsa de pl¨¢stico (la llamada "bolsa de las inmundicias") donde cada uno aporta lo que puede: desde unos euros hasta una pulsera de oro o la escritura de un piso. La bolsa sigue circulando hasta que se obtiene la cifra prefijada por los responsables. Son unos minutos de suspense. ?Cu¨¢ntas vueltas dar¨¢? Durante la construcci¨®n del Domus Galilaeae, la grandiosa sede del Camino en Israel, el iniciador pidi¨® 1.000 euros a cada uno de sus disc¨ªpulos para terminar las obras. Mientras se pasaba la bolsa, el resto cantaba: "Fijaos c¨®mo crecen los lirios del campo: ni trabajan, ni hilan. Y os digo que ni Salom¨®n en todo su fasto estaba vestido como uno de ellos". Para avanzar en el Camino es imprescindible desprenderse de las riquezas.
Son los que engrasan econ¨®micamente su organizaci¨®n; sin embargo, rara vez se mezcla Kiko con sus seguidores de base. Viaja continuamente por todo el mundo. Dice que subsiste gracias a las limosnas. Al mismo tiempo tiene hilo directo con el Vaticano. Y para sus fieles, con el mismo Dios. "Kiko no se ha inventado nada, le ha inspirado el Esp¨ªritu Santo", dicen. Kiko Arg¨¹ello es c¨¦libe y viste de negro, pero no es cura. "Nunca se pondr¨ªa a las ¨®rdenes de un obispo", explica un antiguo seguidor. Predica, pero no tiene una formaci¨®n teol¨®gica. Resuelve los conflictos existenciales de sus disc¨ªpulos, pero no es psic¨®logo. ?Qui¨¦n es Kiko? ?l se define como un artista. "Un pobrecillo, un pecador; el d¨ªa m¨¢s feliz de mi vida ser¨¢ cuando muera. Reza por m¨ª". Si se le pregunta acerca del culto a la personalidad que gravita en torno suyo, su piel adquiere un tono encarnado y contesta con cara de pocos amigos: "En la Iglesia siempre hay alguien que inicia".
Tras escucharle en varios actos del Camino y hablar con ¨¦l en un pu?ado de ocasiones, se saca la impresi¨®n de que Kiko Arg¨¹ello es un iluminado ultraconservador que domina la palabra y el gesto; con un humor cambiante; m¨ªstico, magn¨¦tico y halagador. Y tambi¨¦n portador de toda la c¨®lera divina. "El infierno existe", remacha. Tenaz e insistente. Dotado, seg¨²n un monse?or, de "una santa testarudez". Tremendista. "El anticristo est¨¢ por llegar. Europa camina hacia la apostas¨ªa". Seg¨²n ¨¦l, perseguido. Un m¨¢rtir en potencia. Transmite el mensaje que le ha comunicado Dios sin papeles ni fisuras. Con desparpajo. Sin florituras. Durante horas. En un lenguaje vulgar. De andar por casa. Describe el Camino como "este tinglado" o "este foll¨®n en el que estamos metidos". Habla desde las tripas, no desde la teor¨ªa. Dice lo que le sale. Lo que le brota. A veces de forma incoherente. Todo trufado con citas b¨ªblicas. Canta, baila, pinta, entusiasma, interroga a su auditorio. "?Qui¨¦n no tiene un familiar divorciado?". "A ver, t¨², cu¨¦ntanos tu vida. ?Cu¨¢ntos hijos tienes?". Es carism¨¢tico. Lo m¨¢s parecido a un telepredicador que tenemos en Espa?a.
Dice que los medios "de izquierdas" le manipulan pol¨ªticamente. Pero su discurso es pol¨ªtico. Cuando le preguntamos sobre la situaci¨®n en Espa?a, contesta con desconfianza: "Lamentamos que las leyes de los socialistas rompan la familia. En los pa¨ªses n¨®rdicos, los chavales se est¨¢n suicidando a los 20 a?os porque proceden de familias rotas. Es el resultado del divorcio expr¨¦s".
En sus respuestas, Arg¨¹ello condena radicalmente el matrimonio de las personas del mismo sexo. Los anticonceptivos. El aborto. La eutanasia. Y las ideas socialistas. Y el separatismo. Y a los religiosos progresistas. Y a los obispos tibios. Y a los jesuitas izquierdosos . Y a los curas que no ceden sus parroquias al Camino. Y a los monse?ores poco complacientes. Es decir, a los que no piensan como ¨¦l. Y ¨¦l tiene las ideas claras. "Claro que existe el demonio; est¨¢ entre nosotros, es un ¨¢ngel ca¨ªdo".
