En busca de la correcci¨®n pol¨ªtica
Ser cr¨ªtico con lo pol¨ªticamente correcto est¨¢ de moda. Una rebeld¨ªa, por tanto, pol¨ªticamente correcta. La paradoja puede servir para mantener la suficiente tensi¨®n cr¨ªtica sobre el empleo del idioma, el uso que damos a las palabras, descubrir el env¨¦s de la trama del lenguaje, saber si los eufemismos responden a una voluntad de respeto por las personas o una forma de enmascarar la realidad. O tal vez s¨®lo se trate de que los excesos en la imposici¨®n de lo que se considera pol¨ªticamente correcto haya generado una reacci¨®n proporcionada al abuso.
Pero hay casos hirientes y, en mi opini¨®n, claros. Uno reciente, que da pie a esta reflexi¨®n, lleg¨® al correo del Defensor a mediados de este mes. Un editorial del diario se titulaba Pol¨ªticas autistas y criticaba al Gobierno por "esa pol¨ªtica autista que ha elegido para enfrentarse a la crisis econ¨®mica en cualquiera de sus manifestaciones". La frase y el titular generaron, entre otras, la protesta de la Confederaci¨®n de Autismo-Espa?a (Tea), que expres¨® su repulsa por el empleo de la palabra "autista" como t¨¦rmino peyorativo.
La vuelta a las 60 horas es otro paso en el desmantelamiento de derechos sociales
Tambi¨¦n recib¨ª la carta de una madre afectada: "Me llamo Esther y soy la mam¨¢ de un pecoso rubio de seis a?os que tiene TGD. Me explico, ya que por lo que he le¨ªdo, ustedes tienen un desconocimiento total del autismo y su atrevimiento en publicar ese t¨ªtulo denota una total falta de informaci¨®n sobre este s¨ªndrome. Sumado a esto, el equiparar incompetencia con autismo s¨®lo puede partir de alguien que se toma a la ligera a m¨¢s de 200.000 familias y a la lucha diaria que tenemos para que nuestros hijos superen sus dificultades (cada autista las suyas, ya que cada afectado es ¨²nico y tiene sus carencias, pero tambi¨¦n, si uno se toma tiempo en conocerlos, disfrutar¨¢ de todas las virtudes que poseen). Aunque la barrera m¨¢s penosa por la que pasamos los afectados es la ignorancia, la intolerancia, la mediocridad de mucha gente que se llama normal y que se atreve a prejuzgar lo que desconoce. Y los medios de comunicaci¨®n cuando incurren en estos desprop¨®sitos nos hacen un flaco favor cuando desinforman y cuando usan la palabra 'autismo' como un insulto, un desprecio a los que convivimos con ¨¦l".
El caso del autismo no es ¨²nico. El empleo, en sentido figurado y peyorativo, de t¨¦rminos como esquizofr¨¦nico, minusv¨¢lido, por no mencionar la palabra subnormal -pr¨¢cticamente erradicada entre personas con una m¨ªnima educaci¨®n-, genera protestas de lectores que se siente ofendidos.
El Libro de estilo del diario no contempla todos los casos posibles, que son muchos, pero s¨ª refleja desde su primera edici¨®n -hace m¨¢s de treinta a?os- una voluntad clara. "Nunca deben utilizarse palabras o frases que resulten ofensivas para una comunidad. Por ejemplo, 'le hizo una judiada', 'le enga?¨® como a un chino', 'eso es una gitaner¨ªa'. Incluso el t¨¦rmino anciano mereci¨® una reflexi¨®n de los redactores del Libro de estilo. En las primeras ediciones, anciano, anciana, era toda mujer u hombre con m¨¢s de 65 a?os. Pero advert¨ªa: "Sin embargo estos adjetivos -por el tono peyorativo que puedan tener- s¨®lo deben emplearse muy excepcionalmente, y m¨¢s como exponente de decrepitud f¨ªsica que como un estadio de edad". En las ¨²ltimas ediciones del Libro de estilo se ha eliminado la referencia a los 65 a?os -todos nos vamos haciendo mayores- e invoca a la Organizaci¨®n Mundial de la Salud que "recomienda emplear estos t¨¦rminos para las personas que rondan los 75 a?os". El resto del art¨ªculo sigue igual.
No creo que sea exagerado decir que el Libro de estilo con sus recomendaciones busca minimizar, desde un principio, las ofensas a cualquier grupo social que se sintiese preterido o menospreciado por el lenguaje.
Como me dec¨ªa un querido colega al que le gusta subir los r¨ªos del periodismo a contracorriente, la pregunta es ?una persona o un grupo tienen derecho a elegir c¨®mo debe ser designado por los dem¨¢s?
En una sociedad en la que fascista es cualquier cosa, en la que terrorista es un t¨¦rmino que seg¨²n y d¨®nde significa una cosa y la contraria, en la que los nacionalistas que se reconocen a s¨ª mismos como tales descalifican a los adversarios llam¨¢ndoles nacionalistas, en la que se incurren en falsificaciones que provienen de no leer lo que se critica, establecer un c¨®digo no es tarea f¨¢cil.
Tal vez una f¨®rmula sea establecer cu¨¢les son los adjetivos que no queremos que nos atribuyan. Pero eso, como dir¨ªa Kipling, es otra historia. Lo que es seguro es que aquellas personas que padecen una enfermedad cuando se utiliza ¨¦sta en sentido figurado y peyorativo se sienten heridas. Y hoy gracias a la denostada correcci¨®n pol¨ªtica esas -y otras minor¨ªas- hacen o¨ªr su voz en defensa de sus derechos. Sean bienvenidos.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonear al n¨²mero 91 337 78 36.
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