Europa: de las Luces al Apag¨®n
La lectura de la prensa de estas ¨²ltimas semanas llena de estupor a cualquier ciudadano por curtido que est¨¦ a la sucesi¨®n de malas nuevas que llueven sobre ¨¦l. ?Puede ser cierto lo que lee sobre la patria de Cervantes, de Dante, de Goethe, de Diderot? ?O se trata de una broma de mal gusto, de un mediocre invento de ciencia-ficci¨®n?
Nos enteramos un buen d¨ªa de que la directiva de Bruselas que permite retener a los inmigrantes indocumentados durante 18 meses, aprobada por una abrumadora mayor¨ªa en el Parlamento Europeo, es un "progreso" y responde a "criterios humanitarios". De que el tiempo m¨¢ximo de "custodia" de los mismos en centros administrativos -?por favor, no sean mal pensados, no se trata de c¨¢rceles ni de campos de concentraci¨®n!- obliga a algunos pa¨ªses tenidos hasta ahora por modelos de la gloriosa civilizaci¨®n europea -?crasa ignorancia la nuestra!- a reducir el amable alojamiento de "irregulares" en espera de su deportaci¨®n de los 20 meses de Estonia y de la duraci¨®n ilimitada de Dinamarca, Holanda, Reino Unido y Suecia, a tan s¨®lo 18, lo que autorizar¨ªa en contrapartida a los otros -Francia, Espa?a, Italia, etc.- a prolongar la suya al amparo de dicha normativa. De que derecha e izquierda -salvo raras excepciones en la ¨²ltima- entremezclaron sus votos en un ejercicio de buen entendimiento, pragmatismo y encomiable responsabilidad.
?Qu¨¦ hace un partido digno como el PSOE ante este retroceso de derechos en Europa?
Mas las noticias ins¨®litas no se detienen ah¨ª. El ministro sarkozyano de Inmigraci¨®n, Integraci¨®n, Identidad Nacional y Desarrollo Solidario -c¨®ctel de t¨ªtulos que deber¨ªan ser analizados uno por uno con la atenci¨®n que merecen- resalta, con la satisfacci¨®n de quien anuncia, digamos, una subida espectacular de la renta per c¨¢pita de su pa¨ªs, que el n¨²mero de expulsiones de emigrantes en situaci¨®n irregular ha aumentado, se?oras y se?ores, desde que ocupa el cargo, ?en m¨¢s de un 80%! (aplausos cerrados).
Ni Sarkozy ni el se?or Hortefeux nos dicen si los enviados a perdurables vacaciones gratuitas a sus pa¨ªses de origen dispusieron de asistencia jur¨ªdica para aceptar el ofert¨®n, ni si el package tour inclu¨ªa a ni?os expedidos a pa¨ªses distintos de los suyos. Estos detalles insignificantes no preocupan demasiado a la burocracia bruselense.
Lo importante es dar muestras de firmeza ante un electorado temeroso de la "plaga de langosta" -as¨ª llamaba a los africanos un distinguido arabista espa?ol- procedente del Sur, de Asia y de Iberoam¨¦rica que, seg¨²n lee d¨ªa tras d¨ªa en la prensa amarilla, se le va a caer encima como en el relato de la Biblia.Tampoco las medias tintas y componendas de la izquierda m¨¢s boba y mostrenca corresponden en modo alguno al genio y figura de Berlusconi. El honest¨ªsimo espejo de dem¨®cratas, vate de Forza Italia, padre de la gloriosa emergencia gitana y propagandista ferviente del empleo de m¨¦todos dr¨¢sticos para limpiar el espacio de Schengen de ocho millones de hu¨¦spedes indeseables, se muestra incluso contrariado e insatisfecho con los pa?os calientes de sus colegas. "La Uni¨®n Europea -dice- necesita un empuj¨®n", y ¨¦l se encargar¨¢ de d¨¢rselo. ?Empuj¨®n hacia d¨®nde?, se preguntar¨¢ el c¨¢ndido lector. Il Cavaliere -muy ocupado en su porfiada defensa de un feminismo de buena ley y de la justa causa del pueblo que le aclama- se guarda la respuesta para luego. Quiz¨¢ para cuando las Luces de Europa se hayan apagado del todo como en los buenos tiempos del Duce, al que los suyos saludan ya brazo en alto en las gradas del Capitolio romano.
El incendio de los campamentos de rumanos azuzado por la Camorra napolitana y la multiplicaci¨®n de incidentes xen¨®fobos contra magreb¨ªes y subsaharianos constituyen la prueba tangible de que los ciudadanos honrados encarnados en Il Cavaliere est¨¢n hasta los g¨¹evos de tanto cachondeo. Por ello, junto al crecimiento de los presupuestos militares indispensables para luchar eficazmente contra el terrorismo, habr¨¢ que acelerar la creaci¨®n -en estos benditos tiempos de desaceleraci¨®n- de los dispositivos de seguridad, no en los campos, sino en los "jardines de concentraci¨®n" -as¨ª los llam¨® hace cuatro d¨¦cadas, con un humor que le cost¨® muy caro, el poeta cubano Heberto Padilla, refiri¨¦ndose a los de las Unidades Militares de Ayuda a la Producci¨®n (UMAP).
Los muros de protecci¨®n exterior no bastan, en efecto, sin el complemento de estos "jardines" cuyo acondicionamiento e higiene no son, seg¨²n las ONG que alcanzan a visitarlos, los de un hotel de cinco estrellas. Y mientras el n¨²mero de eufemismos en torno al problema se extiende entre los Gobiernos, el rastreo por los servicios secretos de los correos electr¨®nicos, faxes y llamadas telef¨®nicas sin autorizaci¨®n judicial alguna coronan el cuadro de esta dulce Europa tan distinta de aquella con la que so?aron Olof Palme y las grandes figuras de la socialdemocracia de nuestra posguerra.
La indignaci¨®n de los l¨ªderes de Suram¨¦rica contra la que denominan la "directiva de la verg¨¹enza", no afecta desde luego a Berlusconi ni siquiera a Sarkozy, para quienes no pasa de ser una mera pataleta, convencidos como est¨¢n de que la historia rueda cuesta abajo y de que la vuelta a la semana de 60 horas marca un hito hist¨®rico del desmantelamiento del funesto Estado de bienestar creado por el infantilismo gauchista. Pero ?qu¨¦ piensa de ello el actual Gobierno espa?ol? ?Qu¨¦ hace un partido digno como el PSOE ante un retroceso generalizado como ¨¦ste? El presidente que elegimos con razonable esperanza y su ministro del Interior tienen que sacarnos de dudas. ?Aspiramos a¨²n a la Europa de las Luces o nos resignamos a la del Apag¨®n?
Juan Goytisolo es escritor.
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