-?Y a usted tambi¨¦n le ataca?
-Nos ataca a todos. Ha dominado a monse?ores para que se pusieran en contra del Camino. Nos han hecho mucho da?o. El demonio siempre est¨¢ dispuesto. Si eres casado, est¨¢ al acecho para que te enamores de otra. Pero en el Camino, los matrimonios no se separan. ?Sabes por qu¨¦?
-Ni idea.
-Porque la relaci¨®n de amor de los que tienen dentro vida eterna es distinta. Un matrimonio no se separa si tiene vida eterna. El amor de pareja progresa y madura; no es lo mismo la pasi¨®n de los novios que el amor de Cristo, que es un amor total.
-?Y si le va mal a la pareja?
-Para eso est¨¢n los hermanos de la comunidad. Cuando un matrimonio est¨¢ en peligro, toda la comunidad reza por ellos; les llaman y apoyan, y se salvan.
Kiko Arg¨¹ello ve el mundo en blanco y negro. La sexualidad es el eje de sus catequesis. La pornograf¨ªa. La homosexualidad -"que es una enfermedad que se cura"-. El rechazo a los anticonceptivos -"el 25% de los preservativos falla"-. Incluso alerta por escrito del riesgo de tener hijas adolescentes: "Los padres est¨¢n llamados a ser realistas, y a hablar a las hijas de los peligros a los que se exponen con ciertas modas de vestir (como minifaldas exageradas u ombligos descubiertos) si no quieren encontrarse despu¨¦s con la sorpresa de verlas un d¨ªa embarazadas o, peor a¨²n, descubrir que han abortado". En Roma, durante la rueda de prensa del 13 de junio, nos comenta que el Camino celebra sus eucarist¨ªas el s¨¢bado por la noche, entre otras cosas "para que los j¨®venes no se vayan a las discotecas a fornicar y a drogarse; los j¨®venes de nuestras comunidades no fornican, ni se drogan, ni se suicidan".
Est¨¢ dispuesto a reevangelizar el mundo. Quiera o no quiera el mundo. Es su misi¨®n. Desde la vieja Europa hasta China, pasando por Latinoam¨¦rica y las antiguas rep¨²blicas sovi¨¦ticas. Ya ha enviado a miles de familias y de seminaristas a catequizar en los rincones m¨¢s perdidos del planeta. "Ap¨®stoles", les llama. Un cura espa?ol destinado en Roma recuerda su sorpresa al encontrarse en Kazajist¨¢n con una familia de kikos valencianos predicando puerta por puerta. "Estamos renovando la Iglesia. Somos lo m¨¢s vivo de la cristiandad, los encargados de la nueva evangelizaci¨®n a trav¨¦s de peque?as comunidades que viven como los primeros cristianos y avanzan juntas", explica Arg¨¹ello.
Sostienen los que conocen a Kiko que es orgulloso, soberbio y autoritario. Se considera a la altura de cualquier purpurado. Controla f¨¦rreamente su organizaci¨®n a base de c¨ªrculos conc¨¦ntricos que transmiten en el acto sus consignas. No tiene lugartenientes. No existe un directorio del Camino. Un jefe de prensa, un encargado de finanzas. ?l es el iniciador. Nadie le cuestiona. Es el autor de los textos y s¨ªmbolos. De la est¨¦tica, m¨²sica y canciones; ritos y pr¨¢cticas; el lenguaje y la forma de vivir. Incluso del dise?o de sus iglesias, cuyas pinturas de inspiraci¨®n neobizantina ¨¦l mismo ejecuta.
