Sobre m¨¦dicos e incentivos
La Real Academia Espa?ola define que un incentivo es un est¨ªmulo que se ofrece a una persona, grupo o sector de la econom¨ªa para elevar la producci¨®n. Sobre esto deben hacerse tres consideraciones previas. La primera se refiere a la compatibilidad de incentivos entre los diferentes agentes del sistema: ciudadanos, pacientes, profesionales, proveedores de servicios, agencias de compra y financiadores. Los incentivos a los que aspiran no siempre son coincidentes, ya que existe una gran diversidad de intereses leg¨ªtimos, que proceden de los distintos puntos de vista desde los que interpretan la asistencia sanitaria. Este conflicto entre los diferentes incentivos aparece, adem¨¢s, en un contexto de restricciones presupuestarias y rigidez en la gesti¨®n.
El miedo a movilizaciones hace que los poderes p¨²blicos sean d¨¦biles ante las demandas laborales
La segunda tiene que ver con la oferta y la demanda de m¨¦dicos en Espa?a. En 2006 ocup¨¢bamos una posici¨®n intermedia entre los pa¨ªses de nuestro entorno en cuanto a oferta de m¨¦dicos. Seg¨²n el estudio de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria para el Ministerio de Sanidad, hay especialidades deficitarias (anestesiolog¨ªa, radiolog¨ªa, cirug¨ªa general, medicina de familia y pediatr¨ªa), una cierta desigualdad territorial en la distribuci¨®n, y poca movilidad de facultativos por imperativos estructurales, de sistema y tambi¨¦n culturales. Evaluar la demanda o necesidad frente a la oferta tiene las dificultades propias de predecir el futuro, pero sin duda una oferta laboral m¨¢s flexible, din¨¢mica, con menor segmentaci¨®n, ayudar¨ªa a ajustar a corto y medio plazo el d¨¦ficit o super¨¢vit de las distintas especialidades.
Un tercer aspecto es el escaso liderazgo y la d¨¦bil cohesi¨®n de las autoridades sanitarias en la negociaci¨®n y valoraci¨®n de los incentivos. Muchas administraciones p¨²blicas estatales y auton¨®micas mantienen presencias importantes de los sindicatos en instituciones y ¨®rganos de car¨¢cter consultivo o de di¨¢logo social en aspectos que exceden el marco estrictamente laboral. El recelo de muchos gobiernos a enfrentamientos con los sindicatos por amenazas de movilizaciones o huelgas, con el posible coste en votos e imagen ante la opini¨®n p¨²blica, hace que muchos de estos poderes p¨²blicos sean especialmente sensibles y tambi¨¦n d¨¦biles frente a las demandas de los empleados p¨²blicos, un segmento bastante m¨¢s sindicalizado que el resto de la poblaci¨®n laboral. Todo ello dificulta la capacidad de las administraciones p¨²blicas para implantar cambios y reformas en unas estructuras ya r¨ªgidas por el r¨¦gimen administrativo y estatutario.
Tras estas consideraciones, ?cu¨¢les son los principales motivos para poner en funcionamiento programas de incentivos para los m¨¦dicos? En primer lugar, tenerles motivados hacia el logro de unos objetivos concretos adaptados a las necesidades del sistema. La elecci¨®n de los objetivos siempre viene marcada por las prioridades de la pol¨ªtica sanitaria. Los objetivos han de dirigirse tanto al logro de resultados sobre los pacientes como sobre la instituci¨®n.
En segundo lugar, evitar la aparici¨®n de incentivos perversos. La ausencia de un programa de incentivos bien establecido tiene entre sus principales consecuencias que los profesionales se "incentivar¨¢n" particularmente contra los intereses generales de la organizaci¨®n, por descoordinaci¨®n, pudiendo aparecer conductas poco adecuadas como el incumplimiento de horarios, la ausencia de comportamientos cooperativos, la escasa implicaci¨®n en actividades de investigaci¨®n y docencia, la mala calidad de trato al paciente, la b¨²squeda y / o aceptaci¨®n de incentivos externos ajenos al sistema p¨²blico, etc¨¦tera.
Un programa de incentivos debe basarse en su funci¨®n temporal, tener en cuenta la edad y el periodo de ejercicio del profesional; en un ritmo arm¨®nico y mantenido a corto, medio y largo plazo; que cubra las diferentes necesidades y objetivos con recompensas no econ¨®micas, como d¨ªas libres, facilidades para la formaci¨®n, mejoras en el lugar de trabajo, promoci¨®n profesional, reconocimiento por el esfuerzo y el logro. Tambi¨¦n, l¨®gicamente, con recompensas econ¨®micas, asociadas al rendimiento, que pueden ser individuales y / o de equipo, dirigidas al logro de conductas deseadas o a la desaparici¨®n de las indeseadas; con doble direcci¨®n, premio frente a sanci¨®n y con criterios de aplicaci¨®n claros, expl¨ªcitos y evaluables de forma objetiva. Y dotados de flexibilidad en lo formal.
?Cu¨¢les son las principales limitaciones para su introducci¨®n? Entre otras, un marco jur¨ªdico poco propicio, la carencia de cultura, la aversi¨®n al riesgo de los profesionales, la resistencia sindical, los costes de obtenci¨®n de la informaci¨®n objetiva y la indefinici¨®n frecuente de las actividades a incentivar. Por ¨²ltimo, ?cu¨¢les son las peculiaridades del sistema sanitario que tener en cuenta a la hora de aplicar un programa de incentivos? El alto poder de decisi¨®n de los m¨¦dicos, inherente a su libertad cl¨ªnica, y la complejidad del producto sanitario; las m¨²ltiples dimensiones de la producci¨®n; la dif¨ªcil definici¨®n y medici¨®n de los procesos y resultados cl¨ªnicos, y la existencia, en ocasiones, de visiones divergentes, donde el m¨¦dico maximiza beneficios hacia el paciente individual, apart¨¢ndose, de los objetivos de la organizaci¨®n.
Juan del Llano Se?ar¨ªs es director de la Fundaci¨®n Gaspar Casal para la Investigaci¨®n y el Desarrollo de la Salud.
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