Sus seguidores son conocidos como los kikos. Una Iglesia paralela que cuenta, seg¨²n Arg¨¹ello, con un mill¨®n y medio de fieles divididos en 16.000 comunidades enclavadas en 6.000 parroquias de 106 pa¨ªses; con 3.000 sacerdotes, 1.500 seminaristas y 70 seminarios. Lo que no cuenta es que ya han entrado en las universidades y los colegios; en la Conferencia Episcopal, el Ej¨¦rcito y los medios de comunicaci¨®n. Dirigen las agencias de noticias religiosas Zenith y H2O. Abarrotan las manifestaciones neoconservadoras contra los Gobiernos socialistas en Roma o Madrid. Son la infanter¨ªa de la Iglesia m¨¢s intolerante. Un ej¨¦rcito de resistencia a los cambios. A la cabeza, Kiko est¨¢ siempre ideando estrategias y puestas en escena. Hay que llamar la atenci¨®n. Conmover a los fieles. La rueda debe seguir girando. Le gusta esgrimir sus poderes. Ante sus fieles desgrana en voz alta una cosmopolita agenda agotadora. Y el contacto estrecho con los cardenales. Antes perseguido que irrelevante. "Ha llegado el momento de evangelizar", dice ¨¦l.
Su biograf¨ªa de l¨ªder visionario transcurre durante los 44 a?os que conducen de una chabola en Vallecas (Madrid), rodeado de gitanos, yonquis y prostitutas, armado con una Biblia y una guitarra, hasta las cenas con el Papa en las sombras del Vaticano. Hasta pintar los frescos de la catedral de Madrid. Hasta erigir una sede internacional a su imagen y semejanza en Israel, en el monte de las Bienaventuranzas, donde Jesucristo comenz¨® a predicar, que fue inaugurada por el propio Juan Pablo II en 2000.
No ha sido un trayecto f¨¢cil. Kiko Arg¨¹ello ha trepado con esfuerzo. Y voluntad. Y con la idea de que ?Dios proveer¨ªa?. En sus comienzos, algunos en la Iglesia le consideraron un hereje. Un luterano. Un loco. Un hippy empe?ado en llamar la atenci¨®n. A¨²n hoy, para muchos, es el creador de una secta intraeclesial; admitida por la jerarqu¨ªa, pero siempre en el filo de la navaja. Con sus misas y celebraciones. Sus c¨®digos internos y sistemas de captaci¨®n. Y un absoluto secretismo sobre sus pr¨¢cticas.
Los textos de Kiko, la transcripci¨®n de sus catequesis, con los que se gu¨ªa el camino de todas las comunidades del mundo (los llamados mamotretos), no est¨¢n al alcance de sus miembros de a pie. S¨®lo acceden a ellos los catequistas, su guardia de hierro. "El resto no los entender¨ªa", dice. "Hay que ir avanzando en el Camino". Son uno de los misterios del Camino. Pero en realidad, cuando por fin accedemos a esos famosos mamotretos, su contenido decepciona. Es m¨¢s de lo mismo. Sus experiencias m¨ªsticas y personales, su consabida visi¨®n catastrofista del mundo. Y una continua petici¨®n de dinero a sus fieles. Estas frases est¨¢n extra¨ªdas de las catequesis de Kiko en Espa?a: "Alguno que tenga una herencia, alguno que tenga algo, que ponga aqu¨ª cinco millones de pesetas para construir el seminario de Madrid". "Hoy he le¨ªdo una cosa que me ha hecho mucho da?o, que el cantante Elton John es homosexual y que quer¨ªa casarse con su amiguito, un chaval, y se le ha dado el matrimonio jur¨ªdico en Inglaterra". "La nulidad matrimonial es una trampa del demonio". "Entramos en una nueva era, y Dios nos est¨¢ preparando para reevangelizar el mundo".
Recorrer el Camino de Kiko Arg¨¹ello, llegar al verdadero bautismo, que se realiza por inmersi¨®n en el r¨ªo Jord¨¢n, en Israel, con el sacerdote con la estola sobre el ba?ador, puede llevar a un cristiano entre 20 y 30 a?os. A lo largo de ese tiempo atravesar¨¢ infinitos pasos, pruebas y ex¨¢menes. Celebraciones y convivencias. Ritos y exorcismos. Renunciar¨¢ a las riquezas. Al ¨¦xito. A los afectos. Desnudar¨¢ sus flaquezas ante los hermanos colocados en c¨ªrculo en torno suyo. Se humillar¨¢ ante ellos. El catequista, el gu¨ªa, tiene un poder absoluto sobre el catequizado, que le debe obediencia. Una antigua seguidora de Kiko lo explica as¨ª: "Nos modelan tanto los sentimientos que consiguen que en unos a?os seas capaz de dejar pareja, hijos, trabajo, dinero..., lo que sea, si te lo exige un catequista. Y si no cumples alguna de sus exigencias eres expulsado de la comunidad". Los catequistas son descritos por otro ex kiko como "gente dura, controladora, intransigente, que modifica la mentalidad de sus disc¨ªpulos". Cuando se le pregunta a Arg¨¹ello qu¨¦ formaci¨®n tienen los catequistas para encauzar psicol¨®gica, laboral, sentimental, econ¨®micamente la vida de los miembros de la comunidad, responde molesto: "?Qu¨¦ preparaci¨®n van a tener? Una preparaci¨®n maravillosa. En una comunidad no necesitan m¨¢s; ni psicolog¨ªa, ni nada. Ya tienen las 3.000 p¨¢ginas del mamotreto para realizar su misi¨®n". Nadie sabe muy bien si alguna vez concluye el Camino.
Todo es obra suya. Ese espeso c¨®ctel en el que se mezclan las pr¨¢cticas de los primitivos cristianos con la tradici¨®n hebrea; las pr¨¢cticas evang¨¦licas de interpretaci¨®n literal de las Escrituras con las terapias de grupo; las guitarras, las palmas y las danzas con las f¨®rmulas de predicar itinerantes de las sectas protestantes. Sin olvidar la similitud ideol¨®gica con los Cristianos Renacidos estadounidenses, que auparon al poder a George W. Bush.
Todo es obra de su imaginaci¨®n. Y seg¨²n sus seguidores, del Esp¨ªritu Santo. Por eso, el pasado 13 de junio en Roma, Francisco Jos¨¦ G¨®mez de Arg¨¹ello, alias Kiko Arg¨¹ello, estaba feliz. Nervioso y agotado, pero feliz. Esa ma?ana, monse?or Stanislaw Rilko, presidente del Pontificio Consejo de los Laicos, hab¨ªa puesto por fin su firma sobre el Decreto de Aprobaci¨®n del Estatuto del Camino Neocatecumenal por orden del Papa. Supon¨ªa la plasmaci¨®n can¨®nica de los kikos, de sus fines y sus pr¨¢cticas. El Vaticano hab¨ªa transigido. Kiko Arg¨¹ello pasaba por encima de sus cr¨ªticos como una apisonadora. Lo ha logrado. Dar forma legal a una organizaci¨®n que est¨¢ basada en la indefinici¨®n m¨¢s absoluta. Ha conseguido que el Camino Neocatecumenal no sea definido por la Santa Sede como una asociaci¨®n religiosa, ni una orden, ni una fraternidad sacerdotal, ni siquiera un grupo laico. El Camino no se parece a nada dentro de la Iglesia. Es "un itinerario de iniciaci¨®n cristiana". Imposible algo m¨¢s et¨¦reo. No tiene personalidad jur¨ªdica ni patrimonio. "Somos algo m¨¢s profundo que una asociaci¨®n. Administramos bienes espirituales", dice Kiko. "El Papa y Rilko quer¨ªan que fu¨¦semos una asociaci¨®n. Y yo, ?que no, y que no, y que no!".
El Camino Neocatecumenal es un misterio. No tiene una elegante sede social en Roma como los jesuitas o el Opus. Los kikos no tienen a la vista del p¨²blico m¨¢s que un par de discretas sedes situadas en dos s¨®tanos desnudos de Roma y Madrid. Aunque sus seguidores y ex seguidores hablan de numerosas propiedades inmobiliarias en Italia y Espa?a. A comienzos de los noventa (al parecer, bajo la inspiraci¨®n del cardenal Suqu¨ªa) crearon una organizaci¨®n denominada Fundaci¨®n Familia de Nazaret para la Evangelizaci¨®n Itinerante, que, seg¨²n sus estatutos, registrados en el Ministerio de Justicia en 1993, est¨¢ dedicada a "sostener la actividad evangelizadora itinerante de los miembros pertenecientes al Camino Neocatecumenal. Especialmente los desplazados en zonas descristianizadas". Los reci¨¦n aprobados estatutos del Camino prev¨¦n que se constituyan otras fundaciones similares en otras di¨®cesis para canalizar sus ingresos.
M¨¢s all¨¢, el Camino no responde de sus actos ante nadie. Es un m¨¦todo de formaci¨®n cat¨®lico al servicio de los obispos. Los kikos prestan sus servicios a la Iglesia a cambio de desmontar la Iglesia anterior e implantar la suya. Llegan a una parroquia, piden permiso al p¨¢rroco, programan catequesis, montan comunidades y comienza el camino. Circulan en paralelo. Son los elegidos. Muestran a sus fieles, divididos en peque?as comunidades estancas (que rara vez se mezclan con otras comunidades, y menos a¨²n con los fieles de la parroquia tradicional), su particular visi¨®n de c¨®mo alcanzar el para¨ªso al tiempo que fiscalizan su vida. Para los kikos, m¨¢s all¨¢ del Camino no hay nada. Fuera est¨¢ el "mundo". Y es malo. Y no es posible ser feliz si no se est¨¢ en el Camino. ?se es el mensaje que reciben durante d¨¦cadas los hermanos. Sus hijos, a los nueve a?os, tras la primera comuni¨®n, comienzan a asistir a sus actos lit¨²rgicos, y a los 13 se incorporan plenamente a una comunidad. No conocer¨¢n otra forma de vida. Ni en su casa, ni en la parroquia. Por eso es tan dif¨ªcil romper con Kiko. Tras a?os de recorrido en comunidad, ya no queda nada fuera del Camino. Ni amigos, ni amor, ni salvaci¨®n posible. A los que lo abandonan se les denomina rebotados, en la jerga de Arg¨¹ello. Y se les profetiza que "la sangre de Cristo caer¨¢ sobre ellos". Cuando un hijo abandona el Camino, los catequistas proh¨ªben a los padres que vuelvan a tener contacto con ¨¦l. Y viceversa.
?Es una secta? En la Iglesia cat¨®lica, nadie se atreve a lanzar esa acusaci¨®n. El Camino est¨¢ bendecido por el Vaticano. Por eso, algunos prefieren hablar de "comportamientos", "pr¨¢cticas", "individuos sectarios". Sin embargo, contemplar en la noche del ¨²ltimo S¨¢bado Santo, el 22 de marzo de 2008, durante la vigilia pascual, a los miembros del Camino en ayunas, en penumbra, ataviados con t¨²nicas blancas, portando cirios, cantando durante horas, bautizando a sus hijos por inmersi¨®n, bailando en c¨ªrculo hasta que sale el sol..., consigue que uno sienta cierto desasosiego.
A comienzos de los sesenta, Arg¨¹ello era un joven artista madrile?o de buena familia, agn¨®stico confeso, que durante una crisis existencial, que le llev¨® "a las puertas del suicidio", se march¨® a vivir con los gitanos de las barracas de Palomeras Altas, un suburbio de Madrid. El mismo camino que hab¨ªan seguido a ra¨ªz del Concilio Vaticano II muchos curas decididos a encontrar a Dios entre los pobres. Algunos acabar¨ªan en la izquierda. Kiko, no. Kiko sufri¨® en las chabolas una conversi¨®n personal. No social. Sinti¨® la llamada de Dios. Llor¨® durante horas. Como buen converso, se har¨ªa m¨¢s papista que el Papa. Seg¨²n explica el especialista en temas religiosos Jes¨²s Bastante, "el converso, como san Pablo, cuando encuentra la verdad rechaza radicalmente su vida anterior. Adquiere conciencia de que la sociedad es perversa. Renace. Y como san Pablo, pasa de perseguir cristianos a perseguir paganos". Hoy, Kiko afirma que el 70% de sus seguidores eran cristianos no practicantes antes de conocer el Camino. Hoy son neoconversos.
Tras la "revelaci¨®n" hab¨ªa llegado el momento de que Kiko pusiera en pr¨¢ctica sus teor¨ªas. Hab¨ªa que reevangelizar a los cristianos durmientes. Conducirles a un nuevo bautismo. Era 1964. Entrar¨ªa en contacto con grupos emergentes de cat¨®licos posconciliares y con sacerdotes; nunca se adaptar¨ªa a la disciplina de los otros. No quer¨ªa estar bajo nadie. Siempre dese¨® ser el centro de atenci¨®n. Absorber¨ªa las pr¨¢cticas de cada grupo. La terminolog¨ªa. Y la forma de estructurarse. Y luego, ¨¦l, un artista, le dar¨ªa forma propia. Empezando por la misa. Comulgar¨ªan sentados con aut¨¦nticos pan y vino. Cantando las canciones de Kiko. Explicando sus experiencias en p¨²blico. Hab¨ªa que vender el producto. ?l sab¨ªa c¨®mo.
En las barracas de Vallecas, Kiko se va a encontrar en aquellos primeros compases de su carrera a la que ha sido su compa?era, ¨¢lter ego y coiniciadora del Camino Neocatecumenal durante cuatro d¨¦cadas, Carmen Hern¨¢ndez, una monja de su generaci¨®n, de familia adinerada, licenciada en teolog¨ªa, que desde ni?a hab¨ªa querido ser misionera, pero nunca se hab¨ªa sometido a la disciplina de las ¨®rdenes religiosas. "?ramos dos inadaptados; que todo saliera bien es un milagro", describe Arg¨¹ello. Kiko aportar¨ªa al Camino su carisma, sus dotes interpretativas y su inquietud. Carmen Hern¨¢ndez, la base doctrinal de la que Arg¨¹ello carec¨ªa. Unir¨ªan sus fuerzas. La relaci¨®n entre ellos es uno de los grandes arcanos (uno de los t¨¦rminos favoritos del Camino) de los kikos. Sus seguidores te explican enseguida que ambos no son pareja. Es cierto, ¨¦l es el l¨ªder. Pero ella no est¨¢ dispuesta a quedarse sin su minuto de gloria. Es la voz de su conciencia. En p¨²blico y en privado. Y le machaca a conciencia.
D¨ªa 22 mayo de 2008. Parroquia de Santa Catalina Labour¨¦, Madrid. Esta iglesia, inaugurada en 2003 por el cardenal Rouco, resume el ideal est¨¦tico de Arg¨¹ello. El que pretende implantar en sus parroquias. "Kiko es un genio", explica Mattia del Prete, uno de los arquitectos del Camino. M¨¢rmol blanco, c¨²pulas doradas, moqueta azul el¨¦ctrico, pinturas al fresco del propio Kiko. El altar, en el centro; los bancos, alrededor, y una peque?a piscina para el bautismo por inmersi¨®n. Los iconos, el c¨¢liz, la copa del vino, la cruz alzada, las flores sobre la mesa, la funda de orfeber¨ªa que cubre los evangelios, todo es obra de su mente de artista. No es f¨¢cil entrar en sus celebraciones privadas. Son a puerta cerrada. Esta noche, el iniciador se re¨²ne con sus seguidores m¨¢s antiguos. Van ataviados con t¨²nicas blancas de lino. Menos el periodista. Y Kiko, siempre de negro. Habla durante horas. Sin embargo, dentro de la m¨¢s pura tradici¨®n de las parejas c¨®micas, sus frases son respondidas, criticadas, incluso ridiculizadas en voz alta por Carmen Hern¨¢ndez, la coiniciadora, sentada a su espalda. Estamos en familia. Nadie parece sorprenderse. Pero las r¨¦plicas humor¨ªsticas de Carmen durante los actos p¨²blicos y la misma rueda de prensa en Roma sonrojan al no prevenido. En un momento dado, Carmen profiere: "Yo digo la verdad y t¨² te la inventas". Kiko se echa las manos a la cabeza, pone los ojos en blanco, mira al cielo y solicita la misericordia divina. Ella se r¨ªe con socarroner¨ªa: "Confiesa, Kiko. Lo ¨²nico que quieres es que los periodistas te hagan la foto. Aqu¨ª ten¨¦is a san Kiko".
?C¨®mo ha logrado esta singular pareja conseguir tanto poder en la Iglesia cat¨®lica? El ascenso imparable de los kikos no se puede entender sin dos causas: el crecimiento imparable de sus miembros por la desaforada pol¨ªtica demogr¨¢fica del movimiento (una mujer debe tener todos los hijos que Dios le mande) y por el apoyo incondicional de Juan Pablo II a lo largo de sus 27 a?os de reinado.
En cualquier celebraci¨®n de los kikos, durante el tiempo en que relatan sus experiencias vitales, cada interviniente se presenta con su nombre de pila y el n¨²mero de hijos que ha tra¨ªdo al mundo. "Cuatro, cinco, seis, siete". A medida que el n¨²mero asciende, un murmullo de aprobaci¨®n se extiende por los bancos de la iglesia. Cuando un hermano afirma "tengo 10", brotan los aplausos. Seg¨²n Arg¨¹ello, los miembros del Camino tienen el promedio m¨¢s alto de hijos de la cristiandad, "cinco por familia". En 44 a?os de Camino se han incorporado a las comunidades miles de hijos y nietos de los primeros seguidores. El crecimiento de sus filas ha sido exponencial. Hoy abarrotan sus celebraciones. Despu¨¦s de cada acto multitudinario, con las masas enfervorizadas por la catequesis de Kiko, el iniciador pide vocaciones: "?Que levanten las manos los hermanos que quieran ir al seminario!". En el fragor del momento, enardecidos, decenas de j¨®venes se alistan sin pensarlo. Muchos marchar¨¢n por el mundo como predicadores ambulantes financiados por el Camino. Otros se convertir¨¢n en sus sacerdotes. Y los obispos, emocionados. ?Qui¨¦n le va a negar nada a Kiko?
Juan Pablo II fue el m¨¢s entusiasta de esos obispos. El primero de ellos. Cuando Karol Wojtyla llega al Vaticano, en 1978, se encuentra las iglesias y los seminarios vac¨ªos, a las ¨®rdenes tradicionales (jesuitas, dominicos, franciscanos) coqueteando con la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, y a un clero diocesano anciano y en desbandada. Wojtyla era el resultado de la guerra fr¨ªa; conceb¨ªa una Iglesia de resistencia al comunismo. "Y desde el primer momento, su idea es reevangelizar Europa. Y ve que con las ¨®rdenes antiguas no puede contar", explica un sacerdote espa?ol. "Se encuentra solo. Hay un vac¨ªo de espiritualidad, y aparecen providencialmente los nuevos grupos neocon [Opus Dei, Focolares, Comuni¨®n y Liberaci¨®n, San Egidio, los kikos], formados por laicos con una concepci¨®n de la Iglesia similar a la suya, y tira de ellos. Y ¨¦stos no s¨®lo le llenan los estadios, sino que son un ant¨ªdoto contra la teolog¨ªa de la liberaci¨®n y la proliferaci¨®n de sectas evangelistas en Latinoam¨¦rica, y para predicar en los antiguos pa¨ªses comunistas. Y le profesan una fidelidad perruna".
Kiko y Wojtyla son almas gemelas. Quieren reevangelizar la cristiandad. Y son dos antiguos actores aficionados. Conocen la importancia de la imagen. Seg¨²n relata un monse?or, Carmen y Kiko se trabajan a Juan Pablo II a conciencia. Son maestros en el arte del halago. En cuanto el Papa abre su ventana, llueva o nieve, se encuentra un grupo de kikos con guitarras entonando en su honor. Los kikos cantar¨¢n a Wojtyla en cada celebraci¨®n multitudinaria a la que asista en cualquier rinc¨®n del mundo. Cada domingo, Carmen Hern¨¢ndez se encuentra con el Papa mientras visita las parroquias de Roma como obispo de la di¨®cesis. Se convierte en una presencia habitual. Kiko y Carmen llegar¨¢n a penetrar en la intimidad del Papa y a compartir cenas privadas. Le hablar¨¢n con su crudeza habitual de la situaci¨®n de la Iglesia. Y le dar¨¢n informes sobre la fidelidad de los obispos. Previamente, la pareja se ha ganado para su causa al poderoso secretario del Papa, el sacerdote polaco Stanislaw Dziwisz. Cuando ¨¦ste sea creado cardenal, en 2006, estar¨¢n en primera fila, y el nuevo purpurado rodear¨¢ fraternalmente a Carmen con el brazo. Ella confirma que siguen siendo muy amigos: "Nos ha invitado a Cracovia y me trata como a una reina. Incluso me invita a marisco".
En 1990, en contra de la opini¨®n de algunos obispos que desconf¨ªan de las pr¨¢cticas del Camino, Juan Pablo II hace p¨²blica una carta de reconocimiento que supone su visto bueno a los kikos. En el documento exhorta a los obispos a valorar y ayudar a su obra. En otras palabras, les ordena que le abran las puertas de sus parroquias. Un seguidor del Camino sospecha que la carta fue redactada por el mismo Arg¨¹ello, que se la dio a firmar al Papa. Era el gran espaldarazo.
El iniciador despliega esa misma estrategia de seducci¨®n en la d¨¦cada de los noventa con el episcopado espa?ol. Especialmente en Madrid, donde Antonio Mar¨ªa Rouco Varela llega al arzobispado en 1994. Por un lado, le halaga y abduce; por otro, le ofrece resultados: el seminario, lleno; las parroquias, activas; plazas abarrotadas, y una parcela importante de poder de cara a Roma. Rouco se entrega con armas y bagajes. Se convertir¨¢ en su aliado. Pondr¨¢ a su disposici¨®n sus finas dotes de canonista en la elaboraci¨®n de los estatutos (que son redactados entre 1997 y 2002), le permitir¨¢ abrir un seminario y le encargar¨¢ la realizaci¨®n de los frescos de la catedral de Madrid en 2004. En el palacio episcopal de la capital corre un chascarrillo al respecto: "Rouco quiere pasar a la historia como el cardenal que encarg¨® terminar su catedral a un santo". Tampoco hay que olvidar los generosos donativos del Camino al arzobispo para terminar la catedral.
Y sobre todo, Kiko proporcionar¨¢ a Rouco influencia pol¨ªtica. En un encuentro en Roma en octubre de 2007, durante la beatificaci¨®n de 468 religiosos asesinados en la Guerra Civil, Arg¨¹ello propondr¨¢ al cardenal organizar una gran manifestaci¨®n en Madrid "en defensa de la familia cristiana". Quedan tres meses escasos para las elecciones generales. Las encuestas dan un empate t¨¦cnico PP-PSOE. Rouco duda. Le parece precipitado. Kiko le tranquiliza: "Don Antonio, yo le pongo 300.000 kikos en Col¨®n". Rouco accede. El acto se fija el 30 de diciembre. Asisten varios cardenales y 42 obispos.
El supuesto acto religioso se convierte en una manifestaci¨®n pol¨ªtica contra el Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero y sus iniciativas como el matrimonio homosexual o la asignatura de Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa. La tribuna se alza sobre un icono pintado por Arg¨¹ello. Los organizadores acusan a Zapatero de "romper la familia". El cardenal Garc¨ªa-Gasco va m¨¢s lejos: "El laicismo radical puede llevar a la disoluci¨®n de la democracia y no respeta la Constituci¨®n", brama. Kiko cierra el acto con su guitarra. Y lanza una se?al de alarma: "Estos Gobiernos ateos y laicos nos quieren hacer creer que nuestra vida no va a ning¨²n lado. Pero va al cielo".
El Partido Socialista ganar¨¢ las elecciones el 9 de marzo de 2008. Y el papa Ratzinger toma nota. No quiere l¨ªos con el Gobierno espa?ol. Presi¨®n, la justa.
Con la aprobaci¨®n de los estatutos del Camino Neocatecumenal el 13 de junio con m¨ªnimas modificaciones por parte de la Santa Sede en torno a la peculiar naturaleza del movimiento, su l¨ªder, Kiko Arg¨¹ello, ha logrado todo lo que se propuso hace 44 a?os. Es uno de los hombres m¨¢s poderosos de la Iglesia. La cabeza visible de los neoconservadores. Con un mill¨®n y medio de seguidores dispuestos a tomar las calles y las parroquias. Un fabricante de familias numerosas, misioneros incondicionales y sacerdotes adeptos que ya comienzan a ascender al obispado. Sin embargo, su relaci¨®n con el Sumo Pont¨ªfice, Benedicto XVI, no tiene la complicidad que disfrut¨® con Wojtyla. El papa Ratzinger, un eminente te¨®logo que ya tuvo que bregar con Arg¨¹ello cuando era prefecto de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe, es decir, el encargado de la ortodoxia, observa con distancia sus andanzas. Y ha preferido repartir parcelas de poder entre las ¨®rdenes tradicionales y los neocon. Una de cal y otra de arena. Una l¨ªnea que comparten ciertos obispos cr¨ªticos (o celosos) con el auge de Kiko. En esa l¨ªnea, el Camino Neocatecumenal ya ha tenido problemas con las conferencias episcopales de Israel y Jap¨®n por las particulares pr¨¢cticas lit¨²rgicas y proselitistas de sus miembros. Muchos se preguntan qu¨¦ ser¨¢ del Camino cuando Arg¨¹ello, el l¨ªder carism¨¢tico indiscutido, el alma y acu?ador de la liturgia y la est¨¦tica, fallezca sin un heredero. "Nada ser¨¢ lo mismo sin Kiko", dicen.
En ese sentido, un chiste recorre las comunidades del Camino. Arg¨¹ello est¨¢ en el lecho de muerte y un grupo de sus seguidores le visita para informarle de que est¨¢n construyendo un pante¨®n en Galilea para enterrarle como un patriarca. Kiko se incorpora, sonr¨ªe con sorna y les contesta: "No os compliqu¨¦is la vida, hermanos; para tres d¨ªas que voy a estar muerto?".